En esta historia el príncipe no quiere la corona del rey. Charles Aránguiz hace una pareja de ensueño con Arturo Vidal en el mediocampo de Chile, pero el volante del Bayer Leverkusen es mucho más que el simple compañero del hombre del mohicano en la búsqueda del triplecampeonato de la Copa América.
Hay que ver jugar al 20 de "La Roja" para deducir su apodo jerárquico, aunque el mote de 'Príncipe' choca un poco con esa imagen poltrona que algunos le endilgan a las figuras monárquicas. Porque Charles Aránguiz se ensucia, corre, mete... y, sobre todo, piensa. Vendría siendo más la mezcla de un príncipe con un lacayo.
La leyenda cuenta que un narrador chileno le puso el apodo "por su forma de reinar en el pasto". Con el calificativo de Rey ocupado con creces por Arturo Vidal, le cayó el segundo en la línea de mando. Y el mediocampista y su familia lo reivindican con cariño.
"Yo creo que a 'Charly' le queda bien lo del 'Príncipe', porque él es calladito y los príncipes normalmente son de bajo perfil. Pero en la cancha, él siempre será el obrero del equipo, el constructor", dijo su madre, Mariana Sandoval, al diario La Tercera de Santiago.
Calladito cerró la primera fase de la Copa América de Brasil como el mayor asistidor de la competencia. Realizó tres habilitaciones: dos en la goleada 4-0 ante Japón y una en la victoria 2-1 contra Ecuador. Además jugó toda la primera fase, pese a que en la caída 1-0 ante Uruguay el técnico Reinaldo Rueda dio descanso a varios titulares.
Ese perfil bajo le permite pasar desapercibido en tiempos en que se analiza hasta el alto de la grama. Posiblemente por esa virtud impropia le anotó un gol a Colombia en el juego de cuartos de final del viernes en el Arena Corinthians de Sao Paulo.
Cuando el cronómetro del argentino Néstor Pitana marcaba 15 minutos, el volante de la Bundesliga aprovechó una pifia del portero David Ospina y el zaguero Davinson Sánchez para empujar el que hubiera sido su octavo gol con los australes. Tras acudir al VAR, la acción fue anulada por fuera de juego de Alexis Sánchez.
Cuatro minutos antes, Aránguiz había llegado de sorpresa por la espalda de los espigados centrales cafeteros. José Pedro Fuenzalida centró por derecha y el 20 elevó sus 171 centímetros de estatura. El fino cabezazo fue atajado acrobáticamente por Ospina.
"Lo de Charles es muy meritorio y destacable. Un jugador que no es mediático, nunca lo nombran. Y es titular en la Bundesliga todas las semanas 90 minutos", explica Rueda.
Hasta el duelo con los colombianos no había recibido amarilla, una proeza para alguien que se funde la casaca roja, que viene acompañada del mandato kamikaze.
Mediocampo de lujo
Aránguiz es la cereza del pastel. Si sus capacidades individuales por sí mismas ya son llamativas, cuando se unen al talento del Rey Arturo y a la templanza del joven Erick Pulgar terminan produciendo un mediocampo de ensueño en Chile.
Los tres desactivaron con autoridad la línea creativa de Colombia. Aunque voluntariosos, James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado pasaron en blanco en el duelo que daba un boleto a las semifinales del torneo de selecciones más viejo del planeta.
La temida Colombia, que llegó a cuartos con puntaje perfecto tras vencer a Argentina, Catar y Paraguay, generó una única opción de gol, en un tiro libre levemente desviado del ex Real Madrid.
En los penales el trío de centrocampistas cumplió su misión. Vidal pateó fuertísimo arriba, Pulgar suave al centro y Aránguiz la clavó al ángulo derecho tras tomar poco espacio.
Charles es "quizá la figura de la Copa jugados cuatro partidos. Un crack, hace todo bien, dirige, distribuye, arma juego, llega a posición de gol, es inteligente, cabecea y remata con eficacia, y no decae nunca. También le sobra temperamento", escribió el comentarista Jorge Barraza en El Universo de Quito.
Su palmarés es abultado. Una Copa Sudamericana, cuatro ligas chilenas, una Copa Chile, dos campeonatos gaúchos y las dos Copa América de La Roja, en las que disputó todos los partidos.
"Se nos están dando los resultados. Hay que seguir", dijo tras vencer a los cafeteros. El Príncipe ahora apunta al trono inca.