El juicio contra el chileno Nicolás Zepeda, acusado del asesinato de su ex novia japonesa Narumi Kurosaki comenzó este martes en un tribunal del este de Francia, en un caso que ha sacudido los tres continentes.
Zepeda, de 31 años, llegó al Tribunal de Doubs en un furgón de la administración penitenciaria, según confirmó una fuente próxima al caso.
Con el rostro parcialmente tapado por su mascarilla, y vistiendo camisa azul y corbata oscura, parecía tranquilo.
El chileno, que niega haber matado a Kurosaki, podría enfrentarse a una pena de cadena perpetua. Fue extraditado desde Chile a Francia en 2020.
La madre y la hermana menor de la víctima, Taeko y Kurumi Kurosaki respectivamente, llegaron a la corte agarradas de la mano, con mascarilla y evitando las miradas de la prensa, junto a su abogada Sylvie Galley.
Los padres de Nicolás Zepeda, que viajaron desde Santiago, llegaron poco después, juntos, con el rostro inexpresivo pero con paso decidido.
Ninguno de los abogados, ni de la defensa ni de la acusación, quisieron hacer declaraciones a los periodistas antes del comienzo de la audiencia.
"Castillo de naipes"
Desde este martes y hasta el 12 de abril, la suerte de Narumi Kurosaki, que tenía 21 años en aquel entonces y cuyo cuerpo nunca fue encontrado, centrará el juicio, cubierto por una cuarentena de medios y cuyas audiencias serán traducidas íntegramente de forma simultánea al castellano y al japonés.
En la sala, se dispusieron los elementos que conforman las pruebas, precintados, y relojes con los diferentes husos horarios de Francia, Japón y Chile. Muchos de los testigos participarán por videoconferencia.
En la primera sesión, se intentará sobre todo definir la personalidad del acusado. El miércoles, los testigos comparecerán y el jueves Zepeda será interrogado por primera vez sobre los hechos propiamente dichos, según el programa del tribunal.
"No hay ni prueba del deceso ni del lugar ni de las modalidades precisas, ni un escenario claro de lo que ocurrió [...] Este dosier es un poco como un castillo de naipes", afirmó días antes del juicio la defensa de Zepeda.
El joven chileno está detenido en Besanzón desde el verano de 2020, en régimen de aislamiento por la repercusión mediática del caso, y está defendido por Jacqueline Laffont, que fue la abogada del expresidente francés Nicolas Sarkozy.
Nicolás Zepeda afirma que pasó la noche del 4 al 5 de diciembre y también el día 5 con su ex novia. La habría dejado, en buen estado de salud, el día 6 tras lo cual habría continuado con el viaje por Europa que tenía previsto hacer.
"Ni su relación ni su trayectoria ni su personalidad aportan ningún elemento que pudiera explicar o anunciar que actuara de ese modo", insiste la defensa.
La acusación, en cambio, propone otra versión: Zepeda no habría soportado que Kurosaki rompiera su relación, el otoño anterior, y, por ello, viajó a propósito a Besanzón, donde la joven se encontraba estudiando francés, para verla por sorpresa.
El chileno la habría asfixiado en su habitación del campus universitario y luego se habría desecho del cuerpo en un bosque del Jura, en la misma región. A continuación, Zepeda habría enviado varios mensajes a los allegados de Kurosaki por las redes sociales, haciéndose pasar por su víctima, para ganar tiempo antes de regresar a Chile.
Otros escenarios
Las partes civiles -la familia de Narumi Kurosaki y el novio que tenía en el momento de su desaparición, Arthur del Piccolo- esperan que Zepeda proponga "otros escenarios [distintos] del que le acusa".
"No tenemos estrictamente ninguna duda sobre la implicación de Zepeda porque numerosos elementos del dosier establecen esta implicación", señaló Randall Schwerdorffer, abogado de Del Piccolo, en días previos al proceso.
Entre esos elementos se encuentran los datos de telefonía móvil, la geolocalización del vehículo que alquiló Zepeda durante su estancia en Francia, varias compras hechas con tarjeta de crédito -como la de unas cerillas y una lata de líquido inflamable-, o el perturbador testimonio de un primo al que visitó en España antes de volver a Chile.
En la noche del 4 al 5 de diciembre, los estudiantes que se alojaban en la misma residencia universitaria en la que vivía Kurosaki escucharon unos "gritos de terror", unos "estridentes gritos de mujer" como "en una película de terror", como si "estuvieran asesinando a alguien". Pero ninguno de ellos avisó a la policía.
Además, los mensajes que Zepeda envió a los familiares de Kurosaki habrían servido para despistar, según la acusación, lo cual retrasó todavía más el aviso de desaparición a las autoridades, que no se produjo hasta el 13 de diciembre.