César Liberona Miranda, apodado "El Cojo César", fue detenido nuevamente a comienzos de noviembre en la comuna de Colina, en la región Metropolitana. En la formalización se decretó su prisión preventiva.
Su abogada mencionó 16 cárceles a lo largo de Chile que su cliente no quiere pisar. Su vida corre riesgo por mantener conflictos con múltiples bandas rivales.
Y es que en el pasado quedaron "Los Gálvez", "Los Cochinos", "Los Cochelos". Desde hace por lo menos dos años, La Legua, en la comuna de San Joaquín, tiene un nuevo jefe narco.
Uno ausente, pero a la vez omnipresente. Es que "El Cojo César" podría ser considerado un ser nómade, está en todos lados y en ninguno a la vez.
Cambiaba de domicilio con facilidad. Ha vivido en exclusivos sectores como Santa María de Manquehue, La Reina y últimamente en Chicureo.
Cuando necesitaba visitar las poblaciones en las que ejercía poder y tiene sus negocios, lo hacía por etapas. De su casa manejaba en uno de sus autos hasta los estacionamientos de un mall, como cualquier oficinista.
Allá lo esperaba su círculo de confianza; compuesto por su hermano, guardaespaldas, soldados, los que en su mayoría son colombianos. De ahí, en verdaderas cápsulas de seguridad, se movía a “su trabajo” en distintos puntos del sector sur de Santiago.
“El servicio, lo voy a decir en términos coloquiales, de pistolero, lo están externalizando. Es decir, contratan servicios de ciudadanos extranjeros para ir a disparar, ir a intimidar a otra banda rival o incluso cometer algunos delitos de homicidio”, expresó el fiscal Milibor Bugueño, de la Fiscalía Metropolitana Sur.
¿Cómo se convirtió durante los últimos dos años en el criminal más buscado de Santiago? Una investigación de Reportajes T13 repasó cómo "El Cojo César" pasó de ser un soldado a un capo narcotraficante.
"El Cojo César": los crímenes de uno de sujetos más buscados en Chile
A los 15 años ya trabajaba como soldado de peligrosos narcotraficantes de La Legua. En la cárcel ha estado varias veces, pero tras cumplir su última condena, les aseguró a los gendarmes que el orden del narcotráfico en la región Metropolitana iba a cambiar.
Se inició como pistolero del clan narco de “Los Cochinos” en el mencionado barrio de San Joaquín. Como adolescente, fue condenado por matar a quien con un balazo le provocó sus problemas al caminar y, de pasada, le otorgó su sobrenombre.
Ya siendo mayor de edad fue absuelto de un triple homicidio que tuvo como escenario un parque de diversiones en Padre Hurtado, en el año 2011.
La última de sus condenas es producto de un asesinato ocurrido en el exterior de un local clandestino en la comuna de Ñuñoa. Esa condena la cumplió, pero antes de abandonar la cárcel de Colina y salir en libertad, "El Cojo César" le gritó a los gendarmes que nada volvería a ser lo mismo.
En redes, no son pocos los que han subido imágenes y videos en los que acusan a "El Cojo César" de ser el autor intelectual detrás de las muertes de “El Dios de la guerra” y de Enzo Bombazul. Pero hay mucho más.
A la organización delictual liderada por Liberona Miranda se le investiga formalmente por un doble homicidio ocurrido en agosto del año pasado en La Pintana. Eso porque una de las víctimas, Ariel Garrido, tres meses antes intentó matar al peligroso criminal que se aproximaba a La Legua.
Pese a lo que varios han escrito, "El Cojo" también habría determinado el asesinato de Sandra Pinto Norambuena, ocurrido a finales de julio en avenida Santa Rosa. Dos extranjeros arriba de una moto le dispararon en más de cincuenta oportunidades.
¿El objetivo? Obtener a través del miedo, el control total de La Legua y convertir a quienes alguna vez fueron sus enemigos, en nuevos aliados a la fuerza.
"El Cojo César" fue detenido cuando salía desde el condominio en el que vivía en Chicureo, el pasado 4 de noviembre. Los detectives a cargo del procedimiento incluso portaban subametralladoras, ante la posibilidad de que se produjera un enfrentamiento. Intentó retroceder, pero estaba rodeado.
Pero, ¿finalmente fue arrestado por alguno de los graves hechos hasta ahora descritos? No.
Se obtuvo una orden de detención gracias al, entre comillas, menor de sus delitos. Un robo con violencia. Un asalto que se vio obligado a realizar para escapar del lugar donde desconocidos atentaron contra su vida y la de su hermano, quien resultó herido.
Tuvo que empuñar y apuntar, una vez más, una pistola. Volver a ensuciarse las manos.