Un despido laboral en una empresa agrícola desencadenó un complejo caso policial que ha dejado a la comunidad de Las Cabras conmocionada.
Un peligroso delincuente fue detenido, acusado de formar parte de una banda criminal que utilizó información privilegiada para planificar un millonario robo.
Este hecho dejó a su paso no solo pérdidas materiales, sino también secuelas físicas y psicológicas en sus víctimas.
El 26 de abril de este año, tres vehículos salieron desde Lampa y Padre Hurtado con dirección a la comuna de Las Cabras, en la región de O’Higgins.
Los ocupantes de estos autos tenían un objetivo claro: ejecutar un asalto planificado con precisión tres días antes. Lo que parecía ser una tranquila jornada laboral en una casa agrícola, terminó convirtiéndose en una pesadilla para quienes se encontraban allí.
Los asaltantes, armados y violentos, irrumpieron en la propiedad, encañonando y amedrentando a todos los presentes. Uno de ellos, identificado como Maximiliano, intentó proteger un banano que contenía más de tres millones de pesos.
Sin embargo, su esfuerzo fue en vano. La banda criminal no solo robó el dinero, sino que también desató una violencia inusitada, mutilando uno de los dedos de Maximiliano con un disparo de escopeta.
La brutalidad del ataque no se limitó a los adultos presentes. Un niño de 12 años también fue víctima de la violencia de estos delincuentes, quienes lo obligaron a obedecer sus órdenes mientras le apuntaban con un arma.
Cayó responsable de mutilar a su exjefe en Las Cabras
La investigación policial, llevada a cabo por el recién creado Departamento OS9 de Carabineros en O’Higgins, permitió seguir la ruta de escape de los delincuentes, descubriendo una trama retorcida que reveló una traición.
Richard Gutiérrez González, de 27 años, conocido por su historial delictivo, fue uno de los capturados. Sin embargo, el verdadero autor intelectual del crimen fue identificado como Juan Aliste Castro, cuñado de Gutiérrez.
Aliste, que había sido despedido de su trabajo apenas tres días antes del asalto, planeó el robo como venganza contra su exjefe, Maximiliano, quien lo había denunciado por amenazar a los trabajadores temporeros.
El asalto no fue un simple acto de delincuencia, sino una operación de venganza orquestada por una organización criminal mayor, especializada en este tipo de delitos.
La fiscalía de San Vicente ha destacado que, aunque el autor intelectual y el ejecutor principal fueron detenidos, otros miembros de la banda continúan prófugos.
Mientras tanto, la región de O’Higgins enfrenta el acecho de bandas criminales que se organizan para delinquir, trayendo consigo una nueva ola de inseguridad.
Maximiliano y su familia, tras el horror vivido, decidieron cambiar de domicilio.
Las secuelas del asalto, tanto físicas como psicológicas, los han obligado a buscar un nuevo comienzo, alejados del lugar donde fueron víctimas de un brutal ataque que, más allá de lo material, dejó profundas heridas en sus vidas.