En su primer discurso televisado desde que encontraron muerto a Nisman, Cristina Fernández de Kirchner dijo en cadena nacional que disolverá la Secretaría de Inteligencia del país y que presentará un proyecto de ley para la creación de un nuevo organismo.
"Hay que comenzar a trabajar por un proyecto de reforma del sistema de inteligencia argentino, ya que el existente no ha servido a los intereses nacionales", afirmó la mandataria.
Fernández explicó que los servicios de inteligencia han mantenido la misma estructura desde el fin del gobierno militar en 1983.
"Hemos visto una suerte de calesita permanente de fiscales, jueces y medios de comunicación que evidentemente ha quedado al descubierto y que hay que cortar de cuajo", dijo.
Según la mandataria, la "Agencia Federal de Inteligencia" estará a cargo de un director y subdirector postulados por el Poder Ejecitivo con la aprobación del Senado.
Su anuncio ha sido recibido con escepticismo entre quienes dudan de que la nueva AFI pueda trabajar con transparencia y sin subordinación a intereses partidistas.
"Complot"
Nisman fue hallado muerto el domingo 18, horas antes de que debiera declarar contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el Congreso.
El jueves pasado, la mandataria dijo estar "convencida" de que Nisman fue asesinado como parte de un complot de inteligencia para perjudicar a su gobierno, algo que volvió a insinuar en su aparición televisiva.
Cinco días antes de morir, el fiscal –que tenía a su cargo la investigación del atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó 85 muertos en 1994- había acusado al gobierno de encubrir a los iraníes sindicados por la justicia argentina como responsables de ese ataque.
Nisman aseguraba tener en su poder escuchas telefónicas que mostraban cómo Fernández y el canciller argentino Héctor Timerman habían encabezado una trama para "borrar a Irán de la causa AMIA" a cambio de beneficiosos acuerdos comerciales.
A través de una carta, Fernández aseguró que a Nisman "lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto", en referencia a un presunto complot de inteligencia en su contra.
"La denuncia del fiscal Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el gobierno (...) La verdadera operación contra el gobierno era la muerte del fiscal después de acusar a la Presidenta", señaló.
El superagente
La mandataria –que siempre negó las acusaciones del fiscal- aseguró que la denuncia de Nisman contenía información falsa que le fue provista por un agente de inteligencia, Antonio Horacio Stiusso, alias "Jaime".
Hasta finales de 2014, Stiusso se desempeñó como director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), y muchos medios argentinos afirman que era uno de los espías más poderosos del país.
Según la prensa local, Stiusso fue removido por la presidenta en diciembre, como parte de un recambio de la cúpula de la SI, un organismo que podría quedar disuelto totalmente en cuestión de semanas.
Voceros del gobierno y legisladores del oficialismo, como el presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez, aseguraron que la muerte de Nisman fue consecuencia de esa purga que inició la presidenta dentro de la SI.
No obstante, el gobierno no presentó una denuncia judicial.
La jefa de Estado admitió en su carta no tener evidencia para respaldar su acusación.
"Hoy no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas", aseguró en la misiva que fue publicada en su sitio oficial en internet y reproducida en sus cuentas de Facebook y Twitter.
Espionaje
La mandataria no fue la única en asociar a los servicios de inteligencia con la muerte de Nisman.
Este lunes, la diputada opositora Patricia Bullrich, quien encabeza la comisión parlamentaria que iba a recibir al fiscal el lunes 19 para que ampliara su denuncia contra la presidenta, dijo que Nisman le reveló haber sido "traicionado" por un espía.
La legisladora se presentó ante la fiscal que investiga la muerte de Nisman para informarle que este le había dicho que "un agente de servicios secretos había pasado información sobre él y su familia a uno de los imputados de la causa AMIA".
Según Bullrich, Nisman se enteró de esto a través de una escucha y se sintió amenazado y preocupado por sus dos hijas.
El alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, -adversario político del gobierno- también había hecho referencia al espionaje en sus primeras declaraciones a pocas horas de la muerte de Nisman.
"Tenemos que desterrar una de las prácticas de la mala política que es utilizar los servicios de inteligencia en forma facciosa", dijo el lunes.
"Los servicios de inteligencia tienen que estar al servicio de los intereses de una Nación no de un partido", agregó.
Macri no es ajeno a los escándalos de espionaje. En 2010, fue procesado por un caso de escuchas ilegales, tras ser denunciado por un familiar de una de las víctimas del atentado contra la AMIA.
En 2014, el juez que lleva la causa dictaminó que no había "una prueba directa" que incrimine a Macri, pero aún no lo sobreseyó.
Por otra parte, la dirigencia del Partido Justicialista (o peronista) –que apoya al gobierno- respaldó la semana última las acusaciones de la presidenta.
"No cabe la menor duda que asistimos a otra muestra de las peores prácticas de servicios de inteligencia con fines extorsivos cuyos móviles es convertir a víctimas en victimarios y generar dudas y sospechas con la inconfesable finalidad de ocultar hechos trágicos que forman parte de nuestra historia reciente", afirmó a través de un comunicado.
"Guerra de espías"
Muchos medios argentinos creen que la muerte de Nisman se dio en el contexto de una "guerra de espías" y el reciente anuncio presidencial seguramente alimentará esta idea.
Según la denuncia que presentó Nisman ante la justicia (y que fue publicada la semana pasada por el juez que la recibió), dos de las personas involucradas en la presunta trama para encubrir a Irán trabajaban para la SI.
Sin embargo, el titular de la SI, Oscar Parrilli, el exsecretario general de la Presidencia nombrado en el cargo en diciembre, informó que los hombres nunca pertenecieron a esa agencia.
En su carta, la jefa de Estado hizo hincapié en este hecho para desacreditar la denuncia en su contra. "Los espías que no eran espías. Los interrogantes que se convierten en certeza", afirmó, acusando a Stiusso de haberle dado la información falsa a Nisman.
Pero además de una posible "guerra interna" dentro de la SI, con acusaciones cruzadas entre agentes o presuntos agentes, también habría un choque de poder entre distintos organismos de inteligencia.
Muchos resaltan la creciente influencia del jefe del Ejército César Milani, exdirector de Inteligencia Militar que fue nombrado en el nuevo cargo por Fernández en 2013.
Periodistas como Mariano de Vedia, del diario La Nación, aseguran que Milani sigue conduciendo el área de Inteligencia, a pesar de su ascenso, y que "salió fortalecido" por la crisis dentro de la SI.
El diario Perfil informó que el presupuesto del Ejército para lo que denomina "inteligencia estratégica" es el más alto desde que se reinstaló la democracia, en 1983.
En tanto, datos de la Comisión de Defensa de la Cámara baja muestran que mientras que este año el gobierno aumentó el presupuesto para Inteligencia en el área de Defensa en un 34%, el aumento para la SI fue del 16%.
"La caja de $836.966.266 (unos US$97 millones) para inteligencia estratégica controlada por Milani representa un presupuesto mayor a la suma de lo que todas las fuerzas federales destinan a ‘inteligencia criminal’ y del presupuesto destinado a la Secretaría de Inteligencia", informó el legislador opositor Julio Martínez, integrante de la Comisión.
Martínez cuestionó que el presupuesto general destinado por el gobierno a inteligencia aumentara en un 22% con respecto a 2014.
Descontrol
En el contexto del caso Nisman, la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) dio a conocer un informe que denuncia el abuso político de las agencias de espionaje.
El informe titulado "El (des) control democrático de los organismos de inteligencia en Argentina" señala que esa actividad "goza de inaceptables grados de autonomía que implican un riesgo para los derechos de los ciudadanos y las instituciones democráticas".
"Los gobiernos democráticos no han sabido o querido establecer controles efectivos y los servicios de Inteligencia se convirtieron en una parte esencial del poder presidencial", concluye la investigación.
Con respecto a la causa AMIA, que investigaba Nisman, la ONG denunció que la SI estuvo "involucrada desde el primer momento" en la investigación "para encubrir más que para esclarecer el atentado".
El informe critica la falta de seguimiento parlamentario de las actividades de inteligencia. En ese sentido resalta que el único órgano con injerencia en este tema, la Comisión Bicameral de Inteligencia –que funciona con mayoría oficialista- está paralizado desde hace un año y sólo se reunió dos veces en 2014.
No sólo los argentinos han llamado la atención sobre el espionaje en ese país.
En 2013 el fundador de WikiLeaks, Julián Assange, alertó sobre el nivel de vigilancia en Argentina, asegurando que tiene "el régimen de vigilancia más agresivo de todos los Estados latinoamericanos de tamaño mediano".
En sus declaraciones, realizadas al sitio de noticias Infobae en el marco de la presentación de su nuevo libro, Assange también denunció que el gobierno de Fernández contrata a un gran número de "empresas que brindan servicios de vigilancia".
Abuso
Para Luis Alberto Somoza, experto en inteligencia y docente del Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina (Iupfa), los gobiernos argentinos se acostumbraron en las últimas décadas a usar el espionaje para usos partidarios o personales.
"Usaron el espionaje mal y ahora están pagando el precio", dijo a BBC Mundo.
El experto señaló que las características de esta profesión hacen casi imposible saber a ciencia cierta quién es espía y quién no.
"Ni siquiera podemos estar seguros de que Stiusso realmente fue removido de la SI, como se informó", dijo, agregando que este presunto exagente "tiene información de todo y todos".
Somoza cree que lo único que quedó en claro con este caso es que no hay poder sobre los espías.
"Lo grave de la acusación de la presidenta sobre un presunto complot en su contra es que pone en evidencia que no tiene el control de sus propios servicios de inteligencia", afirmó.
Si eso es algo que cambiará con la nueva Agencia Federal de Inteligencia es por ahora un misterio tan grande como las verdaderas causas de la muerte de Alberto Nisman.