Teotihuacán, "la ciudad de los dioses".
Ese es el nombre y la traducción con la que se conoce a una de las urbes prehispánicas más importantes de México, donde se levanta la imponente Pirámide del Sol.
Pero una investigación recién publicada, avalada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mexicano, asegura que el significado del nombre es otro.
En realidad se trataría de "la ciudad del sol".
Como explica a BBC Mundo la arqueóloga Verónica Ortega, quien junto a sus colegas Edith Vergara y Enrique del Castillo realizó el estudio, el problema se origina en la traducción de las crónicas coloniales.
Además, se dieron cuenta que las investigaciones previas nunca había indagado sobre cuál era el significado más fiel al nombre que se le dio a esta ciudad.
"Nunca se cuestionó si realmente era 'el lugar de los dioses'. Pero sobre todo, ese nombre hacía que el sitio o las ruinas se perdieran en la historia, porque lo ubicaban solamente como un lugar mítico", dice Ortega.
La ciudad misteriosa
Muchas de las imponentes construcciones de Teotihuacán siguen en pie hoy en día, pero de esta urbe los investigadores conocen relativamente poco.
Se sabe que fue fundada alrededor del año 100 a.C. y quedó en ruinas hacia el año 650 d.C.. Pero casi nada se sabe de quiénes eran sus pobladores, qué lengua hablaban o por qué se dio su caída.
A su alrededor hubo otras sociedades, como los otomíes, los chichimecas o los acolhuas, que tuvieron conocimiento de la existencia de Teotihuacán.
El nombre de la ciudad, y su posterior adaptación al español "Teotihuacán", es el que le dieron los mexicas (comúnmente llamados aztecas).
Esa cultura se estableció a partir del año 1325, es decir, más de 700 años después de que Teotihuacán quedara en ruinas.
Esa palabra, explica la arqueóloga Ortega, fue traducida al español en los escritos del cronista español Fray Bernardino de Sahagún.
"Todas las investigaciones que han utilizado el nombre de Teotihuacán lo han hecho repitiendo lo que dice Fray Bernardino de Sahagún, pero no se había investigado", dice la arqueóloga a BBC Mundo.
"Nadie más cuestionó o verificó si antes de los informantes de Fray Bernardino de Sahagún había alguna otra referencia al sitio", señala.
Es por ello que la nueva investigación se dio a la tarea de encontrar las raíces más profundas sobre Teotihuacán y su significado, y para ello fue fundamental el Códice Xólotl.
La lámina VI
Partiendo del principio de que no hay documentación que indique cómo llamaban los teotihuacanos a su ciudad realmente, los investigadores trataron de encontrar las evidencias más antiguas.
Una de ellas es el Códice Xólotl, un documento pictográfico creado hacia el año 1524 que narra la historia de cuatro siglos de la región y marca algunos de los puntos geográficos más importantes.
"Encontramos una losa que indica que el sitio se llama 'Teo uacan' y no 'Teotihuacán'. Por eso empezamos a investigar cuál era el nombre que los informantes les habían dado a las personas que hicieron el Códice Xólotl", explica Ortega.
La lámina VI de este documento fue la clave para encontrar el glifo -un signo grabado- más antiguo de esta urbe, es decir, la referencia lingüística más antigua conocida sobre la mítica ciudad.
"Haciendo un análisis vimos una evolución del glifo", explica Ortega.
Con la fundación de la ciudad mexica de Tlatelolco, en 1338, se ve la primera alusión a Teotihuacán.
Después el Códice Xólotl muestra un evento, ubicado entre 1409 y 1427, en el que aparecen un par de pictografías que representan a una pirámide y un sol, a la postre será el glifo de Teotihuacán.
Así es como llegaron a la conclusión que el verdadero significado era "la ciudad del sol" y no la "la ciudad de los dioses".
Su simbolismo
Teotihuacán es uno de los centros arqueológicos más importantes de México, visitado en 2017 por más de 4,2 millones de personas.
Pero la fascinación por estas ruinas no ha sido exclusiva de la época moderna, pues los mismos mexicas y otros pueblos de los alrededores tuvieron una relación especial con aquella ciudad abandonada.
"No por nada mandaban a gente a que excavara las ruinas y llevara piezas para ofrendarlas al Templo Mayor, por eso ahí hay muchas piezas teotihuacanas", dice Ortega.
Pero fundamentalmente era una ciudad que "tenía un valor simbólico impresionante" y, como el vocablo original alude, "ahí se nombraba al Sol, al legítimo gobernante".
"Teotihuacán era un espacio donde se legitimaba a los gobernantes durante el postclásico. Por esto, el llamarle 'la ciudad del sol' era 'la ciudad del gobernante'. Ahí se nombraba a los gobernantes", afirma Ortega.
Aunque el estudio de Ortega, Vergara y Del Castillo es una propuesta abierta a la discusión académica, el INAH dijo a BBC Mundo que está avalada por ese instituto oficial del gobierno mexicano.
Es por ello que en un futuro cercano si bien es probable que no cambie la nomenclatura Teotihuacán, pues ya está adoptada así popularmente, ésta sea conocida ahora como "la ciudad del sol".