Por María José Soto.
A poco más de mil kilómetros al sur de Santiago, en una escuela muy humilde cerca de Puerto Montt, se dedican varias horas de la semana a practicar música rock. Ubicada en el sector más vulnerable de Calbuco, un profesor ha revolucionado con sus clases a todos sus alumnos. Pero la alegría que provoca, no sirve para tapar las goteras ni la precariedad de una escuela que necesita renovarse.
A poco más de mil kilómetros al sur de Santiago, en una escuela muy humilde cerca de Puerto Montt, se dedican varias horas de la semana a practicar música rock. Ubicada en el sector más vulnerable de Calbuco, un profesor ha revolucionado con sus clases a todos sus alumnos. Pero la alegría que provoca, no sirve para tapar las goteras ni la precariedad de una escuela que necesita renovarse.
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