El presidente de EE. UU., Donald Trump, respaldó con firmeza el uso de gas lacrimógeno en Estados Unidos en la frontera con México para repeler a una multitud de migrantes que incluían lanzadores de rocas enojados y niños descalzos llorando.
Rodney Scott, jefe del sector de San Diego de la Patrulla Fronteriza, defendió las decisiones de los agentes de lanzar gases lacrimógenos, diciendo que estaban siendo atacados por "una lluvia de rocas". "Eso ha sucedido antes y, si nos atacan nuevamente, eso volvería a ocurrir mañana", dijo a periodistas.
Los críticos denunciaron la acción de los agentes fronterizos como una exageración, pero Trump se mantuvo firme. "Fueron acosados por gente muy dura por lo que se usó gas lacrimógeno", aseguró. "Aquí está el resultado final: nadie viene a nuestro país a menos que entren legalmente", agregó.
Trump cuestiona legitimidad de padres
En una mesa redonda en Mississippi el lunes, Trump habló sobre los niños que habían sido afectados. "¿Por qué un padre está corriendo hacia un área donde sabe que se ha lanzado el gas lacrimógeno?" preguntó. Asimismo, Trump aseguró que el gas lacrimógeno era "muy seguro".
Del mismo modo, y sin ofrecer pruebas, Trump afirmó que algunas de las mujeres en la confrontación del domingo no son padres, sino que son "acaparadoras" que roban niños para que tengan más posibilidades de recibir asilo en los EE. UU.
El portavoz del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), Tyler Houlton, se sumó a las voces de Scott y Trump y afirmó durante una rueda de prensa telefónica que el empleo de gas pimienta o lacrimógeno en labores migratorias "ha sucedido en el pasado" y que "si los agentes vuelven a ser apedreados, pasará de nuevo".
"Durante años, la CBP (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza) ha utilizado de forma regular gas lacrimógeno y espray pimienta como la mínima fuerza necesaria para proteger nuestra frontera sur y (protegerse) a sí misma de agresores violentos", enfatizó Houlton.