Los habitantes de la ciudad de Lytton, al suroeste de Canadá, vivieron un auténtico infierno el pasado verano, cuando una chispa provocó un incendio que arrasó la ciudad en apenas unas horas.

Una ola de calor de récord en esta zona, que alcanzó temperaturas de más de 49 grados, puso las bases para la desgracia. Tan solo faltaba una chispa.

Una chispa que para algunos residentes de esta ciudad llegó desde las vías del tren, que continuaron activas durante la dura ola de calor.

Ahora, los evacuados, muchos miembros de la comunidad indígena, se encuentran en alojamientos temporales. No hay un plan firme para que estos regresen a Lytton. Incluso algunos no podrán regresar jamás.

 

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