El domingo pasado, miles de personas se reunieron en la catedral de Podgorica en Montenegro para despedir al jerarca del Arzobispado de la iglesia ortodoxa, Amfilohije, quien murió a los 82 años debido a las complicaciones del COVID-19.
A la ceremonia asistieron las máximas autoridades religiosas e incluso representantes católicos y musulmanes y miles de seguidores quienes esperaron a la salida de la catedral para ser testigos de su funeral, a pesar de las recomendaciones de no asistir para evitar contagios de COVID-19.
Sin embargo, miles de fieles acudieron al lugar y aunque en la entrada repartían mascarillas, entregaban alcohol gel en las manos e indicaban mantener la distancia social, poco y nada se respetó.
E incluso cuando el féretro abierto con el cadáver de Amfilohije fue expuesto, los asistentes hicieron fila para rendirle un homenaje y se quitaron su mascarilla para besar su rostro en señal del "último adiós".
Amfilohije fue uno de los jerarcas ortodoxos más influyentes del país. Desde 1990 se desempeñó como arzobispo metropolitano de la Iglesia ortodoxa serbia en Montenegro y este año lideró una serie de encuentros con fieles para expresar el rechazo a una controvertida ley que declaraba como bienes estatales las propiedades de las comunidades religiosas.