El pasado 22 de febrero el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, lucía afeitado y de traje. Ese día hablaba por televisión después de que Vladimir Putin reconociera la independencia de las dos regiones separatistas del Donbás. En aquel entonces, la guerra era sólo una posibilidad.
Sin embargo, este lunes, cuando visitó Bucha, escenario de una feroz masacre, se vio una imagen muy distinta del presidente ucraniano: vestido de militar, con barba, con ojeras y con una mirada de horror.
Entre una imagen y la otra sólo transcurrieron 41 días, poco más de un mes.
Zelenski, de 44 años, estudió derecho, pero encontró su pasión en la actuación y la comedia, llegando a ser en 2010 uno de los artistas más populares de su país con la serie de televisión “Servidor del Pueblo”, donde interpretó a un profesor de secundaria cansado de políticos corruptos que accidentalmente se convierte en presidente.
En 2019 se convirtió –en la vida real– en presidente de Ucrania y este año durante la guerra optó por quedarse en Kiev y liderar la resistencia, a pesar de que le aconsejaron abandonar el país para evitar ser detenido o asesinado por las fuerzas rusas.
Incluso Estados Unidos le ofreció trasladarlo a un sitio seguro, ante lo que él respondió, el sábado, “yo necesito municiones, no un aventón”.
Es habitual que los presidentes dejen el cargo con más canas que cuando asumieron. El estrés de liderar un país en tiempos de guerra ya se comienza a notar en el rostro de Zelenski.