Dos setos en forma de oveja y un mural con unas montañas nevadas dan la bienvenida a Barcelonnette, un coqueto pueblo francés escondido en medio de los Alpes.
Pero la pequeña "Barcelona de la Provenza" -como se la llama en el dialecto local- no espera mucho para recordarles a sus visitantes que, aunque su esencia es alpina, también lleva con orgullo el apodo de "La mexicana".
Su nombre puede remitir a Cataluña y España -y la frontera con Italia está a nada más 31 km- pero la primera plaza del pueblo se llama Valle de Bravo, como la población del Estado de México con la que esta remota localidad se hermanó en 2004.
La Avenue Porfirio Díaz, sin embargo, existe desde hace 110 años, pues fue en 1907 que el alcalde local le pidió al siete veces presidente mexicano permiso para bautizar con su nombre "a la más bella de las avenidas de Barcelonnette".
Y para celebrar una relación que es todavía más antigua, todos los veranos las calles de este pueblo de 2.700 habitantes se llenan de banderas mexicanas y música de mariachis.
Con sus elegantes trajes negros, con detalles plateados, los integrantes del Mariachi Jalisco son toda una visión en medio del paisaje alpino, generalmente dominado por los esquiadores durante el invierno y los amantes de las montañas durante el verano.
Pero en esta soleada tarde de agosto no son los únicos que deambulan por las estrechas calles de Barcelonnette luciendo sombreros de charro.
Y entre la pequeña multitud que los sigue animada, y se detiene a escucharlos en esquinas y plazas, hay muchos que exhiben una sorprendente familiaridad con su música -especialmente si se considera que la Place Valle de Bravo está a más de 9.600 km de la Plaza Garibaldi, el hogar de los mariachis en la capital mexicana.
"La gente aquí realmente sabe de mariachis", le confirmará luego a BBC Mundo Stéphane Kochoyan, director artístico de las Fiestas Latino - Mexicanas, que se han estado celebrando en Barcelonnette todos los agostos desde hace más de 30 años.
"Por ejemplo, se dan cuenta si la trompeta entra tarde. ¡Y reclaman!", destaca, mientras espera por una de las presentaciones nocturnas del Ballet Folklórico Magisterial de Chiapas, el otro plato fuerte del festival de este verano.
Pero, ¿de dónde viene la conexión mexicana de Barcelonnette?
¿Y cómo fue que este remoto rincón de los Alpes terminó convirtiéndose en el pueblo más mexicano de Francia?
Fortunas mexicanas
En cierta forma, la respuesta está en las llamadas "Mansiones Mexicanas", lujosas viviendas de veraneo que, a pesar de su nombre, arquitectónicamente remiten más a la Costa Azul que a tierras aztecas.
Hay 51 en Barcelonnette y 18 en la vecina población de Jausiers. Y no tienen igual en los Alpes.
En algunos casos, cierta conexión con México se puede adivinar en pequeños detalles, como unos azulejos decorativos que adornan el friso de una ventana.
Otras la explicitan en sus nombres: una se llama Villa Puebla, hay una Villa Durango y una Villa Morelia.
Pero si se las conoce como "Mansiones Mexicanas" es porque dan testimonio de las gigantescas fortunas que numerosos emigrantes de la zona -conocidos como barcelonnettes- acumularon en aquellas tierras lejanas.
Y el majestuoso vitral que decora a la más joven y famosa de todas -la Villa Bleu, un edificio Art Déco reconocido como patrimonio del siglo XX por el Ministerio de Cultura francés- se puede leer como un rompecabezas en el que se juntan varias de las piezas clave de esa historia extraordinaria, que también es parte de la historia del México moderno.
"En la parte de arriba vemos las montañas, que pueden ser las de aquí, de los Alpes, tanto como los volcanes alrededor de Ciudad de México", la describe Michel Armand, quien nació y vive en la capital mexicana, pero todos los años regresa a la tierra de sus abuelos.
"Luego bajamos un poquito y vemos, a la izquierda, las chimeneas de la fábrica de telas que tenían. Y a la derecha está la mega tienda donde vendían todo eso", me orienta.
De "cajones de ropa" a grandes almacenes
Durante siglos, los habitantes del Valle del Ubaye -en el que está enclavada Barcelonnette- dedicaron los inviernos que los obligaban a abandonar sus actividades agrícolas al comercio itinerante, especialmente de textiles.
Y a eso también se dedicó originalmente la mayoría de los que se marcharon a México, incluyendo el abuelo paterno de Armand, quien abrió su primer negocio en el centro de Ciudad de México en 1905.
"Eran tienditas no muy poco glamour, como puedes ver todo es muy austero, los cajones con los rollos de tela, etc.", explica mientras muestra una vieja fotografía en blanco y negro del local de su abuelo.
"Pero después esa tienda se volvió tan famosa que tuvieron que cambiar de lugar y después se volvió un centro comercial. Y era un centro comercial muy prestigioso, porque estaban todas las tiendas de joyería, de zapatos, todas las cosas más elegantes de México", cuenta.
Ya poco queda de "Casa Armand", pero entre los numerosos comercios fundados por los barcelonnettes también están El Puerto de Liverpool y el emblemático El Palacio de Hierro, que siguen siendo parte de la vida cotidiana de millones de mexicanos.
Y muchos de los más bellos edificios en varias ciudades del país en su momento también albergaron otros florecientes almacenes de barcelonnettes como El Puerto de Veracruz o Las Fábricas de Francia.
De hecho, según algunas estimaciones, a finales del siglo XIX los emigrantes del Valle de Ubaye controlaban aproximadamente el 70% del comercio textil en México y eran responsables por el 27% de toda la inversión extranjera.
A la investigadora de la Universidad de Puebla Leticia Gamboa esta cifra le parece algo exagerada. Pero la historiadora -autora de varios textos sobre el tema- no discute el protagonismo de los barcelonnettes.
Algo que también destaca Hélène Homs, la directora del Musée de la Vallée -el museo de Barcelonnette- que funciona en una de las imponentes "Mansiones Mexicanas".
"Llegaron a tener una gran visibilidad e influencia. Eran negociantes pero también se convirtieron en los banqueros del régimen de Porfirio Díaz", le dice a BBC Mundo.
"Tenían tiendas, tenían fábricas, tenían bancos", resume.
Entre los cerca de 60.000 descendientes de barcelonnettes que se estima viven en México, Homs incluye a personalidades como el exalcalde de Ciudad de México Marcelo Ebrard y el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean.
Mientras que una caminata por entre las elegantes tumbas de mármol y granito del cementerio local también revela otros apellidos, como Derbez, lo que sugiere que lo mismo se puede decir de Eugenio Derbez, uno de los comediantes más famosos de México.
Según la leyenda, sin embargo, todo empezó con tres hermanos de apellido Arnaud, quienes llegaron a tierras mexicanas alrededor de 1820.
Nacidos en Jausiers, a un par de kilómetros de Barcelonnette, primero emigraron a Luisiana -el territorio francés que pasó a ser parte de Estados Unidos en 1803- y de ahí cruzaron a México.
Alentados por la fortuna que acumularon ahí gracias a su almacén "Las siete puertas", numerosos jóvenes de la región emprendieron el viaje a tierras mexicanas.
El éxodo no se detuvo hasta mediados del siglo pasado, cuando los cambios económicos y sociales en México y Francia hicieron a esta migración menos atractiva o rentable.
Una huella duradera
De acuerdo a Laurent Sumerly, el presidente de la asociación histórica local Sabença de la Valeia, se estima que en total unos 2.500 habitantes del Valle de Ubaye se marcharon a México.
Es una cifra increíble si se considera la huella que dejaron en México. Y es más notable aun cuando se piensa que, en la actualidad, la población de todo el valle ronda nada más los 8.000 habitantes.
"La gente de esta zona los Alpes siempre ha migrado, pero para regresar. Y la de los barcelonnettes a México en cierta forma es el último capítulo de una tradición que se remonta al menos al siglo XV", explica Sumerly, quien también ha identificado casos de migración desde el valle a otros países latinoamericanos, incluyendo Guatemala, Argentina y Chile.
"Pero la migración a México fue mucho más espectacular. Y fue excepcional por el impacto que tuvo sobre la economía de México, por el número de gente que se fue y sobre todo porque se fueron por muchísimo tiempo o no regresaron", destaca.
Para Homs el gran reto del museo a su cargo -donde hay toda una sala dedicada a la exitosa migración de los barcelonnettes- es precisamente empezar a rescatar también la historia de los olvidados: de aquellos que, por una razón u otra, nunca regresaron.
"A menudo recibimos a 'primos' de México. Y muchos son descendientes de las grandes familias. Todavía hablan francés, tienen la doble nacionalidad y los recursos necesarios para venir a Europa y a Barcelonnette cuando les da la gana", le dice a BBC Mundo.
"Pero cada vez más, especialmente desde hace 15 años, hemos estado recibiendo otro tipo de mexicanos, muy diferentes, que llegan en búsqueda de sus raíces", cuenta.
Malos recuerdos
Eso también está ayudando a que más y más familias del valle redescubran vínculos con México que ignoraban o que habían enterrado.
"Todas las familias originarias de acá, tuvieron o tienen familia allá", afirma el alcalde de Barcelonnette, Pierre Martin-Charpenel.
"Aunque claro, México no sólo dejó buenos recuerdos entre la gente", destaca.
Efectivamente, no todos los que viajaron desde acá a tierras americanas tuvieron el mismo éxito.
La ostentación de riqueza de muchos de los "mexicanos" -como los locales se acostumbraron a llamar a aquellos que emprendieron el viaje- no fue especialmente bienvenida por los que fueron dejados atrás por la fortuna o sus familiares.
"Muchos los acusaban de no haber hecho nada por el Valle", recuerda el alcalde.
"Pero hay muchos que ciertamente hicieron cosas muy valiosas: por ejemplo financiando la construcción de la iglesia, el colegio, la alcaldía?".
Fueron también los "mexicanos" de Barcelonnette los que crearon la primera empresa de transporte, "pues ellos también había sufrido del aislamiento", cuenta el alcalde.
Aquí todavía no llega el tren. Así que mi trayecto empezó con un vuelo a Marsella y 227 kilómetros en un auto alquilado.
Para Martin-Charpenel, el aislamiento de Barcelonnette es "un problema que hemos tratado de presentar como una ventaja".
La ventaja de ser "La mexicana"
Según el alcalde, en esa situación la conexión con México le sigue rindiendo un importante servicio a una población que hoy depende casi exclusivamente del turismo.
"La importancia es difícil de medir, pero indudablemente es importante", cuenta mientras cenamos en el restaurante Adelita, el único 100% mexicano en cientos de kilómetros a la redonda.
A esa hora las calles de Barcelonnette todavía rebosan de turistas llegados al valle para pasear por las montañas, volar en parapente o practicar rafting en las aguas verdosas del río Ubaye.
El alcalde reconoce que para estas fechas, al igual que durante la temporada de esquí, la zona siempre tendría muchos visitantes.
De hecho, se estima que unos 300.000 turistas visitan el valle durante el año.
"Pero las Fiestas Mexicanas suman", asegura Martin-Charpenel.
"Para un pequeño pueblo como nosotros la notoriedad es importante", explica.
"Y lo que nos distingue de todos los demás es nuestra conexión mexicana".
Una historia viva
Que esa conexión sigue viva y ofreciendo oportunidades, lo atestigua la fiesta de bautismo de la hija del cónsul honorario de México en la ciudad, Jean Chabre.
Como alcalde de la ciudad (1983-2008), Chabre fue el gran impulsor del redescubrimiento del pasado mexicano de Barcelonnette y de su celebración, con las fiestas de agosto.
Y a inicios de siglo sus dos hijos repitieron el viaje que más de cien años atrás también había hecho su bisabuela.
"Siempre tuvimos un pie en México. Tenemos primos allá, yo iba todos los años", recuerda el exalcalde.
"Eventualmente mis dos hijos decidieron instalarse allá", cuenta.
Gabriel y Emmanuel, sin embargo, no se dedicaron al comercio textil como sus antepasados: el primero es el director y el segundo el chef de Galiachef, empresa dedicada a la cocina francesa.
Y a diferencia de muchos de los primeros barcelonnettes, que se casaban entre ellos, ambos eligieron como pareja a mexicanas de pura cepa.
Es sin embargo en el amplio jardín de una vieja "Mansión Mexicana" que conecta con ese pasado que todos festejan a Justine, la hija de Gabriel y Beatriz y el más reciente fruto de la historia de amor entre Barcelonnette y México.
"Es una historia a la vez viva y muy vieja", dice el orgulloso abuelo de la pequeña.
"La aventura de nuestros ancestros terminó, pero otras apenas empiezan".