"Es gratificante y reparador que personas en la iglesia por fin te inviten para poder ser escuchados y contar lo que hemos vivido. Sentir que se están tomando las cosas en serio".
Con esas palabras resumió el denunciante del caso Karadima, José Andrés Murillo, a su reunión con el sacerdote español Jordi Bertomeu para contarle sobre el supuesto encubrimiento del ahora obispo de Osorno Juan Barros al ex párroco de la iglesia de El Bosque.
Aunque la reunión era inicialmente con el arzobispo de Malta, Charles Scicluna -que fue designado por el Papa Francisco para este fin y tuvo que suspender sus actividades debido a problemas de salud-, Murillo dijo que "trabajan con la misma mano, paraciera que no hay ningún cambio".
"Confío en que van a llevar esta información al Vaticano y se la van a entregar a quien corresponda", puntualizó.
Su objetivo se basa en el bien común, dijo Murillo, quien expresó que "todos quienes quieren desarrollar su fe en la iglesia católica no tienen por qué ir con miedo (...) nos parece inaceptable y no puede seguir ocurriendo".
En la reunión Murillo contó sobre una carta que hizo llegar a las autoridades chilenas hace varios años y planteó que "todo quien tiene antecedentes para investigar y no lo hace, es un cómplice y un criminal". Esto último, un día después de que James Hamilton, otro de las víctimas de Karadima, asegurara que "son dos viles delincuentes que son capaces de engañar hasta al Papa".