Cuando Juliana Ossa, de 10 años, se vio atrapada por un aligátor de unos 2,7 metros supo exactamente qué tenía que hacer para salvarse.
Lo había aprendido durante una visita a un parque de caimanes en Florida, Estados Unidos, y no dudó en ponerlo en práctica cuando lo necesitó.
El aligátor la atacó y mordió su pierna mientras se bañaba en un lago de Orlando.
Pero la niña metió sus pequeños dedos en la nariz del animal para que no pudiera respirar y así se viera obligado a abrir la boca y soltarla.
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