Antes de que la gala del Festival de Viña fuera televisada a contar de 2011, el glamour de los invitados era visto en vivo sólo por las cámaras que competían por captar la mejor imagen, así como también por el público que se aglomeraba en las cercanías. En ese entonces eran pocas las figuras y era más bien un cocktail de bienvenida a los pocos artistas que habían llegado.
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