Los rostros de angustia muestran el mismo drama: hombres y mujeres desesperados por saber el paradero de un ser querido desaparecido.

Con la esperanza de tener buenas noticias, buscan información con las autoridades, con amigos o con testigos, y hasta salen a las calles con fotos en momentos en que cada hora que pasa pesa aún más.

Los atentados que han golpeado a Reino Unido han mostrado esa escena en las últimas semanas.

Primero el 22 de mayo, cuando algunos padres buscaban a sus hijos tras la explosión que causó la muerte a 22 personas y dejó heridas a más de 100 tras un concierto en Manchester.

Después, el pasado sábado 3 de junio, siete personas murieron y otras 40 sufrieron lesiones un ataque extremista en Londres perpetrado por 3 hombres.

Hasta este martes, al menos cuatro personas siguen desaparecidas tras el ataque en la capital británica: el español Ignacio Echeverría, quien se enfrentó a uno de los atacantes; el británico James McMullan; la australiana Sara Zelenak, y un ciudadano francés cuyo nombre no se ha hecho público.

Han pasado las horas y sus familias aún no saben si están entre los fallecidos.

Angustia

Sarah Jenkins conoce la angustia que se vive en esos momentos

Después de los atentados de julio de 2005 en Londres, que causaron la muertede 52 personas, tuvo que esperar 11 días para confirmar que su hija Emily había muerto.

Por eso ahora lucha por que se establezca un sistema que haga que familiares de víctimas de atentados estén bien informados.

"Emily era la cuarta de mis hijos, la bebé de la familia. Podía ser desobediente a veces, pero era todo un encanto. Como son todos los niños", dice Sarah.

La mañana del 7 de julio de 2005, Emily, de 24 años, estaba de camino a su trabajo en la capital británica.

"Se estaba quedando en el norte de Londres con un novio nuevo y no tenía idea de que estaba allí", recuerda Sarah.

"Así que realmente no puse mucha atención al hecho de que estaba perdida hasta que me llamó mi hija mayor y me dijo: 'Estamos todos bien; Emily está retrasada para el trabajo'. Pero no había nada nuevo en eso, a menudo llegaba tarde", añade.

Sin embargo, al no tener noticias de Emily a la hora del almuerzo, comenzó a sospechar que algo había pasado.

"Lo primero que haces es llamar a las líneas de ayuda. Te dan muy poca información, porque no tienen información", dice.

Cada vez que llamaba tenía que hacer las mismas preguntas a una persona diferente. También llamó constantemente al celular de Emily y le dejaba mensajes.

Al caer la tarde, Sarah y sus otros tres hijos no sabían bien qué hacer.

Llamaron a la policía, que siempre los dirigía a la línea de ayuda: "Recuerdo que estuve llamando toda la primera noche y por supuesto que no dormí".

La frustración por la falta de respuestas le hacía gritar.

Los hospitales

A su hijo James se le ocurrió la idea de ir a los hospitales a buscar a Emily, pero el personal médico solo los envió a una habitación a esperar.

Supieron que Emily estaba yendo hacia el sur de Londres por la línea Piccadilly del metro, así que fueron a las estaciones Kings Cross y Russell Square con la esperanza de obtener información.

Una vez más, sin éxito.

Durante todo este tiempo, Sarah tenía la esperanza que Emily estuviera viva. "No puede ser que mi hija haya muerto", se decía.

Después de tres días, la familia de Sarah finalmente se puso en contacto con un funcionario que hacía de puente con familias.

Pero no entendía por qué no se podía identificar a su hija, quien llevaba tarjetas de crédito y una tarjeta del metro, un anillo, un tatuaje en la espalda, todo lo cual Sarah había reportado a las autoridades.

"Las otras víctimas fueron identificadas lentamente, pero no tan lento como nos ocurrió a nosotros. Emily fue la última en ser identificada", explica.

Mala noticia

Más tarde, descubrió que su hija había sido una de las primeras víctimas en ser sacadas del vagón del metro que fue uno de los objetivos de los extremistas.

"Lo único que (la bomba) había hecho fue golpearle sus piernas. Estaba muy bien, aparte de eso", dice Sarah.

Luego de 11 días desde que ocurrió el atentado, el funcionario de enlace visitó a la familia para darles la mala noticia sobre la muerte de Emily.

Entonces Sarah emprendió una campaña para mejorar la información que las autoridades dan a las familias de víctimas después de un incidente mayor.

Dice que recibió la promesa del gobierno de que abrirían un sitio web oficial que informara sobre hospitales donde atienden a víctimas, así como de arreglos de funerales e indemnizaciones.

Pero el atentado de Manchester del 22 de mayo le dejó claro que nada había mejorado.

"La gente todavía estaba visitando hospitales sin resultados. Las madres todavía estaban llorando en las calles con fotografías de sus hijas, gritando '¿alguien ha visto a este niño?'", lamenta.

"No creo que nadie en la época de la comunicación rápida deba salir a la calle con una fotografía de su hija o hijo".

Complejidades

John Ramsbottom, un inspector de policía retirado, dice que la cantidad de tiempo que se necesita para identificar un cuerpo después de un atentado tiene que ver con la complejidad de la operación policial.

"Dos personas son clave en la escena", dice.

"El primero es el Agente Investigador en Jefe. Esta persona se ocupa de la investigación del delito y la extracción de toda la evidencia en la escena que nos permita llegar a la conclusión de lo que sucedió ese día", explica.

"La segunda persona es el Jefe de Identificación. Es el responsable del levantamiento de los cadáveres y la identificación".

Cada vez que una parte de un cuerpo es retirada de la escena tiene que estar bien protegida y registrada, lo que conlleva gran cantidad de documentos.

"Un gran número tiene fragmentos de la bomba, por lo que tenemos que extraer de ellos evidencias forenses, así como evidencias para su identificación", dice.

Deben asegurarse de que entregan el cuerpo correcto a los familiares.

Hay cuatro maneras de identificar definitivamente un cuerpo, explica Ramsbottom: a través de las huellas dactilares, ADN, registros dentales e implantes quirúrgicos.

Las carteras y documentos de identidad no se consideran pruebas suficientemente sólidas.

"Si no sabemos, no decimos nada", dice. "Cuando hemos hecho lo que hemos hecho, tenemos el cuerpo correcto absolutamente".

Sarah entiende que la información puede ser liberada una vez que se confirma que es cierta y que "información incorrecta es peor que cualquier otra cosa".

Pero dice que le enoja que las familias todavía estén pasando por la enorme tensión que tuvo que vivir hace 12 años.

Le gustaría un cuerpo central de coordinación que proporcione información a las familias después de un incidente mayor.

Hasta que no exista ese sitio web, no va a dejar el tema: "Espero enviar nuevamente cartas al Ministerio del Interior".

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