Francia vota masivamente este domingo en la segunda vuelta de unas elecciones legislativas decisivas para su futuro, en las que la extrema derecha podría convertirse por primera vez en el primer partido e incluso alcanzar el gobierno.

La tasa de participación al mediodía se situaba en 26,63%, convirtiéndose en la más alta registrada en más de cuatro décadas, según cifras divulgadas por el Ministerio del Interior.

Los casi 50 millones de electores se enfrentan a un dilema: ¿Votar al partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) o por el "frente republicano" tejido por el oficialismo y la izquierda?

"Estamos en un punto de inflexión en la historia" del país, aseguró a la AFP Antoine Schrameck, un pensionista de 72 años, mientras votaba en Rosheim, a las afueras de la Estrasburgo.

El presidente de centroderecha Emmanuel Macron conmocionó a Francia con el adelanto de estas elecciones, previstas en 2027, a raíz de la victoria del partido de la ultraderechista Marine Le Pen en los comicios europeos del 9 de junio.

Aunque su objetivo era pedir una "aclaración" política a los franceses y, a su vez, frenar a la extrema derecha, el resultado de la primera vuelta puso a RN en cabeza con un tercio de votos y las proyecciones apuntaban incluso a una eventual mayoría absoluta.

Pero, tras la primera vuelta, la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) y la alianza de centroderecha Juntos del presidente Macron tejieron más de 200 pactos locales implícitos, el llamado "frente republicano", retirando al candidato menos votado para impedir una victoria arrolladora de Le Pen y sus aliados.

Las últimas proyecciones de dos institutos de sondeos alejan al bloque ultraderechista de la mayoría de 289 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional (cámara baja), al obtener entre 170 y 210, seguidos del NFP (155 a 185) y la alianza oficialista (95 a 125).

Artistas, futbolistas y asociaciones, entre otros, llamaron también a impedir la victoria de RN, en un movimiento similar al de 2002, cuando Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, accedió por primera vez al balotaje de una elección presidencial y perdió.

"Más que nunca, hay que ir a votar. Es realmente urgente. No podemos dejar el país en las manos de esa gente", dijo el jueves el capitán de la selección francesa de fútbol, Kylian Mbappé, llamando a votar "del lado bueno".

De visita en la ciudad italiana de Trieste, el papa Francisco advirtió el domingo contra las "tentaciones ideológicas y populistas", sin mencionar a ningún país en particular.

 

Posibles escenarios para Francia

Las primeras estimaciones se conocerán a partir de las 20:00 (hora local), cuando cierren los colegios electorales, tras una campaña marcada por los insultos y agresiones a candidatos y simpatizantes, y por una retórica racista y antisemita.

Ante eventuales "desórdenes", a menos de tres semanas de los Juegos Olímpicos de París, las autoridades desplegarán 30.000 policías y gendarmes el domingo por la noche.

Los analistas advierten de un resultado incierto, que dependerá de la abstención. La participación en la primera vuelta fue casi 20 puntos superior que en 2022.

Si ningún bloque obtiene una mayoría absoluta, varias hipótesis emergen: una difícil coalición entre parte de la izquierda, el oficialismo y los diputados de derecha que no pactaron con RN, o incluso un gobierno tecnócrata con apoyo parlamentario.

El primer ministro de centroderecha, Gabriel Attal, anunció que su gobierno está dispuesto a permanecer en funciones "el tiempo que sea necesario" para garantizar la continuidad del Estado.

Independientemente del resultado, Francia vive un momento crucial de su historia política. Este podría acelerar el fin del "macronismo", ciclo iniciado en 2017 con la irrupción de Macron por el centro del espectro político. Su mandato termina en 2027.

Una mayoría absoluta de RN llevaría a su joven estrella Jordan Bardella, de 28 años, al cargo de primer ministro del primer gobierno ultraderechista en Francia desde la Liberación de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Su victoria en la segunda economía de la Unión Europea y potencia nuclear podría debilitar la influencia de Francia en Bruselas, donde ha sido uno de los principales motores de la integración europea, y socavar la política de apoyo a Ucrania.

Y sumaría un nuevo gobierno con ultraderechistas en Europa: en Italia, la posfascista Giorgia Meloni es primera ministra, y en otros como Finlandia, Eslovaquia y Países Bajos forman parte del ejecutivo.

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