Durante el último tiempo se han hecho cada vez más frecuentes los robos de densímetros nucleares, artefactos utilizados para funciones como pruebas de suelo en la construcción y cuya manipulación incorrecta puede generar una emergencia sanitaria de proporciones.
Esto, ya que el densímetro cuenta con un isótopo radioactivo que, al entrar en contacto con el ser humano, es altamente nocivo para la salud. Se trata del Cesio 137, componente que en la década de los 80 causó estragos en Brasil, provocando el desastre nuclear más grande del mundo fuera de una base preparada para estas emergencias.
La génesis del desastre
En septiembre de 1987 dos recolectores de basura, Wagner Pereira y Roberto Alves, llegaron hasta un hospital abandonado en Goiânia, capital del estado de Goiás, donde encontraron un cilindro que, a simple vista era un artefacto más. Sin embargo el aparato encontrado se trataba de un equipo radiológico médico.
En concreto era una unidad de radioterapia para tratamientos contra el cáncer y fue trasladada en carretilla hasta la casa de uno de ellos, donde la desmontaron hasta encontrar los 19 gramos de Cesio 137, aunque sin saberlo.
Posteriormente los hombres vendieron lo que quedaba del instrumento a un deshuesadero y más gente entró en contacto con este isotopo radiactivo.
Manipulación mortal
Finalmente cuatro personas murieron por entrar en contacto con esta sustancia y el hecho fue conocido como "el peor desastre nuclear del mundo desde Chernóbil". También es el accidente radiactivo más grande de la historia fuera de una instalación nuclear.
Devair Ferreira —dueño del depósito de chatarra y su familia—, entraron en contacto con el Cesio de color azul brillante y se acercaron a tener contacto con él.
Días más tarde, Ivo Ferreira, hermano de Devair, tomó algunos pedazos del isotopo a su casa donde su hija de 6 años fue contaminada mientras comía.
Las víctimas fatales
Leide das Neves Ferreira, la pequeña de 6 años fue una de las personas que murieron por tener este polvo en sus organismo, al igual que Gabriela Maria Ferreira, de 38 años, quien era esposa del chatarrero Devair Ferreira.
Israel Baptista dos Santos, un trabajador de 22 años, también perdió la vida por esta emergencia radiactiva al desarrollar complicaciones respiratorias y linfáticas. Admilson Alves de Souza, también trabajador de 18 años, murió con daños pulmonares y hemorragias internas.
Revuelo y contaminados
Luego de que la fallecida Gabriela Maria Ferreira alertara a las autoridades sobre la crisis, el artefacto fue trasladado y se examinó a 110 mil personas que suceptibles de tener complicaciones al cruzarse con él. Finalmente 249 tenían niveles significativos de rediactividad en su cuerpo.
El entierro de los fallecidos se hizo en total hermetismo, ya que los cuerpos fueron colocados en pesados y gruesos ataúdes de plomo para evitar el esparcimiento de los componentes radiactivos.