-En tu libro Siete Kabezas exploraste las causas sociales y urbanas del estallido social. ¿Ves conexiones con la actual ola de protestas violentas en liceos emblemáticos?
-Son protestas distintas. Los estudiantes de liceos emblemáticos vienen radicalizándose hace 10 años con una agenda política más que social. Pero sí tuvieron un rol clave en las evasiones masivas que detonaron el estallido, especialmente en los tres primeros días. Probablemente hay alumnos que sufren en sus hogares el malestar que masificó el conflicto, y ello se agudiza con la agenda política.
-En junio de 2019, anticipando de algún modo lo que venía, escribiste que lo del Instituto Nacional era una tragedia, que la violencia había escalado de forma brutal. ¿Por qué?
-Porque es una violencia que busca mejorar la educación pública, pero la termina matando. La selección por mérito del IN, que era motivo de orgullo para alumnos y apoderados, es transformado en un descreme segregador por una minoría radicalizada de alumnos, apoyada por políticos o intelectuales que vienen de colegios particulares y que probablemente son apoderados de colegios particulares pagados que seleccionan. Eso es brutal.
-Entiendo que este es un tema que te involucra pues tu padre estudió allí. ¿Qué significaba para ti el IN? ¿Piensas que la crisis es terminal?
-Sí. Mi padre estudió ahí y gracias a ello entró a ingeniería en la Chile y gracias a ello nos pudo educar, ya que mi abuelo era comerciante y mi abuela funcionaria pública. Por eso es tan triste para mí ver lo que ocurre. Especialmente por la enorme mayoría de los apoderados y ex alumnos como mi padre, que ven como su colegio se derrumba a pasos de La Moneda y sin que ninguna autoridad haya hecho nada.
Siempre he pensado que es posible sacar al colegio de esta crisis, pero eso implica volver a darle valor al mérito y el esfuerzo. Ah, y ya no basta con condenar la violencia. Hay que ejercer acciones legales contra los adultos que usan a los niños para mover su agenda política o intelectual. Hasta que ello no ocurra, no veo salida.
-Has dicho que la destrucción del IN fue amparada, cuando no impulsada, por una élite que estudió o es apoderada de exclusivos colegios particulares. ¿Es una paradoja?
-En parte sí, pero si lo piensas bien, tiene cierta lógica. Es más fácil que un cuico progre juegue a la guerra con un liceo si no conoce esa realidad y no sabe lo mucho que está en juego. Puede experimentar a costa de niños y apoderados que estaban orgullosos que su hijo haya quedado en el IN, sin sentir ni medio remordimiento por ello. O quizás no sabe lo que es el mérito, porque en su caso entró al colegio cota 1000 o de congregación por sus pitutos familiares. Así es fácil criticar el descreme.
-El rector del Barros Arana fue golpeado por encapuchados, que lo amenazaron con quemar su oficina. Según él, eran anarcos contra todo. ¿Cuál es el origen de esta pulsión destructiva?
-No conozco el caso, pero en general, los alumnos de liceos emblemáticos son inteligentes y por lo mismo tienen mucha curiosidad intelectual. Y el anarquismo es muy seductor cuando lo lees. A eso le podemos sumar los problemas que sí se vinculan con la masificación del estallido. Pueden vivir en barrios segregados, con mal transporte público y donde el paisaje es gris y de tierra. No cabe duda que ese entorno genera rabia que puede transformarse en furia anarquista rápidamente.
-Boric, que fue líder estudiantil, condenó los hechos de violencia y dijo que serían perseguidos por la ley. ¿Te parece una actitud coherente con su historia?
-No lo creo. Antes de ser Presidente celebró las evasiones masivas y respaldó las tomas de liceos por parte de estudiantes radicales. Me alegro que haya cambiado de opinión y espero que corrija el rumbo. En sus manos está salvar el IN y otros emblemáticos de una ola de violencia que los puede liquidar definitivamente.
-Se queman micros y vuelven los overoles blancos. ¿Piensas que la violencia ha cobrado justificación entre los adolescentes por culpa de la clase política que mitificó a la primera línea?
-Absolutamente. Existe una elite progre que jugó a la guerra con los estudiantes de liceos, los comerciantes o los habitantes de la periferia. Y como no perdieron nada, pueden decir barbaridades como que esa destrucción fue necesaria para llegar al momento constituyente, que es la tesis de Fernando Atria. Piensa que Atria y sus amigos avisaron el fuego del estallido y sólo cosecharon triunfos. Hoy son ministros o redactan constituciones. ¿Pero qué pasó con los chicos de la primera línea?. Volvieron a los barrios de la periferia, donde la cosa esta peor que en 2019
-No se conoce un petitorio, pero ya van tres días de disturbios. En redes sociales algunos plantean que hay malas condiciones en los colegios. ¿Es una señal de alerta sobre la educación pública?
-No conozco la realidad de todos los liceos. He conversado con apoderados del IN que me dicen que efectivamente hay problemas y abandono del sostenedor, lo que debe arreglarse con urgencia. Pero acá vemos petitorios que hablan de cambiar el modelo económico o de nacionalizar recursos naturales y esa agenda es 100% política. Imagino que también se produce en el Saint George o la Alianza Francesa, pero ahí no destruyen el colegio. Tampoco el metro. Ni los paraderos o las fuentes de soda. Quizás por eso el estallido se ve tan épico. Tiene buen lejos.