Solo ocho países entre más de 50 tienen un sistema adecuado para contar a los muertos por coronavirus en África, según reveló una investigación de la BBC.

No se trata solo del fracaso de un Estado para reconocer tragedias individuales. Este hecho también tiene implicaciones enormes para la elaboración de políticas gubernamentales.

En Europa, todos los países salvo Albania y Mónaco tienen sistemas universales de registro de muertes. En Asia, lo tienen más de la mitad, de acuerdo a un análisis de la Organización de Naciones de Unidas (ONU).

Pero en África, solo Egipto, Túnez, Sudáfrica, Argelia, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles y Mauricio tienen registros de muertes civiles considerados funcionales, obligatorios y universales (conocidos por sus siglas en inglés como CRVS).

Todos los países examinados por la BBC e investigadores de la Comisión Económica para África de la ONU (CEPA) cuentan con algún tipo de certificación de muertes.

Sin embargo, con frecuencia se registran sobre papel y los datos no están disponibles en formato digital. Puede que la información sea válida para una zona local, pero no puede calcular la tasa de mortalidad a nivel nacional.


"Para ayudar a los vivos tenemos que contar a los muertos"

Tras la epidemia de ébola y ahora la pandemia de coronavirus, contar con una noción precisa sobre quién muere, por qué y dónde ha demostrado ser crucial para distribuir recursos y fondos.

También tiene implicaciones para rastrear la mortalidad infantil y maternal, ya que hay niños cuyos nacimientos y muertes se quedan sin registrar.

Este hecho no solo les priva del "derecho a la identidad", como dice William Muhwava, jefe de la CEPA en Adís Abeba, sino que también demuestra que hay lecciones que todavía no se han aprendido.

"Para ayudar a los vivos tenemos que contar a los muertos", dijo a la BBC Romesh Silva, demógrafo del Fondo de Población de la ONU.

Aquellos que no aparecen en los registros son con frecuencia los más pobres o socialmente excluidos. La ausencia de información sobre sus muertes implica que luego no se tomen medidas para tratar las causas, agrega el experto.

"A pesar de las inversiones, los CRVS siguen siendo disfuncionales, forzando a los gobiernos a depender de encuestas... que cuando se publican ya quedaron desactualizadas", dice Irina Dincu, del Centro de Excelencia de sistemas CRVS.

Ahora, con el coronavirus, preocupa que la situación real de algunos países no esté completamente comprendida.

Durante meses, se ha reportado que la tasa de muertes por covid-19 en África es mucho más baja que en otras partes del mundo.

Entre las causas, se cuenta el historial experto en control de epidemias, la rápida respuesta de algunos países, la relativa población joven y la inmunidad cruzada adquirida por otros coronavirus.

Pero los científicos de datos argumentan que un indicador clave de la mortalidad de la pandemia, conocido como "exceso de muertes", es imposible de cuantificar en la mayoría de países africanos por la falta de sistemas CRVS.

Midiendo la tasa de muertes por covid-19

El exceso de muertes recoge las muertes actuales durante un período de tiempo y las compara con las muertes esperadas.

Estas muertes esperadas se basan en el número de muertes registradas durante el mismo período de tiempo en años anteriores. Pero para poder calcularlo bien, hace falta registrar los fallecimientos de la forma más completa posible.

Al mirar el exceso de muertes, es posible obtener una visión general de las vidas que se ha llevado la covid-19.

Este cálculo también muestra las muertes que causa la pandemia de forma indirecta, por factores como la saturación de los servicios de salud, el miedo a acudir al hospital o el agravio económico.

Un estudio de la revista médica británica The Lancet en 118 países de medios y bajos ingresos estimó que la desorganización continuada de los sistemas de salud por la pandemia resultaron en 1.157.000 muertes infantiles y 56.700 muertes maternas adicionales.

Sudáfrica y Egipto están entre los 8 países africanos que sí cuentan con sistemas adecuados de registro de muertes, por lo que calcular el exceso de muertes ha sido posible y los resultados son reveladores.


El caso sudafricano

A comienzos de febrero, Sudáfrica registró un exceso de casi 138.000 muertes desde que comenzó la pandemia. Eso es casi el triple de la estadística oficial de muertes por coronavirus.

De esa cifra, solo 46.200 personas fueron registradas como muertas a causas de covid-19 y existen certificados forenses que lo prueban.

Esto significa que hubo otras 91.500 muertes que, o no se diagnosticaron o murieron como consecuencia indirecta de la pandemia, ya fuese por un retraso en tratamientos de cáncer o miedo a acudir al hospital.

Durante el pico de la pandemia a fines de julio, Sudáfrica experimentó un 54% más de muertes de las esperadas en ese período de tiempo.

Aunque al imponerse el primer confinamiento se registraron menos muertes de lo normal, esto se atribuye presumiblemente a menos casos de violencia vinculados al alcohol y accidentes de tráfico.


El exceso de muertes en Egipto

Gracias al sistema de registro egipcio, fue posible calcular que hubo un exceso de 68.000 muertes entre mayo y agosto de 2020.

En junio, el número de muertes registradas casi duplicó el conteo esperado.

De media, los decesos oficiales por coronavirus supusieron un 10% más sobre esas pérdidas esperadas.

Pero para la mayoría de países de este continente no hay forma de alcanzar conclusiones como estas porque los datos son muy dispersos.

En 14 países solo se recoge un máximo de una de cada 10 muertes, incluyendo Nigeria, Etiopía, la República Democrática del Congo y Camerún.

Y alrededor de la mitad de países de África subsahariana solo conservan registros de decesos escritos a mano.

Algunos Estados, como Eritrea y Burundi, ni siquiera cuentan con requerimientos legales para certificar muertes.

Eritrea solo ha contado siete muertes por coronavirus hasta la fecha y Burundi tres, aunque existe cierta especulación de que el virus contribuyó a la muerte inesperada el año pasado del expresidente de Burundi, Pierre Nkurunziza.

Nigeria, el país más poblado del continente, solo registró el 10% de su total de muertes en 2017.

La pandemia "paralizó todas las actividades de registro civil" de la nación, que no eran de por sí consideradas como un servicio esencial, de acuerdo a un reporte de la ONU de abril de 2020.

Esto podría explicar por qué el número de muertes de covid-19 por millón de habitantes sigue siendo relativamente bajo allí.

Nigeria tiene nueve muertes por covid-19 por cada millón de personas, comparado con el promedio global de 309.

Mientras, Sudáfrica ha registrado 808 muertes por coronavirus por millón de habitantes y Túnez 638, las dos cifras más altas de África.

No obstante, es importante insistir en que estos países cuentan con buenos registros para certificar los decesos, entre el 92% y 95% de la población, respectivamente.

¿Qué se está haciendo para corregirlo?

Muchos países progresan para corregir la brecha de datos.

La República Centroafricana es uno de los peores países para contar muertos del continente debido a un conflicto vigente durante años.

En 2017, solo un 2% de las muertes estimadas se registraron en el país. Se anotó el doble de muertes de hombres que de mujeres, y solo en la capital Bangui y sus alrededores.

Elvis Franck Matkoss, jefe del departamento de estadísticas del ministerio de Economía, Planificación y Cooperación, dijo a la BBC que "el gobierno otorgaba una particular importancia a los CRVS y su papel fundamental para promover una buena gobernabilidad."

Añadió que la República Centroafricana realizaba grandes esfuerzos para mejorar su cobertura del 2% a través de la modernización de centros de registros y la creación de más sistemas centralizados.

Matkoss también aseguró que el gobierno estaba suministraba fondos para ayudar a comunidades a certificar sus muertos, a la vez que promovía certificados de nacimiento gratuitos para todos los niños.

Senegal y Ruanda están trabajando con una organización sin ánimo de lucro estadounidense, Vital Strategies, para cotejar datos de mortalidad históricos que puedan compararse a las muertes durante la pandemia, usando un método llamado "vigilancia rápida de mortalidad".

"Autopsias verbales"

Otros cinco países, como Togo, Burkina Faso, Sierra Leona, Liberia y Ghana trabajan en una misión similar con el African Field Epidemiology Network (Red Africana de Epidemiología sobre el Terreno).

Chad y Liberia están pidiendo al personal de salud de comunidades que notifiquen a las autoridades sobre las muertes fuera de los hospitales.

Para ello realizan "autopsias verbales", entrevistando a los familiares de los fallecidos. Se trata de una solución de bajo costo para entender las causas principales de muertes en una región específica.

Algunos países usan tecnología móvil para recoger, gestionar y archivar datos sobre las muertes.

En Ruanda y Mozambique, las personas pueden usar los teléfonos inteligentes para registrar fallecidos en un sistema electrónico, permitiendo que los familiares reporten sus pérdidas mientras practican el distanciamiento social.

En Uganda, la Oficina de Registro Civil ha creado el Sistema Móvil de Registros Vitales para apuntar nacimientos y muertes en centros de salud y espacios comunitarios.

En la próxima década, los científicos de datos esperan que este tipo de innovaciones ayuden a más países del continente a alcanzar sus objetivos de registros universales de muertes.

La investigación de la BBC ha destacado algunos de los problemas y Muhwava, jefe de la CEPA, afirma que este reporte ha traído "a la agenda los desafíos de los sistemas CRVS en África para documentar sus muertos".

CRÉDITOS

Periodista de datos: Krystina Shveda

Periodista: Kevyah Cardoso

Productora sénior de investigacones: Louise Adamou

Productores ejecutivos: Jacky Martens and Nick Ericsson

Investigadores: Maxime Koami Domegni (Senegal) Saikou Jabai Suware (Gambia), Boubacar Diallo (Guinea), Yasine Mohabeuth (Comoras), Carlos Tobias (Togo), Vincent Niebede (Chad), Alberto Dabo (Guinea-Bisáu), Serge Tomondji (Burkina Faso), Crispin Dembasse (República Centroafricana), Curtis Slimar (Zambia), Gregory Gondwe (Malawi), Awedni Daweja (Túnez), Abdelrahman Abutaleb (Egipto)

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