AFP
El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, intentará el sábado convencer a los dirigentes chinos de que aumenten la presión sobre Corea del Norte, tras haber advertido de que la opción militar estaba "sobre la mesa" frente a la dinastía Kim.
El nuevo jefe de la diplomacia estadounidense llegó a Pekín a última hora de la mañana procedente de Corea del Sur, donde el viernes anunció el fin de la política de "paciencia estratégica" seguida por Estados Unidos respecto a Pyongyang y su programa nuclear y balísitico.
China está considerada como la única potencia con alguna influencia sobre el régimen norcoreano, hasta el punto de que el presidente estadounidense lo acusó el viernes de no ejercer suficiente presión sobre su vecino.
"Corea del Norte se está comportando muy mal", lanzó Trump en un tuit, considerando que los dirigentes de ese país habían estado "jugando con Estados Unidos durante años". "¡China ha hecho poco por ayudar!", agregó.
Corea del Norte aspira desde hace tiempo a convertirse en una potencia nuclear. Llevó a cabo su primer ensayo nuclear subterráneo en 2006, ignorando por completo la oposición internacional. Desde de entonces ha realizado otras cuatro pruebas, dos de ellas en 2016.
Esto provocó la aplicación de sanciones por parte de la comunidad internacional, incluyendo China, aunque Pyongyang siguió con su programa.
"Desde luego que no queremos (...) un conflicto militar", declaró Tillerson el viernes en Seúl. Pero si los dirigentes norcoreanos "elevan la amenaza de su programa de armas nucleares a un nivel que consideramos requiera una acción, entonces esa opción está sobre la mesa", advirtió.
¿Hacia un encuentro Trump-Xi?
Refiriéndose implícitamente a China, el jefe de la diplomacia estadounidense declaró que creía que no se había alcanzado el "nivel máximo de acción posible en el marco de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, con la participación total de todos los países. Sabemos que otros países pueden tomar medidas".
Pekín anunció el mes pasado la suspensión de las importaciones de carbón de Corea del Norte, cortando así una importante fuente de ingresos del país, que en respuesta acusó a su aliado de "bailarle el agua a Estados Unidos".
Como a Washington, a Pekín también le preocupa el programa nuclear de su vecino pero considera que Estados Unidos tienen su parte de responsabilidad en la escalada de tensiones.
El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, sugirió que Pyongyang que suspenda su programa nuclear y que, a cambio, Estados Unidos abandone las maniobras militares en curso en Corea del Sur; una propuesta que Washington rechazó.
El sábado por la tarde, hora local, Tillerson tiene previsto comparecer en rueda de prensa con Wang Yi, antes de un eventual encuentro el domingo con el presidente chino Xi Jinping. Además, podría entregarle una invitación para que visite a Donald Trump a partir del próximo mes.
La situación se ha complicado a causa del despliegue en Corea del Sur del escudo antimisiles estadounidense THAAD. Tanto Seúl como Washington aseguran que éste tiene fines únicamente defensivos.
Pero Pekín considera que el THAAD y su potente radar podrían reducir la eficacia de sus propios sistemas de misiles. China reaccionó airadamente, imponiendo una serie de medidas que Seúl interpretó como represalias económicas.