por Ben Dooley
Durante años, el pastor Gelegrash mejoró sus ingresos acompañando a los turistas hasta los Acantilados Llameantes del desierto de Gobi, en Mongolia, para mostrarles la calavera de un dinosaurio. Pero un día el fósil desapareció misteriosamente.
Desde que en la década de 1920 el explorador estadounidense, Roy Chapman Andrews, que al parecer inspiró el personaje de Indiana Jones, descubrió huevos de dinosaurio en la zona, cerca de mil fósiles conservados durante siglos en el desierto han desaparecido.
Desde entonces, estos territorios han atraído por igual a los paleontólogos y a los traficantes.
Pero ahora el gobierno de Mongolia busca ponerle freno a la situación con una campaña para recuperar los tesoros perdidos, en manos de museos y coleccionistas privados.
El actor Nicolas Cage aceptó devolver a finales del año pasado un cráneo de dinosaurio que había comprado en una subasta en Nueva York.
En su típica yurta, la tienda ubicada en los famosos acantilados de Bayanzag, que reciben su nombre por sus tonos rojizos, Gelegrash bromea con respecto al valor que podría tener "su" cráneo.
"Si hubiera sabido que era tan valioso, lo hubiera vendido yo mismo", dijo.
La campaña para repatriar a los restos comenzó cuando el marido de la entonces ministra de Cultura, Deportes y Turismo, Oyungerel Tsedevdamba, se enteró que una casa de subastas en Nueva York tenía en su catálogo un ejemplar muy raro, casi completo de Tarbosaurio (Tarbosaurus bataar), un primo lejano del Tiranosaurio rex.
Los paleontólogos confirmaron que todos los ejemplares conocidos de esta especie provenían de la cuenca del Nemegt, en Mongolia, desatando la polémica sobre cómo habían llegado los restos a Manhattan.
Sacar del país fósiles sin permiso es ilegal, pero "nadie sabía exactamente qué hacer", dijo Oyungerel a la AFP. "Nunca antes nadie había reclamado dinosaurios que estuvieran en el exterior", indicó.
'Quisiera algunos drones'
Desde el descubrimiento de Chapman Andrews, cientos de expediciones han viajado a Mongolia en busca de fósiles, algunos con autorización de las autoridades y otros con el objetivo de sacarlos del país para venderlos.
Surenjav Munkhsaijan, de 31 años, encargada del parque nacional donde fueron encontrados los huevos, afirmó que es casi imposible evitar la expoliación en un lugar tan extenso como las inmensas estepas de Mongolia.
Ella sola está a cargo de proteger unas 10.000 hectáreas plagadas de fósiles dotada sólo de una antigua motocicleta. "Quisiera algunos drones", dijo.
Ahora, la única forma de detectar un fósil robado es cuando los agentes de aduana descubren uno o cuando los habitantes de la zona como Gelegrash se quejan tras la desaparición de las osamentas.
"Nunca pillamos ni arrestamos a ninguno de estos ladrones", contó.
El Tarbosaurus bataar de Nueva York, con una antigüedad estimada en 70 millones de años, no era el primer vestigio en salir de Mongolia pero rápidamente captó la atención y el presidente, Tsakhiagiin Elbegdorj, acudió directamente a las autoridades estadounidenses.
En 2012, un fiscal estadounidense logró procesar a la casa de subastas y dos años después el fósil volvió a Mongolia.
En el lugar de Lenin
Desde entonces Mongolia ha logrado recuperar cerca de 30 fósiles "directamente de las manos de los traficantes", aseguró Oyungerel.
Algunos de los coleccionistas han comenzado a devolverlos de forma voluntaria, entre ellos Cage, que se había hecho con el ejemplar en una subasta por 276.000 dólares pero desconocía su origen.
En el pasado las autoridades fueron lentas a la hora de reconocer el patrimonio con que cuenta el país, reconoció Oyungerel, ya que los mongoles consideraban que los restos eran solo "huesos".
Pero el año pasado, se recicló un antiguo museo dedicado a Lenin para albergar las osamentas.
El centro es ambicioso y guarda espacio para más fósiles que están en la mira de las autoridades, entre ellos los restos descubiertos por Chapman Andrews, que ahora están en el Museo Estadounidense de Historia Natural (AMNH) en Nueva York.
Cuando se los llevó, el arqueólogo firmó un contrato prometiendo devolverlos.
Pero ahora el AMNH es reticente a devolver las valiosas piezas, según fuentes cercanas, ya que teme que Mongolia no cuente con la capacidad para conservar la colección.
El AMNH fue contactado por la AFP pero no se obtuvo respuesta.
Surenjav y Gelegrash esperan que los fósiles puedan volver un día a su lugar de origen en el desierto de Mongolia.
El pastor admite que esta campaña ha cambiado su forma de ver los restos de dinosaurios, ya que antes a veces los molía y se los daba a los animales.
"Son buenos para la salud", afirmó.