En el Malecón de La Habana destaca un enorme edificio de hormigón que rompe la estética habanera. Durante más de medio siglo la sombra de la sospecha ha rodeado este lugar que ha sido acusado de ser un "nido" de intrigas políticas contra del gobierno de Cuba.

El bloque gris de seis pisos, grandes ventanales y aspecto arquitectónico soviético es la Sección de intereses de Estados Unidos en Cuba y este lunes vuelve a recuperar la categoría de embajada que perdió cuando ambos países rompieron relaciones en 1961.

En enero de 1961, poco antes de la ruptura y en medio de acusaciones de complots y hostigamiento mutuo, Fidel Castro advirtió en un discurso que Washington debía de reducir el personal de su embajada.

"El gobierno revolucionario ha decidido que antes de 48 horas, antes de 48 horas, la embajada de Estados Unidos no tenga aquí­ ni un funcionario más de los que nosotros tenemos… (en EE.UU.)", que eran 11, según dijo.

"Mientras presionaban a otros gobiernos para que rompieran con nosotros, utilizaban ellos la embajada para introducir aquí agentes conspiradores y terroristas; porque han estado dirigiendo el terrorismo amparados en la inmunidad diplomática", proclamó Fidel.

Dos días después, los últimos funcionarios de la embajada terminaban de recoger sus cosas y echaron el cierre a la embajada.

Como se supo después las sospechas no iban desencaminadas.

Desde el triunfo de la Revolución liderada por Castro en 1959, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) urdió diversos planes y operaciones militares para acabar con su gobierno.

La desconfianza de Cuba hacia la Sección de Intereses ha sido constante. Y viceversa. En 2003 ordenó la expulsión de 14 funcionarios, asignados a la Sección de Intereses de Cuba en Washington y a la representación cubana en las Naciones Unidas.

El edificio reabrió sus puertas en 1977 tras el acuerdo entre el presidente estadounidense Jimmy Carter y Fidel Castro para permitir tener una Sección de intereses en sus respectivas capitales, bajo la protección de la Embajada de Suiza.

Décadas de desencuentros

El edificio, construido en 1953, ha sido el símbolo visible de la tensión entre ambos dos países, que el pasado 17 de diciembre anunciaron el inicio del proceso del restablecimiento de las relaciones bilaterales.

En 2006 Estados Unidos colocó un panel electrónico en lo alto de su fachada para transmitir mensajes a favor de los derechos humanos.

La respuesta del gobierno cubano fue instalar en tiempo récord un "bosque de banderas" con más de 138 enseñas negras para ocultar los mensajes de Estados Unidos.

El propio Castro inauguró el monumento, en un nuevo episodio de la llamada "Guerra de las Pancartas" iniciada en 2004 cuando los estadounidenses montaron un despliegue de luces indicando el número 75, en referencia a la cantidad de disidentes políticos cubanos encarcelados por el gobierno de Fidel Castro en 2003.

En respuesta, el gobierno de La Habana rodeó la sede de pancartas con fotos de torturas a prisioneros en Irak.

Otro incidente llegó una navidad. Los estadounidenses decoraron el jardín con un gran árbol de navidad y otros símbolos como Santa Claus, algo que el gobierno cubano vio como "provocación".

La inmensa explanada situada enfrente también fue durante este periodo escenario de manifestaciones "antiimperialistas" multitudinarias convocadas por el gobierno de Castro, en el conocido como "protestódromo".

La arquitectura del entorno de la Sección de intereses también ha sufrido los altos y bajos de la intensa relación entre ambos enemigos.

En este intercambio de mensajes, los funcionarios estadounidenses y el personal que trabaja en la sección de intereses pueden ver desde las ventanas una plataforma con la consigna "Patria o Muerte. Venceremos", construida en el año 2000 durante la disputa por la custodia del niño balsero Elián González.

El pequeño fue rescatado de las aguas del estrecho de la Florida por unos pescadores, después de que naufragara la balsa en la que viajaba con su madre, quien murió en la travesía, y se iniciara una batalla legal entre sus familiares en Miami y su padre en Cuba.

Con la reapertura de embajadas comienza una nueva etapa pero no sólo en La Habana habrá cambios.

Al amparo de Suiza

En Washington, unas cuadras al norte en línea recta con la Casa Blanca, protegida apenas por una reja no muy alta y sin seguridad visible está la casona señorial construida en 1916 que ha hecho las veces de "Sección de intereses" de Cuba.

La casa de tres pisos y estilo neoclásico está entre las embajadas de Lituana y de Polonia y pasa desapercibida en un barrio en el que solían estar las residencias de los embajadores.

Y a diferencia de las largas colas que se forman en La Habana fuera de la sección intereses estadounidense, que gestiona visas, son pocos los que acceden a este lugar que en 1978 sufrió un ataque del grupo armado cubano CORU.

Al año siguiente el grupo Omega 7, integrado por exiliados cubanos, estalló una bomba en la parte trasera del edificio.

En el interior, una gran escalera sube a los pisos de arriba donde en 2011 fue inaugurado el pequeño Bar Hemingway, dedicado al escritor estadounidense, y al que solo se puede acceder en contadas ocasiones y con invitación.

El pasado 10 de junio, daba las primeras señales de cambio al instalar un mástil en el que se arriará la bandera cubana en una ceremonia en la que está previsto que acuda el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez.

La apertura de embajadas cerrará la fase del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, pero no la total normalización, puesto que todavía quedan por dirimir algunas disputas como la petición de cuba del levantamiento del embargo económico.

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