Esta semana se hizo viral un video que mostraba cómo una mujer se quitaba la camisa y la usaba para rescatar a un koala en un incendio forestal en Australia.
Tras tomar al koala del árbol al que se había subido, en medio de las llamas, la mujer trata de darle algo de agua.
El koala, un animal normalmente silencioso, grita de dolor por las quemaduras mientras la mujer trata de ayudarlo.
La escena ocurre en medio de los incendios forestales que en Australia vienen intensificándose debido a altas temperaturas y los fuertes vientos.
Un grito alarmante
El fuego ha quemado casi 20.000 kilómetros cuadrados solo en las regiones de Nueva Gales del Sur y Queensland, en el oeste de Australia.
Y por supuesto está teniendo un efecto no solo en la flora, también en la fauna silvestre de la zona. Pero hay animales mejor equipados que otros para defenderse en caso de incendio forestal.
El koala, en concreto se mueve lentamente y su estrategia para evitar el peligro (acurrucarse en forma de bola encima de un árbol), lo deja a merced del fuego.
Para cualquiera que esté cerca, hay un claro indicador de que este marsupial está en problemas: el mero hecho de oírlo.
"Los koalas no hacen ruido la mayor parte del tiempo", dice el profesor Chris Dickman, experto en Ecología de la Universidad de Sídney, Australia.
"Los machos solo hacen ruidos en la temporada de apareamiento. El resto del tiempo, son animales tranquilos. Así que escuchar sus bramidos es una señal de que las cosas están yendo catastróficamente mal para ellos", señala.
De hecho, la mayoría de los animales del bosque, con algunas excepciones notables, no son muy vocales, por lo que sus ruidos son aún más alarmantes.
"Estos gritos no son parte del repertorio vocal del bosque", agrega el profesor Dickman.
"Solo ocurren en momentos de gran estrés o dolor, como cuando un perro ataca a una zarigüeya".
Hábitats desconectados
Después de un incendio, las ranas y las lagartijas se encuentran entre los animales que quedan más vulnerables, dice el ecologista de vida silvestre Euan Ritchie, de la Universidad de Deakin, Australia.
"El fuego puede matar su comida o refugio, o ambos. Estos animales podrían sobrevivir a los efectos inmediatos de un incendio si pudieran escapar a tiempo, pero si se quema su hábitat, están más expuestos a los depredadores introducidos", dice Ritchie.
Las áreas de hábitat que quedan desconectadas como resultado de los incendios forestales y la deforestación por causa humana también representan una amenaza para las especies ya en peligro de extinción.
En el caso de Australia, estas especies incluyen el loro de tierra occidental, la zarigüeya de Leadbeater, el maluro Mallee (un pájaro que no puede volar muy lejos) y la rata canguro de Gilbert, el marsupial más amenazado del país.
Los apicultores también han alertado sobre la pérdida de colmenas en los bosques afectados por el fuego.
El profesor Dickman dice que es "ingenuo" decir que hay "resiliencia histórica" ante los incendios por el hecho de que estos siempre hayan ardido en Australia.
"El paisaje es muy diferente al anterior a la llegada de los europeos", dice a la BBC.
"Los koalas son mucho menos resistentes ahora simplemente porque hemos cortado los hábitats donde ocurren los incendios, dejándolos aislados sin ningún lugar al que mudarse una vez que el fuego se apaga", explica.
El profesor Ritchie está de acuerdo: "Muchos paisajes australianos han estado acostumbrados al fuego durante decenas de miles de años, pero no con esta frecuencia o gravedad".
Los sobrevivientes y oportunistas
Los animales más resistentes son aquellos que pueden excavar o volar.
Las zarigüeyas pueden quemarse, sí, pero también pueden esconderse en los agujeros de los árboles. Los wombats pueden resistir al fuego en sus profundas madrigueras. Las serpientes también tienden a ir bajo tierra para protegerse.
Los canguros y los ualabíes pueden moverse rápidamente para huir de los incendios, aunque a veces pueden quedar atrapados o enfrentar otras dificultades.
Las goannas, grandes reptiles carnívoros, en realidad pueden beneficiarse de los incendios forestales.
"En el centro de Australia hemos visto a las goannas saliendo de sus madrigueras después de un incendio y recogiendo animales heridos: pájaros chamuscados, pequeños mamíferos, lagartijas y serpientes", dice el profesor Dickman.
Pero los animales más preocupantes para los ecologistas son aquellos no nativos, que fueron introducidos en estos hábitats, principalmente los zorros rojos y los gatos salvajes. Estos depredadores prosperan en los incendios forestales.
Los gatos son la mayor preocupación: los zorros rojos muerden cebos diseñados para controlarlos, pero los gatos suelen no hacerlo.
"Tienen las mismas estrategias que las aves de rapiña: aparecer después y recoger animales heridos", dice el profesor Dickman. "Los gatos pueden moverse 20 km desde un área no quemada hasta el borde de un incendio, que les abre el terreno para la caza".
Incluso se han visto milanos y halcones recogiendo ramitas en llamas, volando a áreas de hierba no quemada y arrojándolas para iniciar nuevos incendios. Esto expone a sus presas que intentan huir de las llamas: pequeños mamíferos, pájaros, lagartos e insectos.
"Este comportamiento les ayuda a encontrar reptiles pequeños para comer", dice el profesor Ritchie. "Se podría suponer que inician estos fuegos para su propio beneficio".
Esta hipótesis está respaldada por un estudio de relatos de testigos realizado por Bob Gosford, ornitólogo del Territorio del Norte, Australia, que dirigió la documentación de 20 testimonios durante seis años.
¿Cuál es el impacto a largo plazo?
Los rescates de animales ofrecen grandes titulares y los centros de atención tienen un efecto positivo en áreas como Nueva Gales del Sur y Queensland, donde los koalas están en declive.
"Cada animal es importante y el público forma una conexión profunda con estos animales y quiere ayudarlos en momentos terribles, como cuando están atrapados en incendios", dice el profesor Ritchie.
Pero para el experto, no está claro cómo, fuera de esas áreas, salvar un animal ayudaría a la población en general.
Los especialistas sostienen que las medidas que reducen los riesgos para la vida silvestre son mantener grandes áreas conectadas de hábitat; las quemas controladas; el manejo de los depredadores no nativos; y la acción sobre cambio climático.
Muchos hábitats quemados pueden tardar mucho tiempo en recuperarse y los incendios que se desatan en varios estados al mismo tiempo ahora representan una amenaza continua.
"Estamos viendo incendios realmente grandes, intensos y que ocurren en épocas del año a las que la vida silvestre no está acostumbrada. Si todo sigue como está debido a la falta de acción por el cambio climático, veremos que la amenaza se intensifica rápidamente", alerta el profesor Ritchie.