Un simple cambio de nombre puede cambiar el futuro de una nación.
Esto es lo que busca Macedonia, un pequeño país europeo que este domingo celebra un referendo para decidir si pasa a llamarse de otra manera.
La ex república yugoslava podría así pasar a ser Macedonia del Norte, poniendo así fin a una disputa de décadas con la vecina Grecia.
Pero el cambio de nombre, además, podría comportar importantes ventajas para este país de dos millones de habitantes.
La clave para entender por qué puede ser crucial está en la misma pregunta del referendo: ¿está a favor de ser miembro de la Unión Europea y la OTAN aceptando el acuerdo entre la República de Macedonia y la República de Grecia?
Una respuesta afirmativa allanaría el camino al cambio de nombre.
Pero, ¿qué tiene que ver el nuevo nombre con la Unión Europea y la OTAN?
Disputa de años
Macedonia declaró su independencia en 1991, cuando nuevos Estados surgieron de lo que hasta entonces había sido Yugoslavia.
Pero a Grecia no le gustó la elección del nombre de la nueva república, al considerar que implicaba un reclamo territorial sobre su propia región de Macedonia, en el norte del país.
La disputa tiene sus orígenes en la antigüedad, en la provincia romana de Macedonia, que aglutinaba ambos territorios alrededor del año 168 antes de Cristo.
De hecho, los dos también reivindican la herencia de Alejandro Magno, quien vivió dos siglos antes.
Por todo esto Grecia vetó el intento de Macedonia de unirse a la OTAN (Organización para el Tratado del Atlántico Norte) en 2008 y boicoteó las ambiciones macedonias de pasar a ser miembro de la Unión Europea (UE).
También forzó a Naciones Unidas y a otras organizaciones internacionales a referirse al país como Antigua República Yugoslava de Macedonia.
La solución que propone el referendo es un compromiso. Macedonia tendría que aceptar un "adjetivo geográfico" en su nombre, mientras que Grecia aceptaría que sus vecinos del norte son macedonios que hablan macedonio, en lugar de un pueblo eslavo sin relación con esa identidad.
La relevancia del cambio
Si se produce el cambio de nombre, Grecia pondrá fin a su veto al acceso de Macedonia a la OTAN y la UE, lo cual es considerado crucial para el progreso del país por parte de los favorables al cambio.
"No cambiamos nuestro nombre porque queramos", declaró el primer ministro Zoran Zaev a la BBC.
"Lo hacemos por nuestro futuro en la Unión Europea y la OTAN. Todo el mundo sabe por qué lo hacemos", agregó.
Formar parte de ambas alianzas tiene consecuencias económicas.
"Formar parte de la OTAN traería estabilidad y seguridad, lo que es importante para la inversión", dijo Zaev a Reuters.
La cuestión es particularmente importante para los más jóvenes.
"Los jóvenes son un cuarto de la población, y son uno de los grupos más marginados", explica Dona Kosturanova, del Foro Educativo Juvenil.
"Pasan dificultades por una mala educación, un elevado desempleo y las pocas oportunidades que hay para prosperar. Están desesperados por ver un avance hacia un ambiente próspero", agrega.
Macedonia es, en efecto, uno de los países más pobres de Europa, con un salario medio de US$470 y un desempleo del 20%.
Un cuarto de su población en edad activa está desempleada, lo que supone una de las tasas más altas de los Balcanes.
Además, su economía se detuvo el año pasado tras dos años de crisis financiera.
Diplomáticos occidentales perciben la integración de los países de los Balcanes Occidentales en la OTAN y la UE como la mejor forma de estabilizar y desarrollar la región, afirma el periodista de Reuters en Skopje (capital macedonia) Kole Casule.
La región todavía sufre de la inestabilidad derivada de las guerras de la década de los 90 tras la fragmentación de Yugoslavia.
"Nuestros ciudadanos estaban hartos del problema", asegura el ministro de información de Macedonia, Damjan Manchevski. "Llevaba demasiado tiempo pesando sobre Macedonia y no nos dejaba avanzar".
No todos están de acuerdo
Pero el acuerdo con Grecia no es percibido unánimemente como la mejor manera de conseguir esos objetivos.
La analista política Marija Ristreska opina que el acuerdo se está apurando demasiado.
"Los académicos no han sido involucrados en el debate político y tampoco todos los partidos. Así que tenemos un acuerdo manufacturado entre ciertos actores políticos sin un consenso social general, que está condenado a no tener éxito a largo plazo", le dijo a la BBC.
Y, en todo caso, el acuerdo todavía enfrenta obstáculos.
Para empezar, tiene que votar más de la mitad del electorado para que el referendo de este domingo sea válido. Y, según algunas fuentes, una campaña online ha intentado reducir este nivel de participación.
De hecho, todo indica que las fábricas de noticias falsas de Rusia -que se hicieron famosas globalmente después de las elecciones estadounidenses de 2016- ahora están trabajando ahora en Macedonia.
Un estudio de la Comisión Trasatlántica en Integridad Electoral encontró que numerosas cuentas automáticas de Twitter estaban tratando de controlar el debate en las redes sociales en vísperas del referendo.
"Cuentas falsas son responsables de una gran de la conversación general online, en una proporción mayor que lo que hemos visto en otras elecciones, incluyendo las de Italia y México", asegura el analista senior de la Comisión Transatlántica de Integridad Electoral, Fabrice Pothier.
"La narrativa es por el boicot: los orquestadores están intentando desmovilizar a la gente", mantiene Pothier.
Pero además, incluso si se supera el umbral de participación y una mayoría vota a favor, la asamblea nacional macedonia tiene que ratificar el cambio con una mayoría de dos tercios.
Y luego el tema pasaría al parlamento griego, donde el gobierno de Alexis Tsipras está en una precaria situación, pues su socio minoritario ha amenazado con abandonar la coalición por este asunto.
"Algo tiene que cambiar, no podemos seguir así", dijo a Reuters Solomon Bicakcic, de 52 años.