“Razones de seguridad”. Son las 7 de la tarde del martes, pero la ciudad ya está oscura y semi vacía por el partido que pronto juega Chile con Paraguay. En la entrada del Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile un grupo de jóvenes impide a la gente pasar. Dicen que están en toma por solidaridad con Palestina y que solo pueden entrar los que participan de la movilización o los alumnos que necesitan usar los laboratorios de ciencias. “Por razones de seguridad” piden carnet y anotan los RUT de quienes acceden. Hace frío y unas seis estudiantes salen riendo luego de pasar la noche en el campus. “Está muy helado”, reconocen. “Hay que abrigarse harto”.

En varias universidades chilenas han aparecido movimientos como este, siguiendo el ejemplo de otros centros académicos en Europa y EEUU. En la U. de Chile ha sido particularmente polémica la movilización: en la Casa Central hay carpas de estudiantes que llevan semanas allí. La rectora Rosa Devés, que incluso durmió en su oficina, ha sido acusada de cómplice con el régimen de Netanyahu, mostrando un lienzo de la máxima autoridad de la Casa de Bello besando al primer ministro de Israel, cuya respuesta al ataque terrorista de Hamas el 7 de octubre pasado, ha sido una ofensiva militar en Gaza que ha costado 30 mil vidas.

Marcados con una “L”. Hasta hace poco para entrar a Juan Gómez Millas, docentes, funcionarios y alumnos eran marcados con una letra. Les ponían una “L”, curiosamente la misma letra que mostraban los pasaportes de los exiliados chilenos durante la dictadura. En esos años la letra aludía a la limitación de entrada al país. Ahora, a los que van a laboratorios de la Facultad de Ciencias.

Tomy es vocera del Centro de Estudiantes de Ciencias. Su versión de la cuestionada marca a las personas es la siguiente: “Eso fue un tema de seguridad para distinguir a la gente que venía al Laboratorio; para distinguirlas del resto de personas, que vienen a quedarse a dormir. De hecho, ya no se hace, se hizo en los primeros dos días”. “Más que nada (era) para que se supiera que estaban autorizados a estar ahí, que no habían pasado a romper la toma”, añade.

Votaciones sin quórum. Cuenta que la movilización en Juan Gómez Millas partió con paralizaciones en apoyo a Palestina para exigir que se rompan los valiosos convenios con universidades israelíes, como lo hizo la facultad de Filosofía y Humanidades a contrapelo de la rectora Rosa Devés. Se trata de una iniciativa que no ha sido apoyada por la rectora Rosa Devés, como sí lo hizo la USACH con acuerdos de copperación con instituciones de nivel mundial, como Technion -Israel Institute of Technology, vinculada a Albert Einstein en sus inicios- y con la Universidad de Haifa.

Tomy defiende las movilizaciones diciendo que la universidad históricamente ha estado al lado de las “personas oprimidas”. No habla de interseccionalidad, aunque parece apuntar hacia el concepto acuñado a fines de la década de los 80´s por la profesora de derecho de UCLA Kimberlé Crenshaw, que en trazos gruesos sugiere que las relaciones de dominación, abuso, discriminación y privilegio se entrelazan y refuerzan a partir de la superposición de estas múltiples identidades oprimidas y marginalizadas.

Estudiantes vinculados a la toma explican que está sostenida por  los distintos “espacios” al interior del Campus, a través de votaciones. Pero no especifican cómo las hacen, el quórum que tienen ni los porcentajes que aprueban o reprueban. Por lo demás representantes de escuelas de ciencias, se quejan de que los movilizados son una minoría, que no permite a los demas estudiar.

Fuertes críticas. La Facultad de Ciencias declaró públicamente que “la TOMA de nuestras dependencias nunca será una movilización válida ni reconocida en nuestra comunidad, posición que es respaldada por toda la estructura de la Universidad de Chile desde Casa Central y los consejos de Directores de Pregrado. Este es un espacio que nos pertenece a los tres estamentos, pero en particular hay quienes lo hemos construido con esfuerzo y trabajo a lo largo de muchos años”.

La comunidad académica reaccionó con indignación ante la medida de marcar a quienes pueden ingresar al Campus. “Encuentro increíble que a los profesores que queremos ingresar a nuestro lugar de trabajo en la Universidad, los alumnos en toma, como señal de autorización, nos pinten una letra en la mano. ¿Qué sigue?”, tuiteó Rodrigo Medel, académico de la Facultad de Ciencias.

El cortar relaciones con Israel es sólo un punto más del extenso y variado petitorio de los estudiantes de las distintas facultades. Se habla de dispensadores de agua en todo el campus, mayores opciones en comida vegana y sin gluten, no sancionar a alumnos movilizados con bajas notas y que se rechace el desalojo de las tomas habitacionales, entre muchas otras cosas.

El declive de la FECH. Las tomas coinciden con la penosa situación de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, que no pudo elegir a su presidente debido a no cumplir con el quórum. Apenas un 6 por ciento entre dos listas de comunistas y socialistas, que reflejaron también las fracturas que hay en la izquierda. Una alumna comenta: “Lo que pasó solo demuestra la poca credibilidad que estaba teniendo la gente de la FECH. No se trata de que la gente no se haya informado para votar. Es que nadie quiso votar”.

Otras tomas. Al lado del Campus Juan Goméz Millas está la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la UTEM. Esa misma noche del martes, la puerta de acceso está cerrada. Una muchacha que dice ser dirigenta estudiantil cuenta que acaban de decidir tomarse el edificio. “Pero no tenemos nada que ver con los ultrones de Macul”, afirma respecto a las tendencias izquierdistas que predominan en la vecina facultad de la Universidad de Chile. “No estamos protestando contra Israel, sino por razones internas”.

El miércoles el campus de Beauchef, donde están las escuelas de Ingeniería de la Universidad de Chile, también fue tomado exigiendo extender el semestre. Estudiantes de la Facultad acusan que algunos movilizados, usando capuchas, no tienen relación con la universidad.

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