"¿Cómo puede alguien ser tan cruel?"
Lenny deja que las palabras floten en el aire. Está hablando de un encuentro sexual que nunca podrá olvidar: el que sostuvo con Daryll Rowe, quien en abril de 2018 se convirtió en la primera persona encarcelada en Reino Unido por contagiar deliberadamente a otras personas con VIH.
Corría el invierno de 2015 cuando Lenny encontró por primera vez a este peluquero de Edimburgo, quien para entonces tenía unos 20 años. Ambos vivían en Brighton, se habían conocido a través de una aplicación de citas y habían empezado a coquetear antes de intercambiar fotografías.
Pero cuando empezaron a hablar de sexo, el tono de la conversación cambió drásticamente, dice Lenny.
Daryll decía no querer usar protección y Lenny, que había crecido en Nueva York, decidió cortar por lo sano.
Lenny, quien trabaja como maquillista de celebridades, acababa de terminar una relación duradera y dice que simplemente decidió ignorar al escocés luego de la conversación sobre sexo sin protección. Pero eso cambió cuando recibió un mensaje de Daryll diciendo que estaba de acuerdo en utilizar un preservativo.
Poco después, y sin previo aviso, Daryll se presentó en su casa.
"Ese es un momento en el que pienso constantemente. Simplemente no debería haber abierto la puerta", dice Lenny, de 38 años, quien ya le había dado su dirección al peluquero.
Pero, a pesar de su acuerdo, Daryll todavía trató de penetrar a Lenny sin usar un condón.
"Lo tuve que alejar a la fuerza de mí y le dije: 'Eso no es en lo que quedamos. Si no te pones un condón, te vas'", cuenta.
Al final, pareció que Daryll aceptaba y Lenny lo miró hasta que estuvo seguro de que se había puesto el preservativo.
Pero la semana siguiente, cuando estaba solo en su casa, empezó a recibir mensajes y llamadas amenazantes y xenófobas de parte de Daryll. "¿Cómo te atreves a bloquearme? ¡Gringo estúpido!", le gritó por teléfono. "No te puedes librar de mí. Te vas a quemar. Rompí el condón. Eres estúpido. Te atrapé", dijo.
"Sentí como el miedo me recorría entero", recuerda Lenny, su rostro ensombrecido por el recuerdo.
Unas semanas después, cayó enfermo y con esos mensajes inquietantes, insensibles y crueles todavía resonándole en la cabeza, decidió someterse a un chequeo.
Y cuando recibió la noticia que le cambió la vida para siempre -que su prueba de VIH había resultado positiva- dos ideas dominantes se formaron en su mente.
La primera era la convicción equivocada de que su vida se había acabado.
La segunda, después de que en la clínica le dijeron que su caso no era único, fue denunciar a Daryll Rowe ante la policía.
Lenny y otros cuatro hombres recientemente decidieron hablar públicamente de sus encuentros con Rowe, de cómo la vida les cambió drásticamente por culpa de estos, y de sus esfuerzos por dejar el tema atrás, para un nuevo documental de BBC Three.
Esta es su historia.
Edimburgo
Lenny no fue la primera persona que recibió aterradores mensajes como esos enviados por Daryll.
Lo que le ocurrió fue el resultado de un patrón de comportamiento que se puede rastrear de regreso a Edimburgo, cerca de donde vivían los padres adoptivos de Daryll, y a 2015, poco después de que le diagnosticaran VIH.
En abril de ese año Daryll subió un clip a su nuevo canal de YouTube sobre veganismo y alimentación saludable. El video fue filmado en el estilo típico de un vlogger aficionado, con Daryll hablándole directamente a su teléfono móvil.
"Hola amigos, este es mi primer intento de hacer un video de YouTube", dice ahí. "Soy vegano. Me apasiona tratar a mi cuerpo bien. No bebo. No fumo. Y uso aceite de coco porque es muy bueno para el sistema inmunológico, ya que tiene muchos aminoácidos".
El video fue publicado justo al día siguiente de haber sido diagnosticado como HIV positivo. Pero Daryll mantenía su estado en secreto, incluso de sus padres adoptivos, y había rechazado tratamiento para el VIH, incluyendo terapia con retrovirales que pueden impedir el contagio.
En lugar de eso, estaba bebiendo su propia orina, una "cura" sobre la que había leído en internet.
Fue aproximadamente en esa época que el peluquero, que para entonces vivía en Edimburgo, empezó a atacar a los que serían sus víctimas.
Con cada hombre, seguía un patrón parecido: les enviaba mensajes por internet y se citaban para tener sexo. A menudo trataban de convencerlos de no usar preservativos y después, cuando había pasado algo de tiempo, les mandaba mensajes sexualmente explícitos y altamente perturbadores, diseñados para sorprenderlos y asustarlos.
Stuart, quien empezó a chatear con Daryll en julio de 2015 a través de una aplicación de citas para homosexuales, recuerda que su puerta estaba abierta cuando llegó.
"Entra", le dijo. "Te estaba esperando".
Stuar también recuerda haberle pedido a Daryll que se pusiera un condón. Y pensaba que lo había hecho. Después del sexo, sin embargo, Stuart miró hacia abajo y el condón no parecía contener semen.
Inmediatamente se enfrentó a Daryll, quien, dice, se echó para atrás el cabello y le dijo: "¿Eres uno de esos paranoicos? Sí, tenía un condón", le dijo.
Stuart se quedó un rato más y conversó con Daryll por otros 15 minutos, e incluso vio uno de sus videos favoritos de Pokemón, antes de disculparse e irse.
Pero, poco después de ese encuentro, Daryll le mandó mensajes preguntándole si había disfrutado el sexo. También lo llamó por teléfono pero no dijo nada, permaneciendo en silencio al otro lado de la línea.
Ocho días más tarde, Daryll perdió el control y le envió varios mensajes cortos, uno detrás de otro. "Eres un puto idiota repugnante", decía un mensaje, acompañado por el emoji llorando de risa. "Ja, ja, ja, ja. Me había quitado el condón".
Stuart quedó aturdido.
Peter, quien conoció a Daryll más tarde ese año, gracias a una aplicación de citas, lo reconoció porque ambos frecuentaban el mismo gimnasio y siempre le había parecido atractivo. "Era un tipo muy guapo", explica.
Daryll fue muy directo con Peter, dejando en claro que quería tener sexo sin usar un condón. Y cuando Peter le preguntó si era seguro, lo acusó de ser paranoico, igual que a Stuart.
Después de su encuentro, sin embargo, Daryll le envió un mensaje diciéndole que era VIH positivo y que tenía una carga altamente viral. Peter, aturdido, le contestó pidiéndole que le confirmara que no era verdad.
Pero Daryl jugó con él retrasando deliberadamente su respuesta.
"Lo está inventando", se repetía todo el tiempo a sí mismo Peter. "Está siendo infantil".
Su historia es similar a la de Andrew, quien también quedó con el peluquero a través de una aplicación de citas.
"Era muy guapo y parecía una buena persona", recuerda Andrew. "Para entonces, no tenía ninguna razón para dudarlo".
Cuando se encontraron, ninguno de los dos llevaba preservativos pero igual decidieron tener relaciones sexuales. Andrew incluso pasó con él la noche, cuenta, y pensó que la cosa podía pasar a mayores.
Pero entonces Daryll cambió. A la mañana siguiente, mientras se subía al autobús para regresar a casa, Andrew revisó las notificaciones en su teléfono, incluyendo las de la aplicación de citas. Y cuando Daryll vio el estatus "activo" de Andrew le entró un ataque de rabia.
"Me escribió inmediatamente, diciendo: 'No puedo creer que ya estés conectado. Eres una escoria?'".
Andrew cortó la conversación y decidió no volver a verlo.
Solo volvió a saber de Daryll un mes después cuando estaba tomando un trago con su jefe. "Espero que hayas disfrutado las cuatro veces que me corrí dentro tuyo", le escribió Daryll con un emoji sonriente. "Tengo VIH".
El momento de los mensajes es importante. Hoy en día si alguien cree que se ha visto expuesto al virus puede tomar una droga llamada profilaxis post-exposición (PEP, en inglés), para tratar de detener la infección. Pero lo debe hacer dentro de las primeras 72 horas para tener oportunidad de que funcione.
Y Daryll siempre les confesaba de su estado a las víctimas cuando ya era demasiado tarde.
Asustados y confundidos por los retorcidos mensajes, los tres hombres de Edimburgo se hicieron la prueba del VIH.
Para algunos, la prueba trajo alivio: Andrew recuerda haberse bebido una botella de vino solo en casa, mientras se "volvía loco de la preocupación", la noche antes de que le entregaran sus exámenes con la noticia de que la prueba había resultado negativa.
Peter también salió ileso. "Fui uno de los afortunados, supongo", dice, aunque ahora lucha contra la culpa de sentir que habría podido ayudar a evitar que otros fueran infectados. "Soy un adulto. Debí haber hecho mejor las cosas. Y debí haber alertado a la policía".
Para Stuart, las noticias fueron malas. Dice haber quedado "estupefacto" cuando la clínica le dijo que había contraído el virus y que le costó creerlo. Como Lenny haría más tarde en Brighton, Stuart actuó de inmediato y contactó a la policía, dándoles la dirección de Daryll, su número de teléfono, una descripción de su apariencia y capturas de pantalla de los horribles mensajes que le había mandado.
"Apenas recibí mi diagnóstico me di cuenta que tenía que denunciarlo", dice. "Era una persona peligrosa que tenía que ser detenida", explica.
Brighton
En octubre de 2015, antes de que la policía pudiera interrogarlo, Daryll se dio a la fuga y se dirigió a la ciudad costera de Brighton, en el condado de Sussex, el sur de Inglaterra.
A la policía escocesa le costó rastrearlo. No dejó su nueva dirección, no tenía cuentas de banco y había cambiado de teléfono. Pero seguía utilizando la misma aplicación de citas.
"Nos dijo que se iba a Brighton porque era la capital gay de Reino Unido, que su vida sería mucho mejor ahí", dice su madre adoptiva, Jacqui, hablando en público por primera vez sobre el caso.
"Dijo que podía conseguir trabajo como peluquero. Tenía resuelto el tema del alojamiento. Parecía un cambio positivo y nos alegramos por él", cuenta.
Fue en Brighton que Daryll conoció a Lenny, en una forma que repetía el mismo patrón de sus encuentros en Edimburgo.
Lenny, quien se mudó a Reino Unido en 2006, ya tenía una historia personal muy dolorosa en lo que respecta al VIH: sus dos padres murieron de Sida en la década de 1980.
"Mi padre era un drogadicto, se contagió de VIH son unas agujas y se lo contagió a mi madre", dice. "Para entonces equivalía a una sentencia de muerte. Yo sabía que los dos se iban a morir", recuerda.
Y Lenny se prometió a sí mismo que nunca se iba a exponer a la posibilidad de contraer VIH.
"Crecí diciendo que no iba a dejar que me pasara ni en un millón de años. No quería tener que pronunciar las palabras 'tengo VIH'", afirma.
Esa elección, sin embargo, le fue arrebatada bruscamente.
Lenny todavía no sabe cómo hizo Daryll para sabotear el condón. "Confié en él", dice. "Le di un condón, vi como se lo ponía y no tengo idea de lo que hizo con él. Ninguna idea", admite.
Y solo fue en la clínica, mientras discutía los resultados de la prueba, que a Lenny le quedó claro lo que Daryll estaba haciendo y a cuanta gente más se lo iba a hacer.
Cuando la mujer de la clínica le preguntó si sabía quién lo podía haber contagiado, Daryll se le vino inmediatamente a la mente. "Sí, recibí unas llamadas realmente extrañas de este escocés", le dijo.
Y cuando supo que la clínica había atendido otros cuatro casos similares, Lenny denunció a Daryll a la policía de Sussex el 4 de febrero de 2016.
"Cosas malas pasan, pero me enoja saber que pueden haber más víctimas", dice Lenny en el video de su entrevista con la policía.
La policía de Sussex arrestó a Daryll y lo sometió a un interrogatorio. Para entonces se lo buscaba por cargos que involucraban a siete hombres. Pero cuando la policía confiscó su teléfono, las autoridades se dieron cuenta de que había estado en contacto con centenares de hombres de todo el país.
Todos tuvieron que ser contactados y ser alertados de la posibilidad de una infección de VIH. También se lanzó una alerta de salud pública para alertar a otros.
En un video de la policía filmado en esa época, se puede ver a Daryll asegurándole muy calmado a la policía que no sabía que tena VIH. "Tuve una relación recién llegado aquí y fue sin protección. No me he hecho ninguna prueba desde entonces y eso me preocupa un poco", dice.
Para ese entonces, hacía casi un año que Daryll había sido diagnosticado como seropositivo.
De regreso en casa
Daryll quedó bajo la custodia de la policía escocesa. Como parte de las estrictas condiciones de su fianza, era cuidadosamente monitoreado y se le dijo que tenía que empezar tratamiento contra el VIH.
También se le permitió quedarse con sus padres adoptivos, Jacqui y Harry, en su casa de North Berwick, cerca de Edimburgo, por tres semanas.
"Era fácil querer a Daryl porque estaba desesperado por ser querido", cuenta Jacqui, sentada en la mesa de la cocina de su casa escocesa junto a Harry.
"Era muy cariñoso. Pensar que pueda haber infectado deliberadamente a alguien con VIH es increíble. Pero no hay disculpas para su comportamiento", dice.
Mientras mira las fotos de un viejo álbum, Jacqui recuerda como le ayudaba a Daryll a bañar a sus 120 muñecas, para luego peinarlas. Luego habla de la difícil infancia que le tocó vivir antes de quedar bajo su cuidado, a la edad de ocho años.
"Había pasado de familia en familia", cuenta. "Y estaba emocionado porque sabía que con nosotros se iba a poder quedar hasta que fuera un adulto, si es lo que quería", dice.
Jacqui recuerda las cicatrices del cuerpo de Daryll. Él recordaba haber sido quemado con agua o té caliente.
"Muchas malas experiencias de niño", reflexiona la mujer. "No el mejor comienzo en la vida".
Después de regresar brevemente a su casa bajo fianza, Daryll volvió a escapar, primero escondiéndose en las colinas de Pentland, al suroeste de Edimburgo.
Lenny, por su parte, estaba comprensiblemente frustrado de que Daryll hubiera podido escapar y, potencialmente, encontrar a otros hombres. "Me repetía constantemente que se lo iba a hacer a otros", dice Lenny. "Lo va a seguir haciendo porque está mal de la cabeza".
"Uno piensa en Edimburgo, en Sussex. ¿Cuántos tipos?".
Mientras buscaban a Daryll, la policía escocesa descubrió una tienda de campaña abandonada. Adentro había medicinas contra el VIH con el nombre de Daryll Rowe, lo que les preocupó.
Sin esas medicinas, volvía a correr el riesgo de ser contagioso.
Newscatle
En noviembre de 2016 empezó una cacería a nivel nacional. Para entonces, unos 22 hombres habían denunciado a Daryll a la policía.
Usando un nombre falso, el de Gary Cole, había llegado a Newcastle. Manteniendo un perfil bajo, empezó a usar sitios de citas para contactar a otros hombres. Y así fue como logró conocer a Tom, un hombre tímido que vivía solo, con sus tres perros.
"Siempre me ha costado muchísimo acercarme a otros hombres", dice Tom. "Me imagino que debe ser por eso que soy tan ingenuo".
Daryll usó sus encantos y convenció a Tom de que lo dejara quedarse en su casa durante tres meses.
"Me dijo que tenía ojos bonitos y que le gustaban los hombres mayores. Estaba muy halagado", dice Tom. "Podía haberme enamorado de él", confiesa.
Sin embargo, Daryll no tardó mucho en empezar a manipularlo y a tratar de aislarlo.
"Podía controlarme de una forma en la que no quiero volver a ser tratado jamás", dice Tom.
"Prácticamente me encerró en una caja. Ni siquiera podía ver las noticias", cuenta.
Las policías escocesa e inglesa estaban trabajando juntas para tratar de ubicar a Daryll y su investigación los llevó a una página de "acompañantes profesionales". Un agente reconoció una imagen del pene el peluquero de Edimburgo y la contrastó con fotografías encontradas en su teléfono.
Y el número celular del perfil los llevó a la casa de Tom.
Cuando llegaron ahí, Daryll volvió a tratar de escapar. Esta vez, sin embargo, no lo consiguió. Saltó desde una ventana hacia el jardín de un vecino, pero la caída le fracturó una vértebra.
"La policía lo encontró tirado en el suelo, con mucho dolor", cuenta Tom. "No podía caminar, ni moverse".
A Tom, quien estuvo retenido en una celda por más de cinco horas, le hicieron una prueba de VIH pero los resultados fueron negativos.
"Eso no me hizo sentir mejor", dice. "Me sentía usado".
De regreso a casa, encontró un pequeño paquete de cartón con condones en una de las bolsas de Daryll. Los bordes de los paquetes habían sido recortados.
Tom sacó un condón con cuidado. Y vio que le habían cortado la punta.
La opinión legal
El caso Daryll Rowe fue legalmente significativo porque fue la primera vez que alguien en Reino Unido fue condenado por tratar de esparcir el virus de forma deliberada.
También fue controversial porque puso de manifiesto los debates existentes sobre la criminalización del VIH.
Daryll fue condenado a cadena perpetua e incluido en el registro de criminales sexuales.
Fue condenado por cinco cargos de lesiones corporales graves y cinco intentos de producir lesiones corporales graves bajo los términos de la "Ley de delitos contra las personas" de 1861.
Y los mensajes de texto burlescos que les envió a sus víctimas luego de haberse acostado con ellos fueron empleados como evidencia de su intención deliberada de infectarlos y lastimarlos.
Al momento de sentenciarlo en un tribunal de Brighton, la juez Christine Henson describió sus crímenes como "una decidida campaña de odio y astuta violencia".
"Los mensajes que usted mandó dejan en claro que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Además del daño físico, está claro que para las víctimas los efectos psicológicos son inmensos. No veo cómo ni cuándo pueda usted dejar de representar un peligro para los homosexuales", le dijo a Daryll, al tiempo que hacía notar que "esta sentencia no trata de estigmatizar a nadie que conviva con el VIH".
A Edwin J Bernard, portavoz de un grupo de defensa de portadores del VIH, le preocupa sin embargo que la criminalización de la transmisión del virus refuerce el estigma que todavía afecta a muchas de las personas que conviven con el mismo alrededor del mundo.
"Las acusaciones penales, y la atención mediática que suscitan, sensacionalizan al VIH de una forma altamente estigmatizante", dice.
"El resultado es que su diagnóstico se presenta como una catástrofe y la gente con VIH como una amenaza potencial para la sociedad", agrega.
Por su parte, el profesor Matthew Weait, quien ha trabajado con la Organización Mundial de la Salud y ONUSIDA cree que la transmisión de VIH debe ser tratada como una preocupación de salud pública y no como un asunto criminal.
Pero reconociendo que Daryll trató a sus parejas con desprecio, Weait sugiere que una forma para lidiar con la gente que esparce maliciosamente el virus sin estigmatizarlo más todavía sería penalizarlos por "rompimiento de la confianza sexual" o "por no tratar a una pareja sexual con dignidad y respeto".
Para Lenny, sin embargo, la respuesta es obvia: cree que es importante que Daryll tuviera que responder ante el sistema de justicia criminal.
"Creo que cualquiera que haya hecho lo que él hizo tiene que responder por ello", dice. "Definitivamente, tiene que estar en la cárcel. No solo por lo que me hizo a mí, sino por todos".
Luchando contra el estigma
Gracias a los avances en los tratamientos médicos, la gente con VIH ahora puede tener vidas felices, largas y saludables.
"Me puedo tomar una pastilla al día y tener una vida normal. Ese es un gran avance científico", dice Stuart.
"Me siento reamente agradecido por los progresos de la medicina. Se puede vivir con VIH. No es una sentencia de muerte. Lo voy a superar y a disfrutar mi vida viviendo una feliz", coincide Lenny.
Según el Terrence Higgins Trust, los últimos estimados sugieren que para 2017 había unas 101.000 personas viviendo con VIH en Reino Unido. Y los nuevos diagnósticos han ido descendiendo desde que llegaron a su punto más alto en 2005.
Según el Dr Tristan Barber, experto en VIH en un hospital de Londres, esto es resultado de una combinación de factores: una mayor tasa de exámenes, un tratamiento más rápido del VIH luego del diagnóstico y más acceso a una nueva droga (profilaxis pre-exposición, PrEP) que puede ser tomada por aquellos en condición de riesgo antes de tener relaciones sexuales para reducir el riesgo de contagiarse con el virus.
Otro gran avance en el tratamiento del VIH en los últimos años es el descubrimiento de que si el paciente tiene "una carga viral indetectable" no puede transmitir el virus. Hoy en día los pacientes pueden empezar tratamiento inmediatamente y rápidamente convertirse en sexualmente no infecciosos, lo que significa que no pueden contagiar a sus parejas.
"Yo me preocupé bastante cuando me diagnosticaron", dice Lenny. "Pensé que iba a ser esa persona con la que nadie quiere estar", confiesa.
"Pero si bien todavía hay prejuicios en la comunidad gay, a mucha gente no le importa. Yo tuve una experiencia negativa con alguien con quien estaba saliendo pero no me afectó", dice.
En la cárcel
Una de las preguntas más difíciles con la que han tenido que lidiar las víctimas de Daryll es ¿por qué?
Él siempre ha negado cualquier responsabilidad por sus acciones -incluso apeló, sin éxito, contra su sentencia- pero para el documental de BBC Three aceptó a hablar con la cineasta Charlotte Charlton desde la cárcel.
"Estaba desarrollando una relación poco saludable con el sexo", dice cuando se le pregunta por qué lo hizo.
"Cuando recibí el diagnóstico estaba en negación y me convencí a mí mismo que me iba a curar con orinoterapia. Y casi que usé eso como una excusa para continuar teniendo sexo sin protección. En mi cabeza pensaba: 'Bueno, esto debe estarlo bloqueado'", afirma.
De los mensajes sobre cómo había infectado a los hombres con VIH dice que fueron un esfuerzo por conseguir "una reacción" de su parte. "No estaba llevando bien el ser rechazado", dice. "Creo que se me venía acumulando. Lo que no podía soportar era estar hablando o saliendo con alguien y que de pronto me ignoraran completamente sin razón", agrega.
"Los mensajes vinieron de ahí. Y pasó a ser sobre el VIH. Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Pensé, 'Esto los va a hacer reaccionar'. Y simplemente se salió de control", afirma.
Daryll también tiene un mensaje para sus víctimas: "Me gustaría decirles a los hombres en Escocia y en Inglaterra que siento haber sido ingenuo e irresponsable y que ahora estén sufriendo por eso. Pero lo más importante es que espero que algún día puedan perdonarme y que puedan vivir una vida feliz y dejar todo esto atrás".
Para Lenny, sin embargo, las disculpas de Daryll no significan nada.
"Mis dos padres murieron y yo no decidí salir a lastimar a la gente. Mi infancia no fue buena. Fue horrible. Pero elegí no convertirme en ese tipo de persona", dice.
La conversación con Daryll, por su parte, termina con el teléfono de regreso en las manos de su madre adoptiva, Jacqui.
Y cambiando inmediatamente del difícil tema abordado solo momentos antes, Daryll empieza a hablar de los programas de televisión que está viendo, casi como si nada hubiera pasado.
Pero, para sus víctimas, la vida ya nunca volverá a ser igual.
Este reportaje está basado en el documental de BBC Three: "El hombre que utilizó el VIH como un arma".