Se teme que pudieron haber muerto ahogadas hasta 700 personas en su travesía desesperada desde las costas de Libia hacia Europa.

El presidente francés, François Hollande, dijo que si se confirma ese número, estaríamos ante la "peor catástrofe" en el Mediterráneo en años recientes.

El naufragio de este domingo a unos 200 kilómetros de la isla italiana de Lampedusa es sólo el último de una larga serie.

Sin ir más lejos la semana pasada se dio por desaparecidos a otros 400. Y en febrero al menos 300 murieron en el canal de Sicilia.

Sólo este año se calcula que han muerto 900 inmigrantes, en 2014 fueron más de 3.000. Todos en búsqueda de una vida mejor en el continente europeo.

Y sin que las autoridades hayan dado la respuesta contundente que amerita el caso, al menos a decir del alcalde de la siciliana Catania, Enzo Bianco.

"Es inimaginable que un continente como Europa dé la espalda a esta población desesperada que llega de Siria y Eritrea y que tiene el derecho a ser asilado en nuestras ciudades, no sólo Italia sino toda Europa", dijo Bianco.

Para Bianco, es necesario acordar políticas con los países emisores así como demostrar la fuerza de las tradiciones humanistas europeas a la hora de afrontar la crisis.

"Tenemos que decidir quién va a hacerse cargo de estos rescates en el mar y cómo van a ser organizados".

Libia, Estado fallido

Todos los naufragios de los últimos meses tienen en común que parten de Libia, país que vive un vacío institucional y policial que ha propiciado la instalación de las mafias de traficantes de personas.

Regido durante más 40 años por el estricto régimen del coronel Muamar Gadafi, el derrumbe de la institucionalidad libia comenzó con las rebeliones de 2011 en el marco de lo que se llamó la "primavera árabe".

En el derrocamiento de Gadafi tuvieron un papel crucial Francia y Reino Unido, que junto a Estados Unidos pidieron al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el establecimiento de una "zona de exclusión aérea".

La medida fue aprobada "para "ayudar a proteger a los civiles" y se tradujo en que la OTAN se hiciera cargo de una serie de operaciones aéreas que ayudaron al fin del régimen libio.

Líderes occidentales como el expresidente francés Nicolás Sarkozy o el primer ministro británico, David Cameron, viajaron a Trípoli para celebrar el triunfo de la "Libia libre".

Sin embargo, no han cesado desde entonces los enfrentamientos ni la violencia entre facciones.

En junio de 2014 se celebraron unas elecciones parlamentarias con las que se buscaba poner fin al vacío institucional creado tras el derrocamiento de Gadafi y por la proliferación de milicias armadas.

Lejos de eso, en la actualidad tenemos un país sumido en el caos, con dos gobiernos paralelos y hasta 1.700 milicias, así como la cada vez más prominente presencia del autodenominado Estado Islámico.

Recortes

Este caos institucional y la ubicación estratégica han convertido a Libia en un punto de paso idóneo para aquellos que quieren dar el salto a Europa desde África.

Las mafias de traficantes de personas han encontrado el negocio perfecto en la desesperación de los propios libios y los desplazados de la guerra siria, así como inmigrantes llegados de países como Eritrea.

Los traficantes amontonan a los emigrantes en destartalados y abarrotados barcos que no cuentan ni con una brújula para encontrar su rumbo.

Y eso ha coincidido por otra parte con el recorte de la capacidad operativa de los equipos de rescate europeos en el Mediterráneo.

En noviembre del año pasado, las autoridades italianas clausuraron la operación "Mare Nostrum", un programa de emergencia iniciado tras la muerte de 300 inmigrantes cerca de Lampedusa.

Con Mare Nostrum, los italianos rescataron a más de 100.000 personas del mar.

En su lugar, la Unión Europea (UE) puso en marcha "Tritón", al que dedica algo más de US$3 millones al año, mientras Italia invertía más de US$10 millones en Mare Nostrum.

Con un tercio del presupuesto, sus recursos son obviamente más limitados: seis barcos, cuatro aviones y un helicóptero.

Tritón surgió en medio de las divisiones sobre el asunto en el seno de los 28 países que forman el bloque europeo.

Países como Reino Unido argumentaron que aumentar los recursos para los equipos de búsqueda y rescate no haría más a incitar a más inmigrantes a asumir el riesgo de cruzar el Mediterráneo.

Otros, como Italia y Malta, en el sur, donde llegan la mayoría de los inmigrantes, argumentaban que no se podía esperar que ellos asumieran todo el peso de la crisis.

Los expertos en cualquier caso no han dejado de advertir que siempre tomaría más tiempo en llegar al lugar de los rescates.

En su momento, el secretario general del Consejo Europeo para los Refugiados, Michael Diedring, calificó de "deplorable" que la UE optara por priorizar su seguridad fronteriza a las misiones de rescate.

¿Reacción?

Pero este domingo, tras el que parece el peor incidente en aguas mediterráneas, las autoridades europeas han comenzado a hablar de adoptar medidas urgentes.

El mismo domingo, presidentes y jefes de gobierno, e incluso el papa Francisco, hablaron del horror de la masiva pérdida de vidas humanas y de la necesidad de hacer algo.

"Lo que está pasando es de proporciones épicas", dijo Joseph Muscat, primer ministro de Malta, pequeña isla entre África e Italia.

"Si Europa, si la comunidad internacional sigue mirando para otro lado ante lo que acontece, todos seremos juzgados por la historia de la misma forma que cuando Europa hizo lo mismo ante el genocidio este siglo y el pasado".

El gobierno italiano se puso a la cabeza de los países que pedían el domingo la convocatoria de una cumbre de emergencia sobre inmigración ilegal.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, dijo que estaba tratando de que ese encuentro se celebrara a lo largo de la próxima semana.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, también expresó su apoyo a una cumbre y urgió al bloque a adoptar medidas para evitar más pérdidas de vidas humanas.

"Hemos sufrido tragedias similares en nuestro país y no hay país en el mundo, sin importar lo poderoso que sea o cuántos recursos tenga, que pueda hacer frente a esto en solitario", dijo.

Policía o diplomacia

Pero ya en las declaraciones del domingo se podía entrever la diferencias en el seno de la UE con el diferente énfasis en la que debe ser la estrategia a seguir.

El vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, se centró más bien en culpar de la situación a las mafias de traficantes de seres humanos y en la solución policial.

"Todas las policías europeas y las autoridades fronterizas deben hacer todo esfuerzo posible para combatir las bandas de traficantes que se lucran con la miseria humana", dijo Gabriel.

"Necesitamos una operación internacional contra estos contrabandistas".

Por su parte, el primer ministro griego, Alex Tsipras, pidió un incremento de los recursos para equipos de rescate e "iniciativas diplomáticas" para poner fin a los conflictos en Irak, Libia y Siria.

Los ministros de Relaciones Exteriores tienen previsto un encuentro en Luxemburgo este lunes. Y sin duda el asunto estará en la agenda.

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