En las noches, todavía alumbran las velas colocadas durante el día en un improvisado monumento que tensa la cotidianidad en Chemnitz, una ciudad sajona en el este de Alemania.
Está ahí desde el pasado domingo, cuando comenzaron las protestas que sacuden desde hace una semana la antigua "Ciudad de Karl Marx", llamada así durante la era comunista.
Es el lugar donde murió Daniel Hillig, un alemán de origen cubano de 35 años que, según los reportes de la policía, fue acuchillado por dos personas durante unas fiestas populares.
Parecería el tipo de sucesos que ocurren ocasionalmente en este tipo de celebraciones y que pocas veces trascienden la crónica roja.
Pero la muerte de Hillig dio paso a una de las mayores movilizaciones antiinmigrantes que se han registrado en esta ciudad desde que dejó de pertenecer a la antigua Alemania Oriental.
Y el detonante de todo fue un reporte de la policía que indicó que los dos principales sospechosos del homicidio del hombre de origen cubano eran dos solicitantes de asilo de Siria e Irak.
Desde entonces, las autoridades hablan de una "ola de violencia racista" en Chemnitz y las políticas migratorias de la canciller Ángela Merkel han estado en el centro de la polémica.
Según algunos reportes, varios inmigrantes han sido objeto de agresiones y la visibilidad de grupos neonazis y de extrema derecha se ha hecho desde entonces más evidente.
En una de las últimas manifestaciones del fenómeno, más de 4.500 personas marcharon este sábado por el centro de la ciudad, nuevamente con la mirada puesta en la llegada de refugiados.
Fue en el día en que Alemania recordaba el 79 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial.
La nueva marcha
De acuerdo con los reportes, las manifestaciones de este sábado fueron convocadas nuevamente por varios movimientos de extrema derecha, entre ellos el partido antiinmigrantes Alternativa para Alemania (AfD) y el movimiento anti-Islam PEGIDA.
Fueron estos grupos quienes convocaron a las protestas que estremecieron la ciudad el pasado domingo y lunes, en las que se reportaron personas marchando con banderas del Tercer Reich o haciendo saludos nazis.
En esta ocasión, algunos coreaban "Merkel debe irse" y "Alemania para los alemanes, extranjeros fuera" mientras ondeaban banderas nacionales.
"Angela Merkel ha traído esta ola de inmigración ilegal a Alemania. Una de las señales de eso es lo que sucedió en Chemnitz hace una semana. El sistema judicial aquí se ha roto por completo, el sistema policial aquí se ha descompuesto por completo, es algo extremo", señaló uno de los participantes a la BBC.
"Ahora tenemos una situación en la que los puntos de vista y la ideología de los extremistas de izquierda se han convertido en doctrina de Estado", agregó otra persona.
Pero según analistas consultados por medios alemanes, las protestas han evidenciado el profundo nivel de división en esa sociedad en torno al tema de la inmigración.
A la par de estas manifestaciones, otros grupos a favor de los refugiados también tomaron algunas calles de la ciudad, mientras gritaban consignas como "Chemnitz no es blanco ni negro" y "Corazón en lugar de odio".
Daniel Hallig
Sin embargo, lo que algunos analistas alemanes todavía tratan de explicar es cómo la muerte del joven de origen cubano dio paso a esta creciente ola de protestas.
Y es que Daniel Hallig era un descendiente de inmigrantes: hijo de un cubano y una alemana. En su perfil de Facebook, de hecho, aparece retratado con un tapiz de la bandera de la Isla.
Según algunos reportes, trabajaba como carpintero, estaba casado, le gustaba la música de Bob Marley y hacer bromas, pero poco más ha trascendido sobre su vida.
De ahí que algunos amigos y personas cercanas han asegurado a medios alemanes o en sus redes sociales que su muerte fue "politizada" o "utilizada como pretexto" para estas protestas.
"Un buen amigo nos ha dejado y no tengo palabras para describir cuánto nos hace falta. Pero se los ruego, no dejen que su luto se convierta en enojo y odio. Estos grupos utilizan esta situación como una plataforma, con la cual tuvimos que lidiar también nosotros antes, porque no nos han considerado lo suficientemente alemanes", escribió Daniel Winderlich, un amigo de Hallig en su cuenta de Facebook.
"Cualquiera que conociera a Daniel Hillig sabe que no hubiera permitido esto. No te dejes usar, aunque sientas el duelo... Esto no se trata de política, sino de que un buen amigo ya no está allí", agregó.
Varios analistas consultados por periódicos locales señalan que la situación generada tras su muerte muestra la fuerza que ha ganado la extrema derecha en Chemnitz, una ciudad de pasado comunista.
La violencia y el acalorado debate sobre la inmigración allí han vuelto a poner de relieve lo que se ha convertido en el tema político más álgido para el gobierno de Merkel desde que en 2015 se mostró abierta a recibir a miles de refugiados que huían de la violencia en Oriente Medio: la inmigración.
Las presiones y las crecientes protestas desde entonces la han llevado a endurecer las leyes de asilo para aquietar el ala más conservadora del gobierno y a la ultraderecha alemana, pero el sentimiento antiinmigrantes también ha ganado un mayor espacio dentro de la sociedad.
En las pasadas elecciones, el discurso xenófobo de AfD ocupó por primera vez una minoría en el parlamento, mientras diferentes grupos neonazis y de extrema derecha han ganado cada vez mayor protagonismo en Alemania.