Ex director del Servicio de Impuestos Internos (SII) y uno de los cerebros de la reforma tributaria de la presidenta Michelle Bachelet en su segundo período, Miche Jorrat hace un análisis comparativo de las propuestas en materia de impuesto de Gabriel Boric y José Antonio Kast.
-La reforma de Boric es bien ambiciosa, son 8 puntos del PIB en ocho años, ¿eso es realista?
-Hay varios países de la OCDE que en algún momento aumentaron su carga en 8 puntos del PIB en un período de 8 años o menos. Por ejemplo, Bélgica entre 1970 y 1978, aumentó 8,2 puntos. Dinamarca en el 74 aumentó 10 puntos.
Islandia, entre 1983 y 1991, 8,4 puntos. Grecia entre el 2009 y 2017, prácticamente 8 puntos. Italia entre el 75 y el 83, 9,3 puntos. Noruega entre el 65 y el 73, 9,3 puntos. Y así. Son hartos ejemplos. Por eso yo creo que es realista, muchos países lo han hecho.
-Y dice que quiere recaudar 2,5 puntos bajando la evasión. ¿Por qué le va a resultar a él y no le ha resultado a otros? ¿Es razonable pensar que se puede bajar la evasión en ese nivel?
–Técnicamente es razonable, porque 2,5 puntos es más o menos reducir la evasión en un tercio. Entonces, si lo vemos por el lado de IVA, eso significa bajar la tasa de evasión de 23% que es la actual a 15%. Y Chile a comienzos de los 2000, llegó a tener una tasa de evasión de 14%, que fue la mínima. Entonces, desde ese punto de vista si Chile ya lo hizo una vez por qué no podría hacerlo de nuevo. Por eso lo considero razonable, pero no es una cuestión de voluntad, sino que va a depender de las facultades que se le den a la administración y como haga la pega la administración tributaria. Pero no es irreal.
-Kast por su parte pretende bajar el impuesto a las empresas a 17%. Algunos creen que eso podría aumentar el déficit fiscal.
-Claro. El costo de bajar de 25 a 17% la primera categoría son 2200 millones de dólares anuales. Esa cifra lo dice todo. Porque además no plantea compensaciones. ¿Cómo recuperas esa plata? No lo dice el programa. Entonces son 2.200 millones de déficit fiscal. Me sorprende que nadie critique esto.
-Dice que hará más eficiente el gasto del Estado.
-Él dice que va a eliminar el ministerio de la Mujer, o sea que lo va a absorber el Ministerio de Desarrollo Social. Pero si lo elimina, por ejemplo, todo el presupuesto del Ministerio de la Mujer, se ahorra 9 millones de dólares anuales.
-¿Tan poco?
-El presupuesto de la subsecretaría de la mujer son US$9 millones. Es decir, tendría que hacer 235 veces lo mismo para compensar la pérdida de recaudación de US$2.200 millones producto de bajar la tasa de primera categoría de 27% a 17%.
-Cuesta creer que el ministerio de la Mujer tenga un presupuesto tan bajo…
-Lo que pasa es que en el presupuesto de $56.000 millones están las transferencias corrientes (programas), que Kast no quiere eliminar. Lo que quiere eliminar es la burocracia, fusionándolo con el Ministerio de Desarrollo Social. Eso es equivalente, en el máximo, a eliminar todo el presupuesto de la subsecretaría de la mujer de 9 millones de dólares.
–Boric plantea desintegrar el sistema. ¿Eso puede abrir espacios de elusión y evasión?
–El sistema desintegrado lo plantea para la gran empresa, porque para las pymes mantendría la integración. Es lo que tienen, más o menos, todos los países desarrollados: desintegrado para las grandes empresas, para las sociedades anónimas. Técnicamente hoy ya tenemos un sistema que es semi integrado, donde el dueño o el accionista puede recuperar el 65% del crédito de primera categoría. Desintegrar significa cambiar 65 por 0. No se traduce necesariamente en mayores posibilidades de evasión. Lo que está haciendo Boric es imitar un poco a los países de la OCDE.
-Pero Hugo Hurtado, socio de Deloitte, advertía en el DF que una desintegración sin medidas complementarias podría llevar a una carga total de hasta 56%.
-El ejercicio está bien hecho. Pero ¿cuál es el problema? El problema en Chile es que los grandes empresarios no retiran nunca la plata de las empresas. Entonces ese 40% es teórico. En Chile en promedio siempre se ha retirado el 30% de las utilidades. Empresarios más grandes es menos aún el porcentaje. Ese es el gran dilema, cómo puede uno hacer para gravar las utilidades con los impuestos finales. El desintegrado es una alternativa.
-Si no lo sacan es porque invierten.
-Cuando estudiamos en el SII qué es lo que había pasado con el FUT (Fondo de Utilidades Tributarias) sobre donde estaban las utilidades no retiradas, el 54% estaba en sociedades de inversión. No estaba en maquinaria, sino en fondos mutuos, depósitos a plazo.
-Kast quiere integrar el sistema.
-Hay un costo fiscal asociado y es un retroceso en términos de equidad. Él quiere volver a lo que había el 2010. Primera categoría con 17%, y 100% integrado. Tendría que eliminar otro ministerio más para suplir los costos.
-¿Por qué no te parece recomendable?
-Básicamente porque es regresivo. En el fondo la gente de más altos ingresos, paga menos proporcionalmente que el resto. En la propuesta de Kast un mega empresario estaría pagando máximo un 17% en impuesto de primera categoría. Y la tasa de 40% la pagaría cuando retire y dependiendo de cuánto retire.
-En entrevista con La Segunda, Claudio Agostini, que ha trabajado contigo, dice que la integración entrega equidad horizontal.
-Imagino que lo que quiere decir es que un sistema integrado en base a renta atribuida es lo más equitativo horizontalmente que podría existir. Porque si las alternativas son un sistema integrado en base a retiro, como lo que plantea Kast, y uno desintegrado como el de Boric, es más equitativo el desintegrado.
-Boric quiere subir el impuesto al diésel y las bencinas. Eso va en la dirección correcta, pero ¿es políticamente viable?
-Es lo que todos los especialistas plantean, sobre todo el impuesto al diésel está muy bajo. La idea de estos impuestos es compensar las externalidades negativas que genera el uso de combustibles. Técnicamente, es adecuado subirlo. Así también eliminar los créditos, porque hoy la industria no paga impuesto al diésel. O sea, lo paga y se le devuelve. Pero la dificultad es más bien política. Creo que es el momento de hacerlo.
-¿Qué te parece el impuesto a los superricos, que plantea Boric?
-Mira, hay varios países en el mundo que están volviendo a poner este tipo de impuestos. Sobre todo a partir de la pandemia. Por ejemplo, Inglaterra lo puso como un impuesto transitorio. Se ha escrito harto últimamente sobre el tema, está reapareciendo. Pero es cierto que tiene dificultades de fiscalización, que cuesta controlarlo y recauda menos que lo que inicialmente se espera. Es una alternativa que hay que mirar. Incluso la OCDE sacó un paper sobre el impuesto a los superricos, al patrimonio, hace un par de años la conclusión de ellos es que los países que tienen debilidades en el impuesto a la renta, como es el caso de Chile, que tienen debilidades en el impuesto a la herencias y donaciones, que también es el caso de Chile, deberían evaluar seriamente la conveniencia de tener un impuesto al patrimonio.
-Otra idea de Kast: Un 17% negativo a personas que ganen hasta 680 mil pesos.
-Se llama el impuesto negativo a la renta. En el fondoque cuando ganan menos del mínimo exento, no solo no pagas impuestos, sino que además el Estado te subsidia. Es una idea que existe hace años. Me tocó evaluarla en la época en que estaba Aninat de ministro de Hacienda. Al final se descartó porque era mucha plata. Es una buena idea. Tiene que ser coherente, eso sí, con las políticas sociales. Es como tener un bono anual para las personas. Puede tener un incentivo perverso: lo peor es si te pasas un peso, pierdes todo. Tiene que ser marginal.
-Varios economistas han criticado la reforma tributaria de Boric.
-Yo veo responsabilidad fiscal en la propuesta de Boric; en la de Kast veo absoluta irresponsabilidad fiscal.
-Tu salida del SII en 2015 fue polémica, por haber recibido boletas de Giorgio Martelli.
-Fue complejo, pero está superado. Además, no tenía nada que ocultar. Al final, el caso se sobreseyó.
-¿Vas a votar por Boric?
-No lo he decidido aún.