-¿Cuál sería la relación histórica para América Latina del binomio Fidel Castro-Hugo Chávez?
-Chávez insurge en Venezuela como un discípulo militar de Fidel Castro. Pero la historia dirá que le ganó por lejos, en cuanto a eficiencia política real. Mientras el maestro isleño instalaba “focos guerrilleros”, con jóvenes mal armados, para iniciar una revolución socialista continental, ninguno de los cuales triunfó, Chávez leyó mejor la realidad. Tras competir electoralmente y ganar la presidencia de Venezuela, logró forjar en 2004 la Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina (ALBA), con gobernantes afines.
– ¿Cambió guerrilleros por presidentes?
– Así es. Con ellos conquistó un poder transnacional efectivo. Una capacidad de injerencia jurídicopolítica que Castro nunca tuvo, quizás porque lo suyo fue más una estrategia diversionista, en el marco de la guerra fría, mezclada con un afán de protagonismo mundial. El balance dice que mientras el régimen de la isla de Cuba hoy está redundantemente aislado, la ALBA de Chavez aun patalea a escala regional. Uno de sus legatarios, a mi juicio, es el Grupo de Sao Paulo.
-¿Cómo describirías la ideología de Chávez?
-Como oficial militar, en Chávez la ideología pesaba menos que su formación castrense. En él primaba el pragmatismo de la estrategia, el olfato geopolítico y la capacidad de simulación táctica. Por eso y porque la guerra fría ya había terminado, no se declaró marxista-leninista como Castro, sino heredero directo de Bolívar. Fue sobre esa base que decidió competir electoralmente, con las reglas del ordenamiento jurídico vigente y sólo después se autodefinió como “socialista del siglo 21”… que no lo comprometía tanto.
Paradójicamente, en eso actuó como nuestro pragmático Patricio Aylwin al filo de la transición democrática. Recordemos como entonces don Patricio nos conminó a aceptar la Constitución de Pinochet como un hecho de la causa. Sólo cuando Chávez tuvo el poder en sus manos asestó a los venezolanos su gran “aporte” jurídico político: cambiar las reglas del juego, instalando una Constitución que bloqueara la alternancia democrática en el poder. En mis textos, es lo que yo llamo el neoconstitucionalismo regionalizado, con Chávez como líder
-¿Se convirtió en un modelo continental?
-Con el éxito nacional de su estrategia, Chávez se convirtió en un modelo eficiente para todas las izquierdas extremistas de América Latina. Con él aprendieron que no podían encerrar sus destinos políticos en las constituciones y leyes de “los burgueses” o los ”neocolonizados”. Su primer deber, como revolucionarios, sería cambiar las reglas del juego democrático. Hay que recordar que Chávez asumió su primera presidencia, en 1999, jurando “por esta moribunda Constitución”. Luego aprobaría una a su pinta que hasta cambió el nombre de Venezuela. Fue un fantástico efecto demostración para el ecuatoriano Rafael Correa y, en especial, para Evo Morales con su Constitución Plurinacional.
-Otro aspecto de Chávez es que murió sin ser derrotado ni investigado.
-La historia dirá -o está diciendo- que, al igual que Castro, ascendió al Olimpo de los dictadores invictos. Chávez: murió en el poder, tras ganar como 14 elecciones y entregó la posta a un subalterno que él sabía de pocas luces.
-En 2002 hubo un intento de golpe de Estado contra Chávez, que generó un conflicto con Ricardo Lagos.
-Es un punto muy importante, pues Chávez acusó a Lagos de haber aceptado ese golpe de Estado. En mi libro Las crisis vecinales en el gobierno de Lagos investigué las secuencias del tema. El 11 de abril de ese año la Cancillería chilena expresó su preocupación por el “clima de creciente polarización” que se percibía en Venezuela.
El día 12, a pocas horas del golpe, la Cancillería chilena emitió otro comunicado: “El Gobierno de Chile lamenta que la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la alteración de la institucionalidad democrática”. A su vez, instaba a adoptar “las medidas necesarias para convocar a la brevedad a elecciones libres”.…
-¿Cuál fue el papel del embajador chileno?
– Quizás excediendo sus instrucciones, nuestro embajador en Venezuela, Marcos Álvarez, fue a saludar a Pedro Carmona, el efímero golpista, a quien yo había conocido en el Perú como miembro de la Junta del Acuerdo de Cartagena. Luego destacó su “excelente relación con Chile” e incluso dijo que en Venezuela: ”no se ha hablado de golpe de Estado”. Sin duda, esto disgustó muchísimo a Chávez y marcó el inicio de una potente animadversión contra Chile y nuestro presidente.
-¿Qué consecuencias tuvo?
-Como réplica, Chávez apadrinó a Evo Morales. De ahí viene su famoso discurso en el cual planteaba lo mucho que le gustaría bañarse en una playa boliviana. Fue su manera sarcástica de estimular la estrategia recuperacionista-revanchista de Morales y utilizarlo como punta de lanza contra nuestro país.
-Pese a todo, ¿el chavismo está en retirada?
-Para mí que sigue vivito y coleando, incluso en Chile, gracias a las secuelas de la ALBA y, sobre todo, a la autopromoción de Morales. Es que, lejos de ser éste un “enemigo chico”, como pensábamos y favorecido por la mala performance de Nicolás Maduro, el expresidente boliviano se ha autodesignado líder latinoamericano. Hoy sería -o es- el sucesor fáctico de los difuntos Castro y Chávez.
Como tal tuvo fuerte influencia en los trabajos previos de la Convención Constitucional chilena y hoy es un factor potente en los estallidos que asuelan el Perú. De hecho, se le acusó de inducción al secesionismo con base en su proyecto Runasur y se le ha prohibido la entrada al país. Como contrapunto, en la recuente reunión del CELAC Morales fue recibido como un héroe que vuelve triunfal de un campo de batalla.
-A diez años de la muerte de Chávez, ¿qué queda de su legado?
-En lo político contingente y personalizado queda Morales. En lo estratégico, su neoconstitucionalismo, vigente en Venezuela, expandido a Ecuador y Bolivia y con activistas en Chile y el Perú. Por cierto, es un legado que subsiste gracias a la mala calidad de los políticos de la región y, al menos en el caso nuestro, gracias a una relativa inadvertencia respecto a nuestra configuración geopolítica
-Y eso último ¿qué significa?
-Entre otras cosas, implica el peligro para la subsistencia de nuestros tratados limítrofes, supuestamente intangibles. Es un tema demasiado complejo y delicado.