-En la prueba Timss de matemáticas y ciencias, Chile se ubica en el grupo de países con peor desempeño. Peor aún, entre 2019 y 2023 el rendimiento en 8° básico disminuyó de forma significativa. ¿A qué se debe este deterioro y qué revela de nuestra educación? 

-Efectivamente, los resultados de la prueba Timss revelan no sólo el bajo desempeño que logran nuestros estudiantes de 4° y 8° básico en comparación con el resto de los países que rindió la prueba, sino también que somos uno de los países que más retrocedió entre 2019 y 2023. Sin duda, el haber cerrado los establecimientos escolares por dos años explica en gran parte esta caída.

El cierre de las escuelas tiene un efecto directo sobre el desarrollo de capacidades en los estudiantes, pero, más grave aún, entrega una señal política sumamente dañina, a saber, que la educación no es importante. Mientras los malls estaban abiertos al igual que los cines, las escuelas permanecían cerradas.

-¿Qué efecto concreto tuvo?

-El efecto de esta señal se puede observar directamente en la disminución de la matrícula en los niveles parvularios y en el aumento significativo de los estudiantes que abandonaron el sistema escolar. Si uno analiza la evolución de los resultados de 8° básico observa que sostenidamente el porcentaje de estudiantes en la categoría de menor desempeño se venía reduciendo; mientras en 1999 el 54% se encontraba en esta categoría, el 2019 sólo el 30%. Pero en 2023 este porcentaje alcanzó 43%, retrocediendo el país 12 años.

-Se han hecho muchas reformas estructurales, pero pocas centradas en la sala de clases y la relación entre alumno y profesor. Chile es el país con más horas de clase de la OCDE. ¿Ha habido un foco errado?

-Sí, creo que hemos errado en las prioridades. La prioridad debe estar puesta en la interacción entre el docente y el alumno en la sala de clases, de manera de priorizar los cambios que repercutan directa y positivamente en esa interacción. En los últimos 15 años el sistema escolar ha estado bajo presión por las enormes reformas que ha vivido, sin embargo, estas reformas no logran tocar el corazón del sistema, que es el que permite que los estudiantes aprendan. Se hizo una comisión para mapear toda la burocracia a la cual están sujetos los establecimientos escolares, pero nunca se implementó un plan de acción para reducir dicha burocracia.

-En los últimos diez años, Chile había logrado reducir la brecha en matemáticas entre hombres y mujeres. Sin embargo, después de la pandemia, las brechas volvieron a dispararse. Aparte de revelar inequidad, ¿esto muestra un revés de las políticas educacionales en este ámbito? 

-Es difícil decir que las políticas educacionales fracasaron ante el aumento exponencial de la brecha de género en matemáticas. Me atrevería a decir todo lo contrario: este aumento exponencial de la brecha muestra lo efectiva que estaban siendo nuestras políticas educacionales en cerrar la brecha, la importancia que puede tener la escuela para igualar oportunidades entre hombres y mujeres. El aumento de la brecha de género más bien debería llevarnos a investigar lo que está sucediendo al interior de los hogares, pues fue precisamente después de la pandemia que las brechas de género aumentaron de forma preocupante.

-La prueba PIAAC de la OCDE mide las competencias cognitivas de la población adulta vinculadas al desempeño laboral cotidiano en tres dimensiones: comprensión de lectura, razonamiento matemático y resolución de problemas. En las tres dimensiones Chile se ubicó en el último lugar. ¿Los trabajadores en Chile están mal preparados, no saben leer adecuadamente y no pueden resolver problemas matemáticos simples? ¿Cómo se puede revertir?

-En comparación con los trabajadores de los países de la OCDE, los trabajadores chilenos presentan un bajísimo nivel de competencias cognitivas en estas tres áreas. Ello da cuenta del bajo capital cultural de nuestra población y de la baja calidad de nuestro sistema educativo, que si bien agrega valor, dicho valor es muy inferior al que agregan los sistemas educativos de los países de la OCDE.

Revertir esta situación implica una tarea país de largo plazo, en esto no existen los atajos. Invertir en la educación parvularia y escolar debiera ser una prioridad, y ahí la formación inicial docente juega un papel clave. Actualmente, la formación que ofrecen las universidades es lamentable, en parte, por las exigencias completamente equivocadas del sistema de acreditación obligatorio, que finalmente no apuntan a una formación robusta en capacidades, sino que está orientado a una formación académica.

-Bajas competencias en las tres dimensiones evidencia el 44% de los adultos en Chile. De hecho, los chilenos con educación superior completa tienen competencias parecidas al promedio de los egresados de enseñanza media en la OCDE. ¿Esto abre una necesidad de reformar las mallas universitarias?

-El bajo nivel de competencias que alcanzan los egresados de educación superior no es responsabilidad exclusiva de la educación superior, sino sobre todo del sistema escolar. Nos hemos concentrado excesivamente en fortalecer y en financiar la educación superior, pero hemos desatendido las bases del sistema: la educación parvularia y la educación escolar. Más allá de la necesidad de reformar las mallas universitarias, yo pondría el foco en la educación escolar.

-¿Es necesario desarrollar el pensamiento crítico y el rigor analítico en los estudiantes universitarios?

-Sí, creo que es fundamental el desarrollo del pensamiento lógico y crítico en los estudiantes, y esto no se puede empezar a desarrollar en la universidad, es necesario comenzar desde la educación básica. Actualmente con la irrupción de la inteligencia artificial, muchas de las tareas que hoy hacemos van a ser reemplazadas por ella; sin embargo, el pensamiento crítico no es posible de delegar, no sólo por una cuestión de competencia laboral, sino por nuestra condición humana: somos responsables de nuestras propias decisiones, las que no podemos delegar en otros. De ello depende en parte nuestra felicidad.

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