Al morir la reina Isabel II, el rey Carlos III, junto con el título de monarca, heredó los bienes de la Corona, además del patrimonio privado de su madre.

Aunque entre su herencia se encuentran objetos y entidades, sinónimos de la familia real desde hace mucho tiempo, como la colección de joyas de la reina y los 750 millones de dólares del Ducado de Lancaster, también se incluye bienes muy extraños e insólitos.

En este caso y algo que ha sorprendido, es que el rey Carlos III heredó la propiedad simbólica de todos los delfines en aguas británicas.

Según consignó El País en su momento, esta curiosa posesión, con una historia de casi 700 años, se basa en un antiguo estatuto que otorga al monarca reinante el derecho sobre ciertas especies marinas conocidas como 'peces reales'.

Este estatuto sigue vigente y es parte de la rica tradición que Carlos III ha recibido junto con la Corona.

La conexión de la monarquía con los 'peces reales'

Además de los delfines, Carlos III ha heredado la propiedad simbólica de aproximadamente 32.000 cisnes en aguas británicas. Cada año, la Corona supervisa el evento conocido como Swan Upping, un censo de cisnes que se realiza en el Río Támesis.

Según consignó Infobae, este evento, que se remonta al siglo XII, tiene un profundo significado histórico y cultural. Durante el Swan Upping, los cisnes son marcados, pesados y su salud es evaluada por funcionarios reales, lo que refleja la preocupación de la monarquía por la conservación de estas aves.

Durante siglos, el estatus de 'peces reales' ha servido como un recordatorio de la importancia de preservar estas especies, y la monarquía ha mantenido este compromiso a lo largo del tiempo. De hecho, en el siglo XIV, la propiedad de estos animales por parte de la Corona se estableció con el objetivo de protegerlos de la caza indiscriminada y el comercio.

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