"Para Facebook, todos somos ratas de laboratorio". Así comienza su columna Vindu Goel en el New York Times. Esto debido a que la semana pasada, la compañía informó que había "ajustado" el algoritmo de las noticias de más de 700 mil usuarios con el fin de someterlos a mensajes positivos y negativos, param luego evaluar su reacción. En sus propias palabras, era un estudio sicológico para medir el comportamiento y qué noticias se propaganda más rápidamente por la red social. 

El experimento, fue realizado en 2012 por investigadores de la Universidad de Cornell y California en colaboración con Facebook. Sin embargo, fue ahora que se conocieron sus resultados, lo que levantó la crítica de activistas, académicos y especialistas. Y también de usuarios, que consideran muy poco ético que los hayan usado sin consentimiento datos de cuentas privadas, ocultando información y filtrando contenido. 

Adam DI Kramer, quién dirigió la investigación, pidió disculpas a los usuarios, en una nota que publicó en Facebook. "Puedo entender por qué algunas personas tienen preocupaciones acerca de ella, y mis coautores y yo estamos muy apenados por la ansiedad que el estudio generó". "Facebook no hizo nada ilegal, pero eso no es lo correcto para sus clientes", dijo Brian Blau de Gartner al New York Times. "Pero hacer pruebas sicológicas, es cruzar la línea".

El estudio fue publicado a mediados de este mes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Poco, mientras fue haciéndose conocido, las críticas apuntaron a cómo Facebook manipula su algoritmo de manera perversa, incluso con el fin de que la información genere cambios de ánimo en los usuarios. Incluso diferenciando a los usuarios según su suceptibildiad emocional. 

Facebook no es la única compañía que usa los datos de sus usuarios y que alimenta su algortimo en beneficio propio. Pero lo que muchos especialistas coinciden en que Facebook jugó más allá del límite. "Ëticamente es corrector de la perspectiva de la normativa (de Facebook), pero la ética es un conjunto de decisiones sociales", dice Susan Fiske, de Princeton

 

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