Por lo menos 49 ciudadanos españoles figuran entre los 150 muertos del vuelo de Germanwings, entre Barcelona y Dusseldorf, que el martes se estrelló en los Alpes franceses, anunció este miércoles el secretario de Estado de Seguridad de España, Francisco Martínez.
"En este momento se han identificado 49 víctimas españolas", afirmó en rueda de prensa en Madrid, explicando que se trataba de una cifra provisional fruto de comparar la lista de pasajeros, con nombres pero sin nacionalidades, con los datos transmitidos por los familiares de las víctimas.
También se informó durante la jornada que al menos 72 víctimas serían de nacionalidad alemana.
El lugar del accidente
"No se ve nada", sólo una humareda y puntos blancos apenas identificables en las laderas de una montaña abrupta, cuentan los habitantes del pueblo francés Le Vernet, cercano al lugar donde se estrelló el avión de Gernmanwings.
Mientras preparan a Le Vernet, en los Alpes franceses, para para recibir a los familiares de las 150 víctimas del accidente, los habitantes relatan sus primeras impresiones.
"El problema es que no se ve nada cuando se está frente al lugar. Hay que saber que un avión se estrelló para comprender", cuenta Jean-Louis Bietrix, guía de alta montaña de 62 años de edad.
Junto con otros habitantes de Le Vernet, fue uno de los primeros a llegar al lugar del accidente, el martes al mediodía, para acompañar a los gendarmes que no conocían la zona.
Para acceder a ella, hay que circular durante 20 minutos por una ruta difícil de 5 Km hasta llegar al puerto de Mariaud (1.561 metros de altitud) con un "4X4 un tanto potente", "de lo contrario no se puede pasar", cuenta Richard Bertrand, lugareño de 64 años.
Después hay que marchar 30 a 40 minutos en un terreno muy accidentado. "Ni siquiera es un camino, por ahí hay sólo vacas", precisa.
Todos los accesos hacia el lugar del accidente fueron bloqueados el miércoles por la gendarmería.
Restos desperdigados en un radio de 500 metros
El martes, poco después de las 10:30, Jean-Marie Michel, vicealcalde del pueblo, de 70 años, vio "un gran humareda", pero "no oyó nada".
"Cuando Richard me llamó, le dije: 'no te enloquezcas, debe ser un fuego de monte'. Sólo me di cuenta de lo sucedido verdaderamente cuando vi los helicópteros dando vueltas", cuenta.
Al acompañar a los gendarmes hasta el puerto, pude ver restos "desperdigados en un radio de 500 metros", "había por todos lados" y algunos "humeaban todavía".
El avión "chocó con toda la fuerza contra la pared abrupta" de la montaña, cuenta Jean-Marie. "Cuando se ve el tamaño de los pedazos del aparato, se puede imaginar lo que fue para los seres humanos", dice.
Jean-Louis Bietrix, que se acercó al límite de la zona del choque, describe "pequeños trozos blancos que no se asemejan a nada". "Los dos pedazos más grandes tienen apenas el tamaño de la mitad de un auto", dice.
Avión hecho trizas
El avión "está verdaderamente hecho migas. Es algo muy triste", comenta el guía, que dice que no vio nada que pueda ser cuerpos de pasajeros. "Pero pensamos en ellos", agrega.
"Es increíble, un Airbus es algo enorme y cuando se llega al lugar no se ve nada, es impactante", comenta.
La tarea de los gendarmes a cargo de la investigación se presenta más que ardua, ya que se trata de un lugar en el que las rocas no son firmes, lo que hace temer riesgos de caída de piedras.
"Prácticamente es un muro. Van a tener que ir encordados", estima Richard Bertrand.
"Y dada la zona y las condiciones, la tarea será larga" considera asimismo Bernard Bartolini, alcalde de Prads-Haute-Bléone, pueblo de 195 habitantes, en cuyo territorio tuvo lugar el accidente.