La suerte fue el único factor que definió qué alumnos estudiarán en el colegio Ayelén de Rancagua. Padres y apoderados vieron con ansiedad y nerviosismo cómo el futuro de sus hijos se sorteaba en una tómbola. El establecimiento, que abre sus puertas en 2015, no hace selección escolar, sino que entrega vacantes al azar.
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