La pesca es una actividad que requiere mucha paciencia, serenidad y, sobre todo, calma cuando se enfrenta a una difícil y desafiante captura. Esa filosofía es aplicable cuando se pescan criaturas pequeñas, pero si se engancha un tiburón, todo ese pensamiento se desmorona.
En la víspera de Navidad, dos neozelandeses, Paul Adlington y Elliot Gordon, se adentraron en el agua para tener una tranquila jornada de pesca, pero se llevaron una tremenda sorpresa a descubrir qué había enganchado el hilo de su caña: un tiburón.
El pez, ante los gritos de asombro de sus captores, intentó desesperadamente zafarse de su cautiverio y empezó a dar saltos hacia la superficie del agua, situación que duró más de treinta minutos, aseguró Paul Adlington.