Hace más de tres décadas un barrio ariqueño se transformó en el escenario de unas de las más bulladas negligencias medioambientales que han afectado a la población. Cientos de personas expuestas a plomo, arsénico y otros metales, dejaron en evidencia la irresponsabilidad con que actuó el Estado. Un reciente informe de la Contraloría sugiere que las fallas estatales no han cesado.
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