La Justicia brasileña aceptó hoy (13.10.2016) la tercera denuncia penal presentada contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lo acusa de corrupción por haber favorecido a la constructora Odebrecht en negocios que hizo en África.

Lula, el presidente más popular de la historia de Brasil, se enfrenta a dos juicios por corrupción, en ambos casos por recibir presuntos pagos y favores de sendas constructoras, y en el tercero por haber tratado de callar a un testigo que le señala como uno de los cabecillas de la red que saqueó la petrolera estatal Petrobras durante al menos una década.

Caso Odebrecht

Lula, presidente entre 2003 y 2010, fue denunciado junto con el encarcelado empresario Marcelo Odebrecht y otras nueve personas por subsidios que la constructora Odebrecht obtuvo del ente público de fomento brasileño, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), entre 2008 y 2015 para obras ejecutadas en Angola.

A cambio, la empresa hizo pagos por un valor de 9,3 millones de dólares "de forma disimulada" a los implicados en las operaciones con el BNDES, según la denuncia. El BNDES congeló como consecuencia los créditos para varios contratos de empresas brasileñas en otros países.  Además Odebrecht contrató a Lula para pronunciar discursos en diversos países después de dejar la presidencia, lo que, según la fiscalía, se trataba de un medio para canalizar el pago de los sobornos.

Persecución política

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ha rechazado todas las acusaciones y ha denunciado insistentemente que es blanco de una persecución por parte de los tribunales, con el objetivo de evitar que sea candidato en las elecciones presidenciales de 2018.

Los abogados de Lula afirmaron hoy en un comunicado que el exmandatario es víctima de una "guerra jurídica" que se sostiene en "acusaciones absurdas y sin pruebas", como es el caso de la nueva denuncia, según ellos.

Asimismo, la defensa de Lula sostiene que los desembolsos por los discursos fueron legales, puesto que participó en los seminarios para los que se le contrató, una actividad que, asegura, desempeñan de forma habitual los ex jefes de Estado de varios países.

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