El diputado de RN Diego Schalper dice estar preocupado de la "polarización" que dejó la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile en el mundo político. Por eso, señala, tomó la decisión de permanecer en la Sala de la Cámara cuando el 11 en la tarde se realizó un homenaje a Salvador Allende en momentos en que casi la derecha completa se restó. "Lo que le corresponde a un representante ciudadano, que ha sido elegido para ejercer un cargo, es hacer un planteamiento... incluso con su presencia puede expresar que quiere contribuir a la reconciliación y no ser cautivo por la polarización. Yo me rebelo ante la polarización que nos está impidiendo hacernos cargo de los problemas de Chile", dice en entrevista con T13.
Eso sí, el parlamentario es enfático en manifestar que para la centroderecha fue imposible adherir al "Compromiso de Santiago" porque, explica, aún dudan de que su generación de al frente, de la izquierda, no vuelva a ser complaciente con la violencia como, sostiene, ocurrió durante el estallido social del 18 de octubre de 2019. Manda un mensaje a la centroderecha de su generación en torno al compromiso con los Derechos Humanos y la democracia: "Se debe exigir al máximo la consistencia en estos temas".
Este análisis, además, Schalper lo enmarca dentro de lo que se vive en el Consejo Constitucional y, al respecto, dice, su sector debe demostrar capacidad de conducir este segundo proceso, sobre todo, en este contexto de polarización, porque, advierte, la democracia de Chile está en un momento delicado.
En su balance de esta conmemoración de los 50 años del Golpe, el diputado no deja de atribuirle una responsabilidad crucial al Presidente Gabriel Boric. "La conmemoración fue un fiel reflejo de lo que está pasando hoy en la sociedad chilena", afirma.
—¿En qué sentido se refleja aquello?
—Hay una polarización muy marcada en las elites políticas y sociales, y un desinterés por parte de la ciudadanía, esa mezcla no es buena porque una elite polarizada contrastada con una sociedad desinteresada es muy complejo. Tanto mi sector como el gobierno se vio envuelto en ese clima de polarización sin perjuicio de que nosotros hicimos esfuerzos por construir puentes de unidad. El primer gran gesto que hicimos fue ir a La Moneda, tomar desayuno cuando se nos invitó en plena crisis de corrupción. Yo quisiera ver si otra oposición en el mundo, en momentos de tanta debilidad del gobierno, lejos de tener una actitud mezquina asiste a La Moneda, le dice de frente al Presidente lo que estima pertinente... Yo quiero decirle con mucha franqueza que no he visto en el Presidente la capacidad de aprovechar la oportunidad que tenía sobre todo por su distancia etaria para construir una conmemoración distinta y no lo hizo.
—El análisis de Carlos Peña en La Tercera de este fin de semana es demoledor para su sector... dijo que “la derecha se ha mostrado como es: aferrada a su trauma de la UP e incapaz de desprenderse de la dictadura”. ¿Cómo analiza esas miradas que se han puesto sobre la mesa en torno a la derecha, que no fue capaz de firmar una declaración transversal... más allá de las responsabilidades que le atañen al Presidente Boric?
—A quien le asiste lograr los acuerdos es al Presidente de la República, él es quien conduce. Si le cabía alguna duda a usted, el presidente del Senado (Juan Antonio Coloma) demostró que cuando hay buena conducción y buena capacidad de gestión política las cosas se pueden lograr. Es injusta la crítica cuando se aspira a que la oposición conduzca el país; los países los conducen los gobiernos. Ahora, la declaración que hace Chile Vamos con sus siete puntos no tiene nada que ver con la crítica que se enarbola por parte del señor Peña. Precisamente ahí lo que hacemos es un compromiso claro y preciso con una condena a cualquier violación a los DD.HH. con un respeto irrestricto a la democracia, con una condena irrestricta al uso de la violencia y con un respeto a la dignidad de la persona humana en todos sus frentes. El Presidente Boric señaló que se ofreció que se hiciera un eventual acuerdo en un lugar distinto, cosa que no pasó más allá de un par de llamados telefónicos, en eso creo que pudo haber habido más prolijidad. Al Presidente Boric le dijimos pública y privadamente cómo se lograba un acuerdo transversal... le dijimos varias veces que si él era capaz de construir una condena más allá de lo cosmético -porque el Compromiso de Santiago contiene una cosa muy accesoria en materia de violencia-, le dijimos que si era capaz de construir una condena firme, clara, al uso de la violencia, se hubiese abierto el camino para un acuerdo transversal. Él nunca recogió el guante pese que se hicieron esfuerzos hasta el día 10 de septiembre porque intuyo que Apruebo Dignidad -llámase comunistas y frenteamplistas- no estuvieron disponibles para una cosa como esa. El tiempo va a demostrar que la oposición en Chile, en un momento tan complejo y con un gobierno tan debilitado, tuvo mucha generosidad, pero al Presidente le faltó recoger el guante de esa generosidad.
—El Presidente Boric dijo que le dio opciones a Chile Vamos: reunirse el día antes, el 10, para darles garantías... ¿Por qué nada fue suficiente?
—Cuando el Presidente Boric dice esa frase lo hace luego de firmar con los expresidentes y la impresión que nos quedó es que ese fue siempre su objetivo. Yo siento un pesar hoy día; pese a la generosidad que nosotros tuvimos, pese a los contactos que hicimos, que explicamos que esto no solo tenía que ver con el lugar sino con el clima que se había construido; que para nosotros era tremendamente importante una condena irrestricta a la violencia no porque lo aconteció hace 50 años sino que por lo que aconteció 4 años atrás. Luego de lograr la firma de los expresidentes, él se dedicó a hablarle al 25% que lo apoya. Yo quedé muy apesadumbrado porque le pusimos esfuerzo hasta el 10 para que esto resultara.
—¿Por qué Chile Vamos no logró aunar a sus tres partidos en esa declaración amplia con partidos de centro que se firmó el fin de semana previo al 11? Faltó la UDI...
—Nosotros le llamamos la carta de los 15 y estuvimos dispuestos a asumir un compromiso público, de futuro, con la democracia, con el respeto a los DD.HH. y con la no violencia y eso tuvo una tremenda importancia, porque esa debió haber sido la forma en que la Cámara Baja condujera el proceso. Nos habría gustado que, tal como se hizo en el Senado, en la Cámara pudiésemos construir algo así, pero no fue posible. Hoy hay muchos sectores capturados por los extremos, por las redes sociales y creo que aún no se dan cuenta de que la misma ciudadanía que nítidamente le dijo que no a la Convención Constitucional hoy le está diciendo que no a la polarización.
—Pero la insisto en la UDI. No firmaron esa declaración, por el contrario, el mismo lunes 11 emitieron una polémica declaración en la que señalan que el Golpe era inevitable y que el gobierno de la UP quebrantó la democracia.
—Yo me quedo con la declaración que hicimos como Chile Vamos. Lo que pasó el 11 de septiembre fue un fracaso. Me sigue pareciendo bizantino discutir si era o no inevitable el 11... Sí es productivo es conversar cómo las distintas fuerzas políticas nos vamos a comprometer a defender la democracia de sus flagelos de hoy, que son el narcotráfico, la demagogia, la elite desconectada con los problemas sociales.
—Usted fue de los pocos de derecha en la Cámara que se mantuvo en su pupitre durante el homenaje a Salvador Allende el lunes 11 en la tarde. ¿Por qué y qué le dijeron sus pares?
—Yo y varios tomamos la decisión de permanecer en la Sala, porque creemos que los espacios democráticos no se ceden. Ahí estuvimos Guillermo Ramírez, Francisco Undurraga, Jorge Alessandri... me interesa resaltarlos porque responden a una mirada generacional y porque creemos que nadie pone en duda nuestra discrepancia con el proyecto político de Salvador Allende. Ese no es el punto, lo importante era reconocer que a 50 años había que quedarse en la Sala, porque lo que le corresponde a un representante ciudadano, que ha sido elegido para ejercer un cargo, es hacer un planteamiento... incluso con su presencia puede expresar que quiere contribuir a la reconciliación y no ser cautivo por la polarización. Yo me rebelo ante la polarización que nos está impidiendo hacernos cargo de los problemas de Chile.
—¿Y qué le dijeron sus pares de Chile Vamos o republicanos? ¿Hubo recriminaciones?
—Algunos le dieron una vuelta después y se dieron cuenta de que la decisión de salirse o quedarse había que aquilatarla un poco más. He recibido todo tipo de comentarios, pero yo tomé esa decisión muy reflexivamente. Hoy tenemos que enfrentar a un enemigo común que se llama polarización, que tiene a la democracia en la UCI. Si no nos damos cuenta de que la polarización, la demagogia, el narcotráfico, las bandas organizadas son las que están socavando la credibilidad de nuestras instituciones y no nos hacemos cargo todos juntos, no vamos a salir adelante. La primera valla de eso es el Consejo Constitucional, que para mí es el botón de muestra más claro que no estamos dimensionando el estado de gravedad en el que se encuentra nuestra democracia.
—Al menos en los últimos diez años la derecha pasó gran parte de su tiempo en política intentando desmarcarse de la figura de Pinochet... ¿Qué pasó ahora, por qué hubo un sector de la derecha reivindicando el golpe...? Usted nombraba a Jorge Alessandri, pero resulta que él incluso justificó el Golpe. ¿A qué lo atribuye... al nacimiento y auge del Partido Republicano, por ejemplo?
—Lo primero: las acciones generan reacciones y de un tiempo a esta parte hubo un sector de la izquierda muy radical que intentó imponer sus términos en la sociedad chilena, incluso valiéndose de la Constitución, por lo tanto, desafortunadamente hay una reacción de un mundo que se sintió amenazado en cosas que parecían básicas. Como los polos se alimentan, la mejor manera de inhibir la polarización es precisamente con sensatez, diálogo, acuerdos. Ahora, a veces se piensa que el Partido Republicano fuera una cosa unívoca, yo creo que efectivamente hay en el Partido Republicano ciertos sectores que tienen planteamientos como los que usted ha mencionado, pero lo que yo veo al menos en el Consejo Constitucional por parte de Arturo Squella, por ejemplo, es un empeño real y genuino de construir un acuerdo de futuro. A veces uno puede caer en la tentación de quedarse con una declaración, pero aquí en realidad los partidos de Chile Vamos han marcado una línea: que nunca más en Chile sea posible un quiebre institucional como el que aconteció hace 50 años.
—¿No cree que hay una crisis de identidad de Chile Vamos... este tira y afloja en declaraciones no devela aquello?
—En la derecha hay una pregunta parecida a la que vivió la izquierda hace un tiempo atrás, que la relata muy bien en un libro Daniel Mansuy que se llama "Nos fuimos quedando en silencio"... yo creo que la derecha moderada tiene el desafío de construir una identidad, porque en Chile solo se alcanza la mayoría -y se le da estabilidad al país- con una derecha moderada, con una derecha que es capaz de construir acuerdos transversales. En eso, créame, hay derecha moderada en todos los partidos, incluido en el Partido Republicano.
—Le insisto con el análisis. Las únicas personas de la derecha que quedaron al margen del golpe y su justificación fue el expresidente Sebastián Piñera y el exministro Jaime Bellolio... ¿No cree que es una muestra de esa crisis de identidad o, quizás, lo atribuye a la contingencia que se cruzó en esta conmemoración?
—La identidad de la derecha no se va a jugar en si toma una decisión o no en torno a este hito histórico... porque, le insisto, a mí esa discusión me parece bizantina. Así como me pareció ridículo que se vetara a Patricio Fernández por decir algo de sentido común. Obviamente hay una pregunta abierta en mi sector respecto a los tonos, respecto a las condiciones para crear un clima de diálogo... pienso que la línea divisoria tiene que ver en la manera como usted se aproxima a temas que son de futuro como el Estado social y Democrático de Derechos, el cambio climático. Es decir, un sector, teniendo identidad muy nítida, puede ir en paralelo a la vanguardia de los temas de fondo y de futuro. Como centroderecha sí tenemos que ser capaces de construir una identidad que nos permita construir la mayoría en Chile.
—¿No considera que fue un error político de su sector no firmar el Compromiso de Santiago, al menos en el largo plazo?
—Nosotros no podíamos firmar cualquier compromiso. Para la centroderecha chilena firmar un compromiso donde no había una condena irrestricta a la violencia era firmar algo que no tenía presentación de cara al futuro. Le contrapregunto: ¿Qué pasa si firmábamos y al poco andar las izquierdas en algunas de sus expresiones volvían a reivindicar la violencia como lo hicieron en el estallido hace cuatro años? Nos habrían dicho: ¿Se dan cuenta: ustedes firmaron un compromiso y no exigieron que hubiese realmente una mirada de futuro en este tema?
—¿Y qué se va a recordar de la centroderecha chilena en los 50 años del Golpe? De nuevo, pareciera que el expresidente Piñera fuese el único que entiende lo que significan estos decenios... para los 40 recordamos los cómplices pasivos y el cierre del penal Cordillera.
—Yo entiendo que Sebastián Piñera como expresidente tiene una estatura, tiene un rol específico que lo cumple a cabalidad. Nosotros como coalición cuando observamos que la izquierda chilena hace cuatro años tuvo una actitud complaciente con la violencia, cuando quisieron instaurar una Constitución que hubiese sido una camisa de fuerza, en conciencia, nosotros tenemos que preguntarnos cómo será el futuro si la izquierda nuevamente vuelve a tener una actitud complaciente...
—Pero es lo mismo para el otro lado. Usted decía en Tele13 Radio que no tenían por qué seguir mostrando credenciales democráticas a raíz de la dictadura que vivimos que fue de derecha, cuando pareciera que en este momento es un deber de todos los sectores políticos...
—Es que en serio generacionalmente nadie puede poner en duda las credenciales democráticas nuestras... Nadie. Sería de una superioridad moral total que la izquierda pretendiera aquello, en cambio, yo sí puedo poner en duda su compromiso con la condena de la violencia porque ellos fueron puestos a prueba hace cuatro años y ahí tuvieron una actitud complaciente con la violencia. Esa es mi preocupación. Efectivamente tuvimos una tarea de hacernos cargo de nuestros antecesores, pero otra cosa muy distinta es cómo usted se comportó en una coyuntura histórica y ahí nosotros tenemos un problema serio con la izquierda de mi generación. No de las antiguas. Incluso algunos de ellos pusieron en duda la continuidad del Presidente Piñera, de mi generación de la centroderecha nadie puede decir eso.
—Volvamos entonces al tema generacional: ¿No le incomoda en absoluto la declaración de la UDI del mismo 11? Javier Macaya, presidente de ese partido, también es parte de esa nueva generación en la que se encumbra usted como dialogante.
—Mi generación y los liderazgos de nuestra generación tenemos que exigirnos al máximo la consistencia en estos temas. Por eso me la jugué por la carta de los 15 que sí reconozco ha traído algunas incomprensiones de mi sector, por eso también me la jugué por quedarme en la Sala en la homenaje a Allende y por eso era importante que otros de mi generación se quedaran ahí en la Sala. Yo prefiero mirar el vaso medio lleno.
—¿Descarta entonces un retroceso de la derecha en este ámbito, a falta de juicios críticos morales de la dictadura?
—La derecha chilena en lo institucional ha asumido claramente un compromiso de Nunca Más: nunca más violación a los Derechos Humanos, nunca más quebrantamiento democrático y nunca más la violencia.
—¿RN estará disponible para el presupuesto 2024 entonces del Plan de Búsqueda?
—Todo lo que sea en alcanzar la verdad y en darle tranquilidad a los familiares que han perdido víctimas en este proceso, es parte de la reconciliación de Chile, así que sí vamos a estar disponibles.
Consejo Constitucional: "No es el momento de las calculadoras ni para fondearse"
—Hablando de la derecha, tienen el desafío próximo, inmediato, del Consejo Constitucional y pareciera que aún no logran instalar que son efectivamente dialogantes y que se hará una Constitución minimalista. La misma Gloria Hutt reconoció en Icare que hay varias cosas que no debiesen estar en ese texto, pero que se han puesto igualmente... está el debate de los guiños de los republicanos a la derecha dura.
—Hay una suerte de fariseísmo y digo eso porque hay consejeros de la izquierda que están a favor de ciertas cosas y cuando están votando lo hacen en contra para no tener problemas y eso me trae pésimos recuerdos. Y también hay otros consejeros de derecha que se dan cuenta de que hay temas que no tienen que estar en la Constitución, pero que de alguna manera tienen que hablarle a ciertos mundos y quizás cuesta sobreponerse a esas dinámicas más colectivas, de lado y lado. Estamos en un momento clave para superar esas dinámicas que perjudican. Es el minuto de que los partidos de todo el espectro comparezcan al exCongreso... estoy pensando en personas con liderazgos nacional que tengan la capacidad de mover la brújula. No es el momento de las calculadoras ni para fondearse. Este Consejo Constitucional además ha marcado una diferencia brutal con la Convención: acá se respeta el reglamento, se favorece el diálogo, se retiran enmiendas... yo no recuerdo a la izquierda retirar ni una enmienda, entonces, la verdad es que yo también veo a algunos con histeria y les digo: paremos un poco, contribuyamos al buen clima y hagamos declaraciones más justas con la realidad de las cosas y seamos responsables porque aún quedan muchas etapas del proceso. Yo sugiero que estemos a la altura.
—Hay un problema de fondo para la derecha dura: que si este proceso fracasa, no les importa mucho, porque les gusta la Constitución del 80 -o del 2005-, como quiera llamarle. ¿Cómo se enfrenta eso?
—Ese sector lo que no ha aquilatado lo suficiente quizás es que lo que más querrían los Daniel Jadue y los Jorge Sharp es que este proceso fracase, porque a ese sector de la izquierda el único relato que le queda para construir algo es que la Constitución fracase. Ese sector tiene que entender que se debe demostrar la capacidad de conducción de un proceso, que se puede ofrecer gobernabilidad al país. Tengo que reconocer que republicanos sí ha estado dispuesto al diálogo, a retroceder en sus enmiendas, obviamente que a mí me gustaría que fuese mucho más, pero yo marco una diferencia radical en lo que fue la mayoría de la izquierda en la Convención de lo que es esta mayoría de la derecha en el Consejo Constitucional.
—¿No cree que el solo hecho de la presentación de esas enmiendas se daña la imagen del Consejo Constitucional... más allá de su retiro?
—Hay que aprender del proceso anterior, en que ciertas cosas que terminaban no estando en el texto le hacían mucho daño al proceso, entonces, sí, en ese sentido, hay que tener capacidad de aprendizaje, pero al mismo tiempo hay un sector de la izquierda que tiene que entender que este proyecto tiene que tener adhesión ciudadana en ciertas cosas que a la izquierda no le gusta, como por ejemplo, el respeto a la propiedad de los fondos de las pensiones.
—En su sector ahora, ¿usted ve más ánimos en el 'A Favor' o en el 'En Contra'?
—Tras bambalinas, en todos los sectores, yo veo que están trabajando para que esto salga bien. Todos por distintas razones, como por ejemplo, mostrar gobernabilidad, otros porque los costos los puede pagar el gobierno; otros porque ven que podría haber alternancia en el gobierno y que esto debe ser un tema resuelto, en fin... Si no cerramos este capítulo constitucional nos vamos a farrear una tremenda oportunidad para darle estabilidad a Chile en lo que a mí me parece debe haber tres prioridades: combatir el narcotráfico y la delincuencia, combatir la corrupción y reactivar la economía, además de las reformas sociales en pensiones y salud.