Sam Allardyce, el entrenador de la selección inglesa destituido el martes por unas confesiones comprometedoras a unos periodistas encubiertos,  rompió el silencio.

“Cometí un error de juicio y he pagado las consecuencias", afirmó frente a su casa, en sus primeras declaraciones en persona a la prensa después de ser despedido tras dos meses y un solo partido en el cargo.

“La trampa funcionó. Creo que, tras haber reflexionado, hice una tontería. Estaba tratando de ayudar a alguien que conozco desde hace 30 años", se justificó.

Todo debido a su accionar ante unos periodistas del diario The Daily Telegraph que se hicieron pasar por empresarios futbolísticos asiáticos, en una escena grabada con cámara oculta.

En ese encuentro,  Allardyce explicó cómo sortear la prohibición de que las empresas compren a jugadores, y aceptó ser embajador de la firma de los directivos ficticios por Asia a cambio de una suculenta suma de dinero.

La Federación Inglesa (FA) justificó el despido porque la conducta de Allardyce "fue inapropiada para un seleccionador inglés".

“Debido a la gravedad de sus acciones, la FA y Allardyce han llegado a un acuerdo para poner fin a su contrato de manera inmediata”, añadió el organismo.

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