AFP

Al menos 61 personas murieron el sábado en Kabul en un doble atentado suicida reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI) contra una marcha de miles de miembros de la comunidad chiita hazara, minoritaria en Afganistán.

"Desgraciadamente, 80 personas murieron y 207 resultaron heridas", indicó un portavoz del ministerio de Salud, precisando que el número de víctimas fatales podría ser mayor.

El EI reivindicó el ataque, cometido por dos kamikazes. "Dos combatientes del EI detonaron sus cinturones explosivos en una concentración chiita en el barrio Dehmazang" de la capital, indicó el la organización radical sunita a través de su agencia de prensa Amaq.

Los manifestantes exigían que una línea de alta tensión en contrucción abasteciese en electricidad a la provincia de Bamiyán (centro), la más atrasada económicamente del país, donde vive gran parte de la comunidad hazara.

El ministerio del Interior había indicado inicialmente que el ataque había sido cometido "probablemente por un kamikaze que iba a pie" en medio de la multitud.

Pero el presidente Ashraf Ghani señaló poco más tarde en un comunicado emitido en dari y en inglés que se produjeron "varias explosiones".

Se trata del primer atentado desde el 30 de junio en Kabul y del primero de semejante magnitud que reivindica el EI desde su implantación a inicios de 2015 en Afganistán.

Un fotógrafo de la AFP que acudió al lugar de la matanza narró escenas del horror.

Había "decenas de cuerpos, pude contar más de veinte, algunos totalmente desmembrados (...) Hay charcos de sangre por todas partes", contó.

"Oí un ruido ensordecedor muy cerca mío. Hay muchos muertos y heridos, no logro entender dónde estoy", dijo a la AFP uno de los organizadores del desfile, Jawad Naji.

Una marcha pacífica 

La marcha transcurría pacíficamente, encabezada por muchas mujeres.

Después de la carnicería, muchos sobrevivientes expresaban su indignación contra la policía, que acordonó la zona, informó el fotógrafo de la AFP.

El presidente Ghani expresó su "tristeza" y denunció la presencia de "terroristas infiltrados en una marcha pacífica". Entre las víctimas, agregó, figuran miembros de las fuerzas de seguridad afganas.

Las milicias de los talibanes, rivales del EI, negaron rápidamente cualquier implicación en el hecho y lo atribuyeron a "tentativas de crear divisiones en el seno del pueblo afgano".

La minoría hazara, de unos tres millones de miembros, padeció décadas de persecuciones y miles de ellos fueron exterminados a fines de los años 90 por la red Al Qaida y por los talibanes, en su gran mayoría pastunes sunitas, que gobernaban el país.

La seguridad en Afganistán se degradó gravemente en los últimos meses, tras la partida del grueso de las tropas extranjeras. Ese empeoramiento de la situación obligó a Estados Unidos a cambiar de planes, para mantener a 8.400 soldados en el país, en lugar de los 5.500 inicialmente previstos.

El atentado del 30 de junio, contra un convoy de reclutas de la policía, dejó una treintena de muertos y cerca de 80 heridos.

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