Romain es un enfermero civil, Gabrielle una paramédica, y como miles de reservistas en el ejército suizo ambos fueron movilizados para montar el frente de la batalla contra el nuevo coronavirus, algo que no ocurría en el país desde la Segunda Guerra Mundial.
Sopla un viento helado en la plaza de armas del cuartel de Bière, a pocos kilómetros del lago de Ginebra, donde hombres y mujeres del "batallón del Hospital 2" reciben capacitación en técnicas de control de salud, antes de ir a una misión de apoyo en diversos puntos del país.
En un hangar quince soldados, algunos con mascarillas, aprenden como se usa una camilla, cómo acostar a un paciente y cómo removerlo. En una mesa próxima a los instructores se ven botellas de gel hidroalcohólico, máscaras y guantes.
El sargento Romain Berset, de 28 años, habla de su "orgullo" de comprometerse con su país, pero también reconoce "una pequeña preocupación" por haber tenido que abandonar su puesto de enfermero en la ciudad en medio de una pandemia.
Primera vez desde 1939
Considerado uno de los pilares fundadores de la nación, el ejército suizo está organizado como una milicia. El número de sus efectivos -divididos entre el Ejército y la Fuerza Aérea- se ha reducido drásticamente de unos 625.000 soldados en 1961 a alrededor de 100.000 en la actualidad.
Supervisados por unos pocos miles de profesionales, los reclutas realizan un período de entrenamiento de al menos ocho meses antes de ser llamados cada año para participar en sesiones de varias semanas de capacitación.
"Es la primera vez que el ejército de la milicia está en una movilización 'real', la última vez fue en 1939", explica el teniente coronel Raoul Barca, quien comanda el batallón estacionado en Bière y compuesto por aproximadamente 750 soldados.
En uno de los hangares de capacitación se ha establecido un área de "relajación" para que los soldados puedan consultar su computadora o teléfono móvil.
"Los soldados están confinados no sabemos por cuánto tiempo, y están separados de sus familias, de sus hijos, y por eso es esencial poder mantener el contacto social", explica el teniente coronel Barca.
La última movilización del ejército suizo en el contexto de una crisis de salud se remonta a la ola de calor de 2015. En ese momento se requirió que las tropas suministraran agua al ganado que pastaba en las montañas.
En años recientes los debates han agitado regularmente al país sobre la relevancia de retener un gran ejército de reclutamiento, considerado por algunos como costoso e innecesario, mientras que la mayoría de sus vecinos europeos se han profesionalizado.
"No me meto en esta controversia", advierte Barca. "El ejército suizo siempre ha respondido cuando se lo convocó, ya sea para compromisos de apoyo, como ahora, o para eventos internacionales como el Foro Económico Mundial" que se celebra cada año.