Dos lujosas mansiones que el gobierno ruso posee en Estados Unidos han desatado una disputa entre ambos países que no ha hecho sino acentuarse con el tiempo.
El gobierno del expresidente Barack Obama ordenó en diciembre pasado la expulsión de diplomáticos rusos y el embargo de estas propiedades, ubicadas en los estados de Nueva York y de Maryland.
Ahora, Rusia las quiere de vuelta bajo la amenaza de tomar represalias contra Washington.
La semana pasada, la vocera del Ministerio del Exterior ruso, María Zajárova, dijo que su país estaba considerando tomar "medidas específicas" contra EE.UU., incluida la posible expulsión de 30 diplomáticos y del embargo de inmuebles estadounidenses en Rusia.
Funcionarios rusos y estadounidenses tienen planeado discutir sobre el asunto este lunes.
El subsecretario de Estado estadounidense, Thomas Shannon, recibe en Washington al viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov.
Sin embargo, miembros del gobierno de Moscú han declarado previamente que "no hay nada que discutir".
"Nos parece absolutamente inaceptable establecer condiciones para devolver propiedades diplomáticas, creemos que deben devolverlas sin condiciones ni conversando", dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
¿Cuál es la historia detrás del cierre de estas propiedades?
A finales de diciembre del año pasado, el gobierno de Obama expulsó a 35 diplomáticos rusos y cerró las dos propiedades debido a sospechas de una intromisión de los rusos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, celebradas el pasado 8 de noviembre.
El expresidente actuó contra Rusia luego de que fuentes de inteligencia de EE.UU. acusaran a funcionarios del gobierno de Moscú de atacar las computadoras del Partido Demócrata para socavar la campaña presidencial de Hillary Clinton, rival de Donald Trump.
Para los agentes de inteligencia estadounidenses, las dos propiedades diplomáticas estaban equipadas con más que canchas de tenis y lujosas habitaciones.
Ambas contaban con sistemas sofisticados de comunicación y servían como instalaciones de espionaje, según el gobierno estadounidense.
El Departamento de Estado se refirió a estas en diciembre como "recintos", lo que sugiere un amplio complejo de alta seguridad.
Pero Moscú ha negado las acusaciones y argumenta que los inmuebles solo son sitios de descanso para sus diplomáticos.
La mansión de Maryland
Está en el estado de Maryland, en el este del país y tiene un terreno de 18,2 hectáreas.
El entonces gobierno soviético la compró en 1972 y la usó como un resort vacacional.
En 1987, un reportero del diario The Washington Post pudo ver las instalaciones por dentro gracias a un tour que le dio Oleg Sokolov, entonces ministro de la Embajada Soviética en Washington.
Bajo el titular "Un raro vistazo al resort de los soviéticos en la coste este", el artículo describía la presencia de cámaras de video y una verja, pero también la actitud abierta de su anfitrión.
"No tenemos nada que esconder aquí", dijo Sokolov, vestido para jugar tenis.
Cuando la Unión Soviética colapsó en 1992, el inmueble se vendió a la Federación Rusa.
La mansión de Nueva York
Está en la ciudad de Glen Cove, en la isla de Long Island, a menos de dos horas en auto desde Manhattan, en Nueva York.
La construcción tiene 49 habitaciones y está rodeada de bosques, como la de Maryland. Según el gobierno de EE.UU., la ubicación de ambos inmuebles es ideal para escuchar comunicaciones de forma clandestina.
Los rusos son dueños desde hace años del inmueble, que antes era propiedad del empresario industrial George Dupont Pratt.
El diario The New York Times reportó que las relaciones se tornaron tensas en 1982, cuando el gobierno del expresidente estadounidense Ronald Reagan acusó a los rusos de espiar a las industrias tecnológicas y de defensa de Long Island.
En represalia, el consejo de la ciudad de Glen Cove retiró el acceso gratuito al estacionamiento de la playa para los rusos y les restringió los permisos para usar las canchas de tenis.
Sanciones
El equipo de campaña del presidente Donald Trump está bajo investigación por una supuesta colusión de los rusos en las elecciones presidenciales.
El Kremlin ha negado haber interferido en la contienda electoral.
Las sanciones de Obama en diciembre de 2016 se sumaron a las que ya había, como una amonestación por el rol de Rusia en el conflicto con Ucrania.
En ese momento, el presidente ruso Vladimir Putin se abstuvo de tomar medidas contra Estados Unidos, a diferencia de otros momentos de tensión diplomática. Trump ya había sido electo para suceder a Obama semanas antes.
Sin embargo, el gobierno ruso dijo que Trump "no había presentado un plan para resolver la crisis" cuando se abordó el asunto en la cumbre de líderes mundiales del G20 en Hamburgo el pasado 7 de julio.
Tampoco se realizó una reunión estipulada el pasado junio en San Petersburgo, que se canceló luego de que Washington añadiera a 38 ciudadanos rusos y organizaciones a su lista de sanciones a Rusia por su actividad en Ucrania.
El corresponsal de la BBC en Moscú, Steve Rosenberg, señaló que el presidente Trump se enfrenta a una situación complicada, pues si devuelve las propiedades consolida su imagen de simpatizante del gobierno ruso y si no lo hace, complica todavía más las relaciones con el Kremlin.