John Becerra, un gendarmen del centro de detención preventiva en Puente Alto, junto a un preso, comenzaron a organizarse y a pintar murales para embellecer el lugar. La iniciativa tuvo tanto éxito, que más detenidos quisieron ayudar en la causa. Con el tiempo formaron un organismo cultural dentro de la cárcel y contaron con el apoyo de unos jóvenes muralistas con más experiencia.
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