Parecen preguntas fáciles de contestar y los negociadores técnicos consiguieron en cinco días reducir a la quinta parte el controvertido texto del boceto para la declaración final. También consiguieron resumir las propuestas de soluciones a un tercio, pero aún quedan abiertos muchos puntos, que solo se pueden solucionar con compromisos políticos.
Las “grandes preguntas siguen abiertas”, dice el negociador alemán Karsten Sach. También el representante de Greenpeace, Martin Kaiser, dice que las más duras aún están por venir. Desde WWF, esta semana se pidió un auténtico acelerón en la mesa de negociación de París. Para la experta de esa organización ecologista, Regine Günther, podría llegarse a un gran acuerdo o que todo quedase en el aire. Y Climate Action Network, asociación que agrupa a 900 ONG, apunta algunos éxitos positivos hasta el momento: la dinámica entre y Norte y Sur se matizó en la mayoría de los temas, menos en lo referente a la financiación. “Esta semana habrá mucho drama”, cree la portavoz Luz Gallagher, que ve posible logar acuerdos.
¿Quién financia?
Las divisiones entre países industrializados y emergentes, y entre países pobres y las nuevas naciones industriales, como China y Brasil, siguen igual de profundas que al principio de la cumbre. No hay acercamiento sobre la financiación para luchar contra el cambio climático en los países en vías de desarrollo. El ministro de Medio Ambiente de la India se declaró como representante de los pobres y desea que los países ricos sean responsables de su deuda ambiental.
Esa opinión, según la cual los países ricos deberían hacerse cargo de todos los costes relacionados con el clima, está muy extendida y también es defendida por China. Pese al aumento de su nivel de vida, el gigante asiático aún se remite a la responsabilidad histórica de Occidente. Además, hay diferencias sobre las aportaciones para el acuerdo. Los países industrializados quieren conceder entre 80.000 y 90.000 millones de dólares, y los países en desarrollo creen que es poco.
Hacia los objetivos del clima
Por lo menos, en uno de los puntos más importantes parece que se movió ficha. El grupo de los países industrializados se mostró dispuesto a reducir las emisiones de gases, siguiendo las exigencias de pequeños países-isla que tienen como objetivo lograr un límite máximo de 1,5 grados de calentamiento. Una meta que supondría una reducción de emisiones mayor que la planeada.
Según el preacuerdo de Lima, el objetivo de París sería un calentamiento máximo de dos grados. Pero aun así, las propuestas siguen superando el objetivo marcado en un 50%. Para Enele Sopoaga, primer ministro de la isla de Tuvalu, un objetivo inaceptable. “Pagamos un precio muy alto. Tras el ciclón Pam, tres de nuestras islas están sin agua, sin alimento y sin semillas. Cualquier aumento de la temperatura es una catástrofe”, reclama Sopoaga.
Para el ministerio alemán de Medio Ambiente, la posición de las islas es comprensible. Jochen Flasbarth, secretario de Estado, pidió una señal clara de cara a los objetivos: “Dos grados no aseguran que estos países se libren de catástrofes”, comentó. No obstante, otros critican que sería difícil encontrar una fórmula vinculante y que se pueda comprobar. Para los negociadores alemanes, no tendría sentido sustituir el objetivo de dos grados por el de 1,5.
Desde las filas de los activistas, la experta Regine Günther alabó la postura de los pequeños países: “Elevaron su voz y preguntaron para qué firmar un tratado que supone su fin. Era necesario decirlo y no se puede decir más claro”, concluye la experta del WWF.