Oddy y Ela no eran solo perros para su dueño Maximiliano. “Ellos son familia y estoy destrozado”, asegura el hombre conmovido, ya que fue víctima de un robo de mascotas, algo que jamás esperó vivir.

Los dos bulldogs franceses, una comprada y la otra rescatada, fueron arrebatados en un violento robo mientras él los paseaba una mañana en San Miguel, en la región Metropolitana.

“El vehículo al principio no lo sentí. Nada, porque avanzó súper lento, pero cuando me pasaron, claramente salieron tres tipos”, recuerda Maximiliano. Los atacantes, jóvenes armados con electroshock y armas cortopunzantes, actuaron en cuestión de segundos.

“El arco eléctrico fue lo primero que vi, luego sentí la descarga en mi cuerpo”, relató.

Incapaz de defenderse debido a una reciente cirugía ocular, quedó desplomado mientras uno de los asaltantes se llevaba a Oddy y Ela, y los otros lo registraban en busca de más pertenencias.

En plena madrugada, Maximiliano gritó por ayuda en calles vacías, pero fue en redes sociales donde encontró una herramienta para movilizar la búsqueda de sus perros.

Publicó fotos y su número de contacto, lo que rápidamente llamó la atención de decenas de personas y también de estafadores.

“Me llamaban pidiendo rescate por los perros. En mi desesperación, caí en una de esas llamadas y pagué por un rescate que no se concretó”, admite Maximiliano, visiblemente afectado.

Luego de tres días de incertidumbre y angustia, finalmente recibió una llamada distinta: esta vez le mostraron un video donde aparecían Oddy y Ela. Para recuperarlos, el captor exigió dinero y estableció un lugar de encuentro que cambió en dos ocasiones.

“Me preguntaba si sería cierto, si realmente estaban ahí”, cuenta Maximiliano.

Con el corazón en la mano, acudió al punto acordado y, para su alivio, ahí estaban Oddy y Ela. “Fue un final feliz para una experiencia traumática”, señaló mientras intenta retomar la normalidad junto a su familia.

El caso de robo de mascotas sin resolver en Talca

Mientras Maximiliano celebra la recuperación de Oddy y Ela, en Talca la historia tiene un desenlace distinto.

En la Villa Centenario, una familia sufrió el robo de su hogar mientras no estaban en casa. Los ladrones se llevaron todo lo que encontraron, incluido su automóvil y a Molly, su perrita.

“La pérdida material duele, pero lo que más lamentamos es que se hayan llevado a Molly”, confiesa el dueño de casa.

Al igual que en San Miguel, la familia difundió la foto de Molly y su contacto en redes sociales, pero también fueron víctimas de llamadas falsas ofreciendo información a cambio de dinero.

Días después, el auto robado apareció abandonado, pero Molly sigue desaparecida. “Es una buena noticia, pero falta lo más importante: Molly”, expresó el dueño con esperanza.

El robo de mascotas no es un hecho aislado en Chile, y las redes sociales se han transformado en una herramienta clave para la búsqueda, aunque también son un arma de doble filo ante estafadores.

Mientras la familia de Maximiliano intenta recuperarse del trauma, en Talca aún sueñan con el regreso de Molly.

Ambos casos reflejan el impacto emocional de estos delitos, donde las mascotas son mucho más que animales: son parte esencial de sus familias.

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