Los gobiernos de Francia e Italia viven un enfrentamiento diplomático.

La disputa se agravó el jueves, cuando Francia llamó a consultas a su embajador en Italia y manifestó su protesta por los "ataques infundados y afirmaciones ofensivas" de líderes italianos.

La situación "no tiene precedentes" desde finales de la Segunda Guerra Mundial, dijo el Ministerio de Exteriores de Francia.

Este último enfrentamiento se produce después de que el vicepresidente italiano, Luigi Di Maio, se reuniera con miembros del movimiento de los "chalecos amarillos" cerca de París el martes de esta semana.

Di Maio subió una foto suya a Twitter con un grupo de personas, incluida Ingrid Levavasseur, promotora de una lista de ese movimiento para las próximas elecciones al Parlamento europeo de mayo, la Reunión de Iniciativa Ciudadana.

Francia consideró "inaceptable" esa reunión y le avisó de que no interfiriera con la política del país.

Las relaciones entre ambos países se tensaron desde que el populista Movimiento 5 Estrellas y el partido de derecha La Liga formaran un gobierno de coalición en junio de 2018.

Ambos gobiernos se han enfrentado por una variedad de temas, entre ellos la inmigración.

¿Qué dijo Francia?

"Durante varios meses, Francia ha sido objeto de repetidas acusaciones, ataques infundados y afirmaciones ofensivas", dijo el Ministerio de Exteriores el jueves.

"Las interferencias más recientes constituyen una provocación añadida e inaceptable".

"Esto no tiene precedentes desde el fin de la guerra. Estar en desacuerdo por algo es una cosa, pero instrumentalizar una relación con fines electorales es algo distinto", afirmó.

El ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, buscó posteriormente aligerar las tensiones, diciendo que estaría dispuesto a mantener conversaciones con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Pero para "restablecer" relaciones dijo que Francia debe abordar temas "fundamentales". Pidió a París que entregue militantes de izquierda reclamados por Italia y que deje de "devolver" a migrantes.

También se quejó de que los largos controles fronterizos franceses causan embotellamientos de tráfico en la frontera.

Salvini emitió un ataque personal directo contra Macron el mes pasado, diciendo que espera que el pueblo francés sea pronto capaz de "liberarse de un presidente terrible".

"La oportunidad llegará el 26 de mayo (fecha de las elecciones europeas) cuando finalmente el pueblo francés será capaz de retomar el control de su futuro, destino, (y) orgullo, los cuales están mal representados por un personaje como Macron".

El miércoles, el Ministerio de Exteriores francés calificó la visita de Di Maio de una "nueva provocación" que "no es aceptable entre países vecinos y socios en el corazón de la UE".

Según el corresponsal de la BBC en París, Hugh Schofield, el enfrentamiento representa un nuevo punto bajo en las relaciones entre París y Roma, que se están deteriorando rápidamente.

El contexto

Gran parte de la tensión entre ambos países se ha centrado en la migración.

Cuando Francia criticó a Italia por no permitir amarrar en sus puertos a los barcos que transportan migrantes en el Mediterráneo, Italia respondió acusando a Francia de rechazar aceptar a migrantes.

Italia dice que Francia ha reenviado migrantes a través de la frontera norte de Italia.

En enero, Francia llamó a consultas al embajador de Italia después de que Di Maio dijera que París nunca ha "dejado de colonizar decenas de Estados africanos".

También el mes pasado, Salvini acusó a Francia de dar cobijo a 14 "terroristas" buscados por Italia, después de que un exmilitante fugitivo fuera extraditado desde Bolivia.

Francia también está impaciente con Italia por la construcción de una conexión de alta velocidad ferroviaria entre Lyon y Turín, sobre la cual los socios de la coalición gobernante no se ponen de acuerdo.


¿Quiénes son los "chalecos amarillos"?

Los "chalecos amarillos" comenzaron a manifestarse por primera vez en noviembre, por aumentos de los impuestos sobre el combustible. En su opinión, la medida perjudicaba a quienes viven en zonas remotas de Francia y que dependen de los automóviles.

El nombre del movimiento deriva del chaleco amarillo de alta visibilidad que usan los manifestantes, y que los automovilistas franceses están obligados por ley a llevar en sus vehículos.

Pero desde sus primeras marchas, y el posterior giro del gobierno en la medida sobre los impuestos al combustible, sus demandas se han ampliado y ahora incluyen aumentar el poder adquisitivo de los franceses y permitir los referendos populares.

Di Maio ha encontrado una causa común con los manifestantes, instándolos a no rendirse y ofreciéndoles "el apoyo que necesitan", en desafío a París.


 

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