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#HayQueIr: La Chascona

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Hace poco más de 60 años, Pablo Neruda empezó a construir una casa en Santiago para Matilde Urrutia, su amor secreto de entonces. En su honor la bautizó “La Chascona”, que era el apodo que él le daba por su abundante cabellera rojiza.

Hoy esta casa es un fascinante museo, cuyo principal objetivo es difundir la intensa vida que tuvo el poeta.

Matilde recuerda que una tarde en que caminaban por el barrio llamado hoy Bellavista, encontraron un terreno en venta, a los pies del cerro San Cristóbal. Se veía cubierto de zarzas y tenía una pendiente pronunciada. “Estábamos como embrujados por un ruido de agua – escribió Matilde en sus memorias -, era una verdadera catarata la que se venía por el canal, en la cumbre del sitio.” Ambos se entusiasmaron y decidieron comprarlo. Mucho tiempo después, en su poema “La Chascona”, del libro La barcarola, Neruda evocaría el “agua que corre escribiendo en su idioma”, y las zarzas “que guardaban el sitio con su sanguinario ramaje”.

La construcción fue encomendada al arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias. Cuando éste vio el terreno tan empinado vaticinó que los habitantes de la casa estarían condenados a vivir subiendo y bajando escaleras. Proyectó la vivienda orientada hacia el sol, lo que significaba vista a la ciudad. Pero Neruda quería vista a la cordillera, así es que dio vuelta la casa en el plano. No fue ésta la única intervención del poeta. Hizo traer desde el sur  troncos de ciprés para el living, se ocupó personalmente en buscar maderas y otros materiales, discutía y modificaba detalles. Germán Rodríguez tuvo que reconocer que la casa terminó siendo una creación más de Neruda que de él.

Inicialmente se construyó sólo el living y un dormitorio. Entonces Matilde vivía sola en la casa. “Yo trabajaba todo el día en mi jardín – recuerda -, no hubo un árbol, una planta que no fuera escogida y plantada por mis manos...”. Entretanto, el poeta seguía con su esposa, Delia del Carril, en la residencia de avenida Lynch a la que le habían puesto el nombre de Michoacán.

Muchos de los amigos de Neruda estaban en el secreto guardado en “La Chascona”. Entre ellos el muralista mexicano Diego Rivera, quien pintó un retrato de Matilde con dos cabezas. Si se mira con atención el pelo de ella, se ve aparecer difuso el perfil de Neruda, el amante que todavía permanecía oculto. Ésta es una de las piezas que se muestran hoy en la casa museo.

En febrero de 1955, Neruda se separa de Delia del Carril y se traslada a vivir a “La Chascona”. La casa había seguido creciendo con el agregado de una cocina y comedor. Posteriormente se construyeron el bar y la biblioteca. De las últimas ampliaciones se encargó en 1958 el arquitecto Carlos Martner. Entonces Rodríguez Arias ya había regresado a Europa.

Martner ha comentado la singularidad  con que Neruda construía sus casas. No lo hacía conforme al procedimiento convencional, comenzando por el diseño de planos funcionales, espaciales y estructurales: “en una ocasión tenía una ventana, un cuadro y un sillón que le gustaban mucho, y quería formar un rincón que los incluyera”. Así, el poeta condicionaba el espacio al objeto, el todo a la parte.

En “La Chascona” se cumple lo que observó Miguel Rojas Mix cuando hizo notar que Neruda modelaba sus espacios en una forma ajena al gusto señorial y burgués: más que las fachadas ostentosas, le interesaban los ambientes interiores, íntimos.

“La Chascona” tuvo su muerte y su resurrección. El 23 de septiembre de 1973, días después del golpe militar que derrocó al Presidente Salvador Allende, Neruda muere en la Clínica Santa María de Santiago. “La Chascona” había sido objeto de actos de vandalismo. La acequia que tanto amó el poeta fue obstruida con lo cual se inundó la casa y hubo que tender tablones sobre el barro para trasladar sus restos, ya que Matilde Urrutia insistió en que fuera velado allí. Ella junto a unos pocos amigos pasaron esa noche en el living que tenía los vidrios rotos.

Matilde se esmeró en reparar los daños de la casa que había construido junto a Neruda, y siguió viviendo en ella hasta su muerte en 1985. Así “La Chascona” fue renaciendo y actualmente es una casa museo destinada a difundir la vida del poeta al posibilitar el acceso a los ambientes íntimos en los que vivió y creó.

En “La Chascona” se conservan entre otras colecciones, una interesante pinacoteca, con obras de pintores chilenos y extranjeros de todos los tiempos. También hay una colección de tallas africanas en madera y otra de muebles y objetos del diseñador Piero Fornasetti. Desde luego están también, los ambientes de Neruda, como su comedor, con la vajilla y cuchillería originales.

Para visitar las casas museo de la Fundación Pablo Neruda no se requiere de reserva previa. El ingreso se realiza por orden de llegada y está sujeto a la disponibilidad de cupos por día. 

Solo las visitas de colegios deben reservar con anticipación.

Dependiendo de la casa museo que el colegio quiera visitar, escribir a:

- Casa museo La Chascona, Santiago tiendalachascona@fundacionneruda.org

- Casa museo Isla Negra, Isla Negra recepcionislanegra@fundacionneruda.org

- Casa museo La Sebastiana, Valparaíso tiendalasebastiana@fundacionneruda.org

Los horarios de atención son de marzo a diciembre de martes a domingo 10 a 18 horas. Enero y febrero de martes a domingo de 10 a 19 horas. Los lunes está cerrado.

El precio de la entrada general es de $5.000 por persona y precio preferencial de $2.000 para estudiantes y chilenos mayores de 60 años.

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