La OTAN está de cumpleaños pero el ambiente no está para fiestas.
El 70 aniversario de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte se está llevando de manera extraordinariamente discreta en lo que incluso los portavoces de la alianza rechazan que se catalogue como "cumbre".
Insisten en que el encuentro de esta semana a las afueras de Londres es una reunión "menor", recuerdan que ya hubo una gran cumbre el año pasado y adelantan que esta reunión no emitirá el tradicionalmente extenso comunicado de conclusiones y planes futuros.
¿Por qué tan recatada? La OTAN es, después de todo, lo que muchos de sus adeptos llaman, no sin justificación, la alianza militar más exitosa de la historia.
Fundada en 1949 para la defensa colectiva de sus miembros, la OTAN vinculó la seguridad de Estados Unidos con la de sus aliados europeos contra la entonces Unión Soviética. Y vio cómo se acabó el comunismo, derrotando al bloque soviético sin disparar un solo tiro.
Oficialmente, se involucró por primera vez en una guerra en los Balcanes, en los 90. Luego se planteó una nueva ruta: las llamadas operaciones "fuera del área", más allá de las fronteras de la organización, principalmente sus operativos en Afganistán y la más amplia guerra contra el terrorismo.
La OTAN también se encaminó en un programa de expansión, casi duplicando su tamaño. Hoy en día, tiene 29 miembros con Macedonia del Norte a punto de unirse a sus filas.
OTAN -que es tanto una alianza diplomática como militar- ha jugado un papel clave en el establecimiento de nuevas democracias en Europa, desde el Báltico hasta los Balcanes, volviéndolas más resueltas y envolviéndolas dentro de un formidable marco de seguridad.
Pero, ¿habrá producido esto una OTAN más fuerte? El respetado analista de defensa británico Michael Clarke dice que "no".
"OTAN es en efecto la más grande alianza que el mundo jamás ha visto hoy en día, con unos 30 miembros, tiene menos de la mitad de la fuerza que tenía cuando tenía la mitad de ese tamaño", afirma el profesor Clarke.
"La OTAN está en aprietos -sostiene- aunque todavía tenga muchas capacidades".
Internamente, la expansión de la alianza se interpreta como algo bueno. El secretario general, Jens Stoltenberg, me la describió como un "éxito histórico" que la alianza esté ayudando a difundir la democracia y el imperio de la ley.
¿Una nueva Guerra Fría?
La expansión de la OTAN ha llevado sus fronteras 1.600 kilómetros más cerca de Moscú.
Los países que otrora fueron ocupados por el Ejército Rojo e incorporados a la Unión Soviética, como las tres repúblicas bálticas o antiguos aliados del Pacto de Varsovia como Polonia, están ahora firmemente dentro de la órbita de la OTAN, algo que no le cae nada bien al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Rusia está oponiendo resistencia por doquier, fortaleciendo su arsenal nuclear y buscando renovar su influencia exterior. Su controvertida pero exitosa campaña de apoyo al régimen de Bashar al Asad en Siria es un buen ejemplo.
En Europa, se critica a Rusia por realizar ataques cibernéticos; operativos informáticos para influir en elecciones; hasta asesinatos políticos tras los ataques con armas químicas.
Pero el poder e influencia de Rusia es una pálida imagen de lo que tuvo la antigua Unión Soviética. Este es un tipo de conflicto en las sombras por debajo del umbral de combate en lo que los analistas llaman "la zona gris", donde es difícil asignar culpabilidad por acciones invasivas como los ciberataques o hackeo de computadoras.
"Hay un problema de lograr un consenso político en el mundo occidental así que le hacemos las cosas fáciles para el señor Putin", afirma Clarke.
"Rusia será una verdadera molestia para la OTAN durante los próximos 10 o 20 años, pero no debería convertirse en un importante reto estratégico a no ser que se lo permitamos".
Rusia simplemente está aprovechándose de las debilidades intrínsecas de Occidente para avanzar sus metas, asegura el analista.
"Si el mundo occidental y las democracias de Occidente no están lo suficientemente cohesionadas para lidiar con esta amenaza -y en este momento debo decir que no lo están- entonces los rusos jugarán un papel grande en la seguridad europea en el futuro venidero", insiste.
"Dominarán la agenda. Limitarán las opciones de las personas. Intimidarán y utilizarán un poco de chantaje no muy sutil".
Esta "cumbre" de la OTAN es para demostrar solidaridad y resolución, y también para trazar un camino hacia el futuro. Pero en los días anteriores a la reunión se han notado más que un indicio de problemas detrás de la fachada ceremonial de la organización.
La OTAN ha anunciado con orgullo las proyecciones de nuevos gastos que demuestran que los presupuestos de defensa de sus aliados europeos crecerán más en los próximos años.
También ha acordado una nueva fórmula para repartir el costo del presupuesto central entre los países miembros; un presupuesto que cubra el costo de su sede central en Bruselas y otros programas financiados en común.
En este caso, EE.UU. pagará menos y Alemania, que está rezagada en proporción a los recursos que destina a la defensa, pagará más.
Esto busca apaciguar al presidente Donald Trump y evitar nuevos roces en el seno de la OTAN. La repartición de la carga presupuestal ha sido un debate persistente en la organización. Trump no se la inventó.
No obstante, el presidente estadounidense parece adoptar una política más transaccional con respecto a la alianza y frecuentemente no parece compartir la noción fundamental que la preservación de una OTAN saludable es tan importante para Washington como lo es para sus aliados europeos.
A pesar de todo, los gobiernos de la OTAN se han comprometido a invertir por lo menos 2% de su PIB en defensa, aunque muchos de ellos todavía están lejos de ese punto de referencia.
¿"Muerte cerebral"?
Pero este énfasis en la financiación oscurece otros problemas. Hay una creciente frustración que fue lo que motivó recientemente al presidente de Francia, Emmanuel Macron, a declarar que estratégicamente la OTAN sufría de "muerte cerebral".
Lejos de arrepentirse de sus comentarios, los explayó la semana pasada, insistiendo en que la alianza necesitaba dejar de hablar de dinero a todas hora y gastar más tiempo tratando sus problemas estratégicos fundamentales.
A pocos días de la cumbre de esta semana, estalló un pleito entre Francia y Turquía. Este ilustra como los eventos en el noreste de Siria están tensionando las relaciones entre los miembros.
El presidente Macron ha criticado repetidamente tanto el retiro repentino del apoyo de Washington a los kurdos como la relacionada ofensiva de Turquía en Siria, dos decisiones estratégicas que se tomaron sin consultar a los otros aliados de la OTAN.
Turquía considera que Francia es demasiado amiga de los kurdos. Quiere que toda la OTAN apoye su postura en Siria.
Lo que resalta otro problema fundamental de la alianza: lo que muchos ven como el alejamiento de Turquía de la OTAN y Occidente.
La compra por parte de Ankara de un sofisticado sistema de defensa ruso fue un paso extraordinario tomado por un aliado de la OTAN.
El problema es que el tamaño y posición geográfica de Turquía le dan importancia, aunque para muchos sea un socio problemático de la OTAN, aunque algunos analistas se preguntan si todavía debería seguir siendo miembro de la alianza.
¿Cruce de caminos?
Así que, desde Turquía y el unilateralismo de EE.UU., hasta discusiones sobre dinero y una renaciente pero difusa amenaza rusa, habrá mucha tela que cortar cuando los líderes de la OTAN se reúnan en un lujoso hotel cerca de Watford, una localidad inglesa mejor conocida como un insulso cruce de caminos.
La OTAN es también una especie de cruce de caminos. Tiene muchos de los problemas que vienen con el éxito. Muchas de la decisiones que ha tomado -la expansión para incluir tantos nuevos miembros, por ejemplo- fueron motivadas tanto por política como por estrategia.
Pero el mundo a cambiado dramáticamente desde la fundación de la OTAN. Es incluso muy diferente del mundo de los años 90 en el que la OTAN se regodeó de su victoria en la Guerra Fría.
La declaración de Macron de "muerte cerebral" puede haber ido demasiado lejos. Pero sí dice algo importante: los líderes de la OTAN necesitan regresar a la cuestión de la estrategia, a las ideas profundas que determinan hacia dónde debería dirigirse.
¿Cómo enfrentará el reto de Rusia? ¿Debería la OTAN tener una política común hacia el ascenso de China? ¿Cuáles deberían ser las prioridades en el siglo XXI?